Infierno

Allegra miró a su alrededor, la casa que durante dos años había sido su hogar. Vio su fotografía junto a Dante. Se había reído de ella por dos años, tonta , tonta

No puedes comprar amor, Dante. Tampoco puedes pagarlo. ¿Cuándo vas a entenderlo? Jamás entendió cómo atrajo a Dante. A menos que fuera la fría intuición del depredador oliendo un buen tapete para pisotearlo, concedió, avergonzada.

Lo aprendió por grados destructivos, Dante no evaluaba al amor muy alto. Pero se dignó a usar el amor que ella le profesaba como un arma para doblegarla, torciendo sus sentimientos con cruel maestría hasta convertirlos en los barrotes de su prisión.

Pobre ilusa pensó, hay Allegra siempre tan tonta pensó para si misma. Como pudo pensar que alguien como ella podía estar con Dante. Cuando se casara lo haria con una novia poseedora de un árbol genealógico, con una novia que habitara las alturas que él habitaba desde antes de su concepción.

Cuando el teléfono sonara, sería en los cuartos vacíos. Du
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