Dante Beaumont se encontraba en el gimnasio privado de su exclusivo ático en el corazón de Londres, rodeado de ventanas que ofrecían una vista impresionante de la ciudad. El sudor perlaba su frente mientras realizaba una serie de ejercicios de pesas, su respiración constante y controlada.Su cuerpo atlético y definido se movía con precisión, cada músculo trabajando en armonía para lograr la perfección. Dante era un hombre que valoraba la disciplina y el control en todos los aspectos de su vida, y su rutina de ejercicios no era la excepción.Mientras levantaba pesas, su mente comenzó a divagar hacia su vida personal. Había acumulado una fortuna en el mundo de los negocios. Su vida personal no había tenido avances, a sus treinta y cuatro años seguía solo.Dante se dio una ducha y se vistió para ir a la oficina, Roberto aguardaba en la sala como siempre.Una hora después terminaba una video conferencia cuando el sonido de la puerta de la oficina se abrió, y su asistente persona , entró c
Allegra se perdió en sus pensamientos, esos eventos la ponían nerviosa.—Deja de pensar en las musarañas —le dijo Paul —. Es nuestro turno —se detuvo. Allegra, te presento a Adbul Hassen, el embajador de Raleigh y un gran amigo mío. Allegra sonrió ante una presentación tan informal y tendió la mano para saludar al hombre que tenía delante.—Encantada de conocerlo. Soy Allegra Murphy. Era un hombre muy atractivo, con pelo cano y una cálida sonrisa.—El placer es mío, Allegra bienvenida. Allegra se sintió halagada cuando él le preguntó un par de cosas acerca de su vida. Allegra empezaba a encontrarse más tranquila y agarró a Paul del brazo mientras ingresaban al salón de baile. Él agarró dos copas de champán de una bandeja que llevaba un camarero y le dio una a ella.Chocó la copa con la de ella.—Por una noche interesante. La banda empezó a tocar un vals y Paul le retiró la copa y la dejó sobre una mesa cercana.—Estoy seguro de que puedo hacer esto —dijo él, rodeándola por la cintura
Allegra lo miró desconcertada, y sintió unos pasos detrás de ella, fue cuando vio a Roberto y otro hombre.—Bonjour chère Allegra, exclamó Dante acercándose.— ¡Te llevo a casa! comento señalando el coche.— Estoy a dos cuadras de mi casa, y es saludable caminar exclamó Allegra.— Estoy de acuerdo caminaré contigo exclamó él acercándose y deslizando su mano para quitarle las compras.— Dante, exclamó ella.— Ah recuerdas mi nombre, me siento halagado, anoche temí que hubieras perdido la memoria exclamó Dante con una sonrisa burlona.— ¿ Qué es lo que quieres?, pregunto.—¿Qué crees que quiero?, de seguro es entendible que tenga una curiosidad natural, ¿verdad?.— ¿Acerca de qué?—De ti, Allegra. ¿De quién más? – alzó una ceja -. Piensa que me debes esta pequeña muestra de educación – le advirtió Dante -. Hace tres años y medio desapareciste en el aire. Sin una palabra, sin una carta o explicación. Me gustaría que me lo explicaras ahora.—Es muy sencillo – empezó, sonrojándose -, comp
Allegra se movio. —¡Quédate donde estás! – la orden estalló como un latigazo a través de la habitación, cortándole su retirada en dirección de la puerta.— Deja a Paul en paz.Si estás enojado conmigo, véngate en mí. Pero no puedo creer que le quieras hacer daño a Paul – le confió.—Daño, no se asemeja a lo que hare– la urgió Dante—Me refiero a vienes aquí y afirmas que... que quieres que regrese contigo, pero no merece la pena – completó, incrédula.-¿No?-¡ Por supuesto que no! ¡Y no entiendo por qué haces esto! – gritó ella.—Quizá deberías esforzarte.—No me esforzaré – declaró con dignidad -. Eres un evento que dejé atrás hace mucho tiempo.—¿Un evento? – se burló, escéptico -. ¡Viviste conmigo dos años!— Veintitres meses y cada mes fue un error – lo corrigió Allegra, abandonando la cautela por grados.— Dios santo–exclamó Dante tenía los pómulos rojos de ira -. No lo considero una aventura de una noche.—Oh, no sé – se encogió de hombros ante esa humillación -. Con frecue
Luego de registrarse en el hotel Allegra se dio una ducha, se vistió adecuadamente y salio a pasear por Milán.Allegra caminaba sola por las calles empedradas de Milán, disfrutando del fresco aire nocturno que llenaba sus pulmones. La luna llena iluminaba el cielo, proyectando sombras misteriosas sobre los edificios antiguos.Comenzó su paseo en la Piazza del Duomo, donde la imponente catedral parecía una obra de arte bajo la luz nocturna. La gente pasaba apresuradamente, pero Allegra se detuvo a admirar la belleza arquitectónica.Se dirigió hacia la Galleria Vittorio Emanuele II, donde las tiendas de alta gama brillaban como joyas en la oscuridad. La arquitectura del siglo XIX la transportaba a una época de elegancia y sofisticación.Al salir de la galería, Allegra se encontró con la Piazza della Scala, donde el Teatro alla Scala parecía un palacio de ensueño. La música clásica se escapaba de sus puertas, mezclándose con el murmullo de la multitud.Sin rumbo fijo, Allegra se dejó lle
Cuando sus ojos volvieron a encontrarse con los de él, su lengua se quedó encajada en el paladar y sus labios se negaron a pronunciar las palabras que se habían formado en su cabeza.Julia Wallace se quedó sorprendida al ver a Allegra, miró a Dante pero el no estaba sorprendido. Allegra miró a la mujer que se encontraba en la otra cabecera de la mesa, la odiaba en la misma proporción que odiaba a Dante.Julia sabía que Dante había hecho una propuesta para la compra de Bleu Azur Publicite, la cual había sido rechazada y se sorprendió al saber que dos días después Stefano Salvatore le vendió la empresa a Dante, por él mismo dinero que había pagado.— Siéntese señorita Murphy, llega tarde exclamó Julia.— Lo siento no suelo participar de las reuniones de consejo dijo Allegra.— Es evidente, considerando su vestimenta dijo Julia. Varios miembros del consejo asintieron, a Allegra no le sorprendió eran unos dinosaurios que se habían quedado en la prehistoria.—Como le explique anteriorment
Dante observó a Allegra salir del departamento. La hubiera seguido pero tenía una cita, había quedado en cenar con Stefano.En cuanto llego al restaurante le entrego las llaves al valet e ingreso al lugar, fue cuando vio a Paul Lavfebre, estaba sorprendido de que siguiera en París, había movido sus influencias para que lo trasladarán a Hong Kong, a una embajada y debía darse por agradecido. Trabajaría en el consulado.— ¡Dante!, exclamó Stefano llamando su atención, Dante se acercó a su amigo y pasaron a la mesa.Sumido en su conversación sobre la fortaleza del euro, Dante tardó unos segundos en darse cuenta de que había perdido a su amigo. Sólo había una cosa que podía superar el interés de Stefano por las fluctuaciones monetarias: las mujeres. Asombrado y molesto, Dante giró la cabeza para ver quién había distraído a su amigo.Iba vestida de negro. La chaqueta cerraba en un solo botón. Una camisola de encaje negro asomaba bajo las solapas. La falda era corta y llevaba las piernas c
Dante caminaba de una punta a la otra observando la puerta, él no podía perderla. No después de haberla encontrado.Se acercó al mostrador y exigió que le dieran información, llevaba una hora esperando. Solo podía pensar en el cuerpo de Allegra tendido sobre la calle, en su desesperación había cruzado sin mirar.Media hora después el médico indicó que lo hicieran pasar.— Buenas noches señor Beaumont, soy Anthony Davis, la paciente se encuentra estable, aún no recupera la conciencia, el golpe en la cabeza es nuestra mayor preocupación, ya que por lo visto tiene una antigua lesión. Aquí puede ver el área a la que me refiero – el médico le indicó la sombra en los rayos X -. Esto indica que requirió cirugía mayor. En este momento, no tengo razón para sospechar que la paciente sufra de algo más grave que una contusión. Dante se sentó junto a Allegra y espero.Habían pasado dos horas desde que había amanecido. El doctor Anthony Davis ingreso otra vez a la habitación.—Tarda demasiado en