Oliver condujo solo por las oscuras calles de Londres, con el motor del coche resonando en el silencio tenso que lo rodeaba. Al llegar a la cabaña, un refugio alejado de las miradas curiosas y de la prensa voraz que siempre lo acechaba, sintió un alivio momentáneo. Sin embargo, cuando bajaron del coche, el miedo en los ojos de Blair era evidente.—¡No quiero estar aquí! No soy una puta, señor —exclamó con la voz temblorosa mientras las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos. La angustia la envolvía y su mente se llenaba de pensamientos oscuros sobre lo que podría suceder en ese lugar desconocido.Oliver, sintiendo su desesperación, se acercó a ella con una intensidad que buscaba calmar su tormenta interna.—Blair, escúchame —dijo con firmeza, fijando su mirada en la suya. —No estás aquí en contra de tu voluntad. Estoy aquí para ayudarte, no para hacerte daño. No solo a ti, sino a todas las chicas que están en peligro. Ellas estarán a salvo, al igual que tú.Ella lo miró, con la conf
Blair, sintiendo que entre ellos crecía la confianza, decidió hacer una pregunta que la inquietaba.—¿Por qué estabas allí, Oliver? ¿Acaso eres un policía encubierto? —inquirió, con una mezcla de curiosidad y desconfianza.Oliver sonrió con tranquilidad, mostrando una mirada serena.—Mientras menos sepas, mejor —respondió, encogiéndose de hombros. —Solo estuve allí para ayudar y nada más.Ella sonrió, aliviada, pero la realidad de su situación la golpeó de repente.—Debería irme a casa —dijo, dando un paso atrás.Sin embargo, Oliver reaccionó rápidamente, tomando su brazo con sutileza.—No irás a ningún lado —dijo con firmeza. —Probablemente el peligro no ha pasado y, si te vas, no podré protegerte.Blair se echó hacia atrás, sintiendo una punzada de incomodidad.—No sé si es correcto pasar tanto tiempo a solas contigo, tal vez estés esperando el momento perfecto para... forzarme a tener intimidad —dijo, dudando.La mirada de Oliver se endureció, pero su voz se mantuvo suave y segura.
Oliver regresó a la cabaña donde había dejado a Blair y, al abrir la puerta, se encontró con una visión que lo dejó sin aliento: ella había salido del baño, completamente desnuda, con la piel aún brillante por las gotas de agua. Un torrente de deseo lo invadió al instante y se sonrojó, mientras retrocedía y balbuceaba disculpas antes de salir a toda prisa. Blair, atónita, se quedó en silencio, procesando lo que acababa de suceder. Oliver se recostó contra la puerta, con la imagen del cuerpo de Blair grabada en su mente, y sintió cómo la tensión se apoderaba de él, provocando una erección involuntaria. Salió en busca de aire fresco, pero solo encontró a algunos empleados domésticos, mientras su mente seguía atrapada en el recuerdo de aquel instante.Oliver se apoyó contra el tronco de un árbol, intentando calmar el torrente de emociones que lo invadía. La imagen de Blair, su piel brillante y suave, se repetía una y otra vez en su mente. «¿Qué he hecho?», murmuró para sí, sintiendo cómo
La noche era radiante y hermosa, con las estrellas brillando intensamente en el cielo despejado. Blair y Oliver se encontraban cómodamente instalados al pie de la chimenea, mientras el crepitar del fuego creaba un ambiente cálido y acogedor. Después de una cena deliciosa, ambos disfrutaban de una copa de vino mientras el aroma del tinto llenaba el aire.Oliver, con una mirada profunda y sincera, rompió el silencio.—Blair —dijo suavemente, — ¿quieres hablar de cómo llegaste a la subasta? No puedo evitar notar que hay algo puro y sencillo en ti, algo que no encaja con aquel lugar.Blair bajó la mirada, sintiendo cómo su corazón se encogía al recordar.—Fue mi madrastra —respondió, y su voz tembló ligeramente. —Es una mujer cruel, llena de odio. Me llevó allí en contra de mi voluntad, como si fuera un castigo.Oliver se horrorizó al escuchar sus palabras; su expresión se tornó seria y decidida.—Eso no puede quedar así —dijo con firmeza. —Ella pagará por lo que te ha hecho. Me encargaré
Al día siguiente, la luz del amanecer se colaba por las cortinas y bañaba la habitación en un suave resplandor dorado. Blair se despertó antes que Oliver, con una mezcla de curiosidad y confusión que la mantenía alerta. Mientras él dormía, ella lo observaba de reojo y su mente estaba atrapada en la palabra «duque», que resonaba en su interior como un eco de posibilidades y sueños lejanos. A pesar de los reveses que había sufrido en la vida, su espíritu seguía siendo risueño y, en ese momento, la chispa entre ellos era evidente, llenando el ambiente de una intensa expectativa. Las palabras parecían innecesarias; en su lugar, se intercambiaban miradas desafiantes, llenas de preguntas no formuladas y secretos por descubrir. Cada parpadeo de Oliver, cada movimiento sutil, era un ruido de la complejidad de su realidad, y Blair se preguntaba si, tras la fachada de nobleza, había un corazón dispuesto a abrirse a ella. El ambiente estaba cargado de promesas, y el día apenas había comenzado.O
Oliver la miraba con atención, como si cada rasgo de su rostro contara una historia que solo él pudiera leer. A su lado, Blair parecía una chica inocente y serena, despojada de cualquier pose o fachada que pudiera ocultar su esencia. Su belleza era natural, auténtica, y en ese momento, Oliver se dio cuenta de que ella era mucho más hermosa que cualquier dama de la nobleza que había conocido. Había algo mágico en la forma en que la luz jugaba con su cabello rojizo y en la suavidad de su sonrisa, que iluminaba incluso los rincones más oscuros de su corazón. Una suave risa escapó de sus labios al darse cuenta de que, en un mundo lleno de superficialidades, Blair era un respiro de frescura, un anuncio de que la verdadera belleza reside en la sinceridad y la vulnerabilidad.Oliver, sacando a Blair de sus pensamientos, la miró con una mezcla de determinación y ternura.—Blair, es hora de que dejemos esta cabaña. Vamos a mudarnos a mi mansión —anunció con voz firme pero suave.Ella palideció
Oliver entró en la sala de reuniones como un rayo veloz y su imponente presencia capturó la atención de todos los accionistas. Con un gesto firme, tomó asiento en la mesa donde las voces se entrelazaban en un murmullo de cifras y proyecciones. Sin embargo, en medio de la discusión sobre el gran proyecto financiero, su mente se desvió hacia Blair. La imagen de su rostro, la mezcla de angustia y determinación, lo persiguió como una sombra.—Señores —comenzó Oliver, interrumpiendo el flujo de la conversación. —Antes de continuar, necesito que todos centren su atención en las cifras que tenemos delante. Este proyecto no solo es una oportunidad, es nuestra puerta de entrada a un nuevo nivel de éxito.Mientras los accionistas asentían, Oliver sintió que su mente se deslizaba de nuevo hacia Blair.—Pero hay algo más que debemos considerar —continuó, con voz más suave, casi reflexiva. —Las decisiones que tomamos aquí no solo afectan a nuestras cuentas, sino también a la vida de quienes depend
Blair se acostó en su cama, envuelta en un delicado vestido de dormir blanco que resaltaba su piel pálida y suave. El ajustado corte del vestido resaltaba sus curvas, y la falda corta dejaba al descubierto sus largas y delgadas piernas. Al pensar en Oliver, una tímida sonrisa se dibujó en sus labios. Sus ojos azules la habían hechizado y su fuerza y seguridad la atraían irremediablemente.Blair recordó la forma en que Oliver la había mirado cuando le entregó la ropa nueva y su corazón se aceleró al imaginar lo que podría pasar si él la visitaba en su habitación esa noche. Se preguntó si Oliver sentiría lo mismo por ella, si su inocencia y su virginidad lo atraían como a ella su fuerza y su experiencia.La joven se tumbó boca arriba, con las manos cruzadas sobre el pecho, y cerró los ojos. Su respiración se volvió más profunda y regular, pero en su mente no podía dejar de imaginar a Oliver acercándose a ella, besándola suavemente en los labios y explorando su cuerpo con sus manos segur