Blair se acostó en su cama, envuelta en un delicado vestido de dormir blanco que resaltaba su piel pálida y suave. El ajustado corte del vestido resaltaba sus curvas, y la falda corta dejaba al descubierto sus largas y delgadas piernas. Al pensar en Oliver, una tímida sonrisa se dibujó en sus labios. Sus ojos azules la habían hechizado y su fuerza y seguridad la atraían irremediablemente.Blair recordó la forma en que Oliver la había mirado cuando le entregó la ropa nueva y su corazón se aceleró al imaginar lo que podría pasar si él la visitaba en su habitación esa noche. Se preguntó si Oliver sentiría lo mismo por ella, si su inocencia y su virginidad lo atraían como a ella su fuerza y su experiencia.La joven se tumbó boca arriba, con las manos cruzadas sobre el pecho, y cerró los ojos. Su respiración se volvió más profunda y regular, pero en su mente no podía dejar de imaginar a Oliver acercándose a ella, besándola suavemente en los labios y explorando su cuerpo con sus manos segur
Oliver estaba confuso mientras se peinaba frente al espejo. Pensaba en lo lejos que había llegado el día anterior y se preguntaba si había hecho lo correcto. Su intención era proteger a Blair, no aprovecharse de ella. Mientras se acomodaba la corbata, se dijo a sí mismo que debía mantener la distancia y ser responsable. De repente, la puerta del cuarto se abrió y Blair entró, cerrándola detrás de ella. Oliver se sorprendió al verla desnuda, con su cuerpo esbelto y perfecto iluminado por la luz que entraba por la ventana.—Blair, no es necesario... Yo estoy aquí para cuidarte, no para aprovecharme de ti —dijo Oliver, con una voz que delataba su conmoción y su deseo.Ella se acercó a él, sonriendo con picardía, y se arrodilló delante de él. Lentamente, empezó a bajar la cremallera de sus pantalones y dejó al descubierto su erección, que no pudo contenerse al verla.—Quiero aprovecharme de ti —susurró Blair, mientras sus manos acariciaban su piel, haciendo que Oliver dejara caer el saco
Tiempo después...Desde aquel día, Oliver y Blair se unieron en una pasión ardiente que no conocía límites. Cada centímetro de la mansión se convirtió en un escenario para sus insaciables deseos. Blair, con la fuerza de una heroína ardiente, era capaz de elevar a Oliver a la cima del cielo, y su pasión era tan intensa que se sentía en un suspiro. Cada vez que Oliver salía de casa, anhelaba volver a estar con Blair para entregarse una vez más a sus apasionados abrazos. El sexo se convirtió en su mejor aliado, una rutina que jamás los aburría, sino que los envolvía en un lazo de lujuria y seducción que no parecía tener fin.Blair se sumergió en sus estudios en la escuela de moda y diseño de Londres, donde fue una de las mejores alumnas de la clase. Su pasión por la moda convivía con su otra gran pasión en la vida: ser la amante temeraria de Oliver Campbell. Solo ellos conocían la intensa llama que ardía entre ellos, una llama que se desbordaba cuando estaban a solas y los transformaba e
Al llegar a la mansión, Oliver se vio atrapado en una vorágine emocional. Los besos y suaves caricias de Blair, que siempre anhelaba durante el día, parecían desvanecerse, incapaces de llenar el vacío que había dejado la confrontación con su tía. La imagen de su rostro, lleno de desprecio, no le abandonaba, y aún retumbaban en su interior las palabras que le había lanzado como dagas: «¡Tú eres un noble y tienes responsabilidades!». Esa frase lo había golpeado con una fuerza inesperada, haciéndolo cuestionar su propia valía. A pesar del amor que sentía por Blair, una chispa de confusión lo mantenía en un trance, como si estuviera atrapado entre dos mundos. Sabía que no estaba dispuesto a casarse con ninguna mujer que no fuera ella, la única que poseía no solo su deseo físico, sino también su amor más profundo. En su corazón, Oliver comprendía que el verdadero compromiso no se trataba de un mero acuerdo, sino de un vínculo que solo Blair podía ofrecerle y esa certeza lo llenaba de una d
Blair se inclinó hacia Abel y susurró:—Sabes, Abel, a veces siento que estoy caminando por un hilo muy delgado.Abel la miró con complicidad, sonriendo con malicia.—Oh, vamos, Blair. Todos en la mansión saben que eres más que una simple amiga del duque.Blair palideció un instante, pero luego una sonrisa pícara se dibujó en sus labios.—Está bien, está bien, lo admito. Pero prométeme que no dirás nada.—Tu secreto está a salvo conmigo —respondió Abel, levantando la mano en un gesto de juramento. —Además, ¿quién se atrevería a hablar de lo que sucede en esta mansión? El duque tiene a todos firmando compromisos de fidelidad.Blair soltó una risita nerviosa. —Sí, y no quiero ser la primera en descubrir lo que pasa cuando alguien rompe esas reglas.—No te preocupes —dijo Abel, guiñándole un ojo. —Tu secreto está sellado. Pero, ¿qué tal si te digo que me encanta ver cómo te iluminas cuando hablas de él?Blair se sonrojó, sintiendo que el corazón le latía con fuerza.—Es que... es complic
Blair y Oliver se encontraban en un rincón escondido de Massachusetts, donde el murmullo del viento parecía susurrar secretos de amor. Cada mirada que compartían encendía una chispa de deseo, y el roce de sus manos bastaba para desatar una tormenta de emociones. Aprovechando el fin de semana, decidieron escapar de la rutina y dejar atrás las preocupaciones del mundo exterior. En el calor de un atardecer dorado, se sumergieron en un abrazo que prometía más que solo pasión; era un pacto silencioso de entrega total. Sus labios se encontraron en un beso ardiente, mientras el aire se llenaba de la fragancia de su deseo y el tiempo se desvanecía, convirtiendo cada instante en una eternidad de placer y conexión.Oliver miró a Blair con una mezcla de emoción y nerviosismo.—Blair, tengo algo importante que contarte —dijo, tomando su mano con suavidad. —He recibido una propuesta de trabajo de Beatrice Miller, una dama de la alta sociedad de Londres. En realidad, la propuesta es para ti.Blair
Charlotte se acomodó en la cama, sintiendo la suavidad de las sábanas de seda, mientras miraba a su esposo, Patrick, con una mezcla de preocupación y osadía.—Patrick, tienes que entender que lo que hice fue necesario —dijo Charlotte en un susurro cargado de tensión. —Fingí desmayarme porque la discusión se estaba yendo de las manos. No podía permitir que Oliver se saliera con la suya.Patrick frunció el ceño y la miró con aprensión.—Pero, Charlotte, ¿no crees que eso es manipulación? Oliver merece la libertad de elegir su propio camino. No podemos forzarlo a un compromiso que no quiere.Charlotte se incorporó un poco, con la mirada fija en él.—No se trata de forzarlo, Patrick. Se trata de la monarquía danesa. No podemos hacerle ese desplante a la princesa. Oliver tiene que entender que una mujer como la princesa Elizabeth, con su linaje, se ha fijado en él. Eso es un honor.Patrick ladeó la cabeza y su expresión era una mezcla de reproche e incredulidad.—¿Honor? ¿Y qué hay de los
Oliver, aún con la sonrisa en la cara por la conversación sobre Blair, sintió que el ambiente se ponía más serio. George, con una expresión más grave, lo miró fijamente.—Oye, Oliver, hablando en serio… ¿has pensado en la mafia de trata de personas que estaba detrás de la subasta? Aunque hemos detenido a algunos, se niegan a delatar a los demás.Oliver frunció el ceño, recordando lo que había escuchado sobre la situación.—¿Qué pasa con los peces gordos? ¿Siguen todavía sueltos?George asintió, su tono se volvió más sombrío.—Exactamente. Aunque han hecho algunas detenciones, el tema es más delicado de lo que parece. Hay gente muy poderosa involucrada y no se detendrán fácilmente.Oliver sintió un escalofrío recorrer su espalda bañado de pánico.—Debo reforzar la seguridad de Blair. No puedo arriesgarme a que le pase algo.George levantó una mano para calmarlo.—Tranquilo, Oliver. Todo está bajo control. Los cuerpos de seguridad están haciendo su trabajo. No tienes que preocuparte tan