Oliver la miraba con atención, como si cada rasgo de su rostro contara una historia que solo él pudiera leer. A su lado, Blair parecía una chica inocente y serena, despojada de cualquier pose o fachada que pudiera ocultar su esencia. Su belleza era natural, auténtica, y en ese momento, Oliver se dio cuenta de que ella era mucho más hermosa que cualquier dama de la nobleza que había conocido. Había algo mágico en la forma en que la luz jugaba con su cabello rojizo y en la suavidad de su sonrisa, que iluminaba incluso los rincones más oscuros de su corazón. Una suave risa escapó de sus labios al darse cuenta de que, en un mundo lleno de superficialidades, Blair era un respiro de frescura, un anuncio de que la verdadera belleza reside en la sinceridad y la vulnerabilidad.Oliver, sacando a Blair de sus pensamientos, la miró con una mezcla de determinación y ternura.—Blair, es hora de que dejemos esta cabaña. Vamos a mudarnos a mi mansión —anunció con voz firme pero suave.Ella palideció
Oliver entró en la sala de reuniones como un rayo veloz y su imponente presencia capturó la atención de todos los accionistas. Con un gesto firme, tomó asiento en la mesa donde las voces se entrelazaban en un murmullo de cifras y proyecciones. Sin embargo, en medio de la discusión sobre el gran proyecto financiero, su mente se desvió hacia Blair. La imagen de su rostro, la mezcla de angustia y determinación, lo persiguió como una sombra.—Señores —comenzó Oliver, interrumpiendo el flujo de la conversación. —Antes de continuar, necesito que todos centren su atención en las cifras que tenemos delante. Este proyecto no solo es una oportunidad, es nuestra puerta de entrada a un nuevo nivel de éxito.Mientras los accionistas asentían, Oliver sintió que su mente se deslizaba de nuevo hacia Blair.—Pero hay algo más que debemos considerar —continuó, con voz más suave, casi reflexiva. —Las decisiones que tomamos aquí no solo afectan a nuestras cuentas, sino también a la vida de quienes depend
Blair se acostó en su cama, envuelta en un delicado vestido de dormir blanco que resaltaba su piel pálida y suave. El ajustado corte del vestido resaltaba sus curvas, y la falda corta dejaba al descubierto sus largas y delgadas piernas. Al pensar en Oliver, una tímida sonrisa se dibujó en sus labios. Sus ojos azules la habían hechizado y su fuerza y seguridad la atraían irremediablemente.Blair recordó la forma en que Oliver la había mirado cuando le entregó la ropa nueva y su corazón se aceleró al imaginar lo que podría pasar si él la visitaba en su habitación esa noche. Se preguntó si Oliver sentiría lo mismo por ella, si su inocencia y su virginidad lo atraían como a ella su fuerza y su experiencia.La joven se tumbó boca arriba, con las manos cruzadas sobre el pecho, y cerró los ojos. Su respiración se volvió más profunda y regular, pero en su mente no podía dejar de imaginar a Oliver acercándose a ella, besándola suavemente en los labios y explorando su cuerpo con sus manos segur
Oliver estaba confuso mientras se peinaba frente al espejo. Pensaba en lo lejos que había llegado el día anterior y se preguntaba si había hecho lo correcto. Su intención era proteger a Blair, no aprovecharse de ella. Mientras se acomodaba la corbata, se dijo a sí mismo que debía mantener la distancia y ser responsable. De repente, la puerta del cuarto se abrió y Blair entró, cerrándola detrás de ella. Oliver se sorprendió al verla desnuda, con su cuerpo esbelto y perfecto iluminado por la luz que entraba por la ventana.—Blair, no es necesario... Yo estoy aquí para cuidarte, no para aprovecharme de ti —dijo Oliver, con una voz que delataba su conmoción y su deseo.Ella se acercó a él, sonriendo con picardía, y se arrodilló delante de él. Lentamente, empezó a bajar la cremallera de sus pantalones y dejó al descubierto su erección, que no pudo contenerse al verla.—Quiero aprovecharme de ti —susurró Blair, mientras sus manos acariciaban su piel, haciendo que Oliver dejara caer el saco
Tiempo después...Desde aquel día, Oliver y Blair se unieron en una pasión ardiente que no conocía límites. Cada centímetro de la mansión se convirtió en un escenario para sus insaciables deseos. Blair, con la fuerza de una heroína ardiente, era capaz de elevar a Oliver a la cima del cielo, y su pasión era tan intensa que se sentía en un suspiro. Cada vez que Oliver salía de casa, anhelaba volver a estar con Blair para entregarse una vez más a sus apasionados abrazos. El sexo se convirtió en su mejor aliado, una rutina que jamás los aburría, sino que los envolvía en un lazo de lujuria y seducción que no parecía tener fin.Blair se sumergió en sus estudios en la escuela de moda y diseño de Londres, donde fue una de las mejores alumnas de la clase. Su pasión por la moda convivía con su otra gran pasión en la vida: ser la amante temeraria de Oliver Campbell. Solo ellos conocían la intensa llama que ardía entre ellos, una llama que se desbordaba cuando estaban a solas y los transformaba e
Al llegar a la mansión, Oliver se vio atrapado en una vorágine emocional. Los besos y suaves caricias de Blair, que siempre anhelaba durante el día, parecían desvanecerse, incapaces de llenar el vacío que había dejado la confrontación con su tía. La imagen de su rostro, lleno de desprecio, no le abandonaba, y aún retumbaban en su interior las palabras que le había lanzado como dagas: «¡Tú eres un noble y tienes responsabilidades!». Esa frase lo había golpeado con una fuerza inesperada, haciéndolo cuestionar su propia valía. A pesar del amor que sentía por Blair, una chispa de confusión lo mantenía en un trance, como si estuviera atrapado entre dos mundos. Sabía que no estaba dispuesto a casarse con ninguna mujer que no fuera ella, la única que poseía no solo su deseo físico, sino también su amor más profundo. En su corazón, Oliver comprendía que el verdadero compromiso no se trataba de un mero acuerdo, sino de un vínculo que solo Blair podía ofrecerle y esa certeza lo llenaba de una d
Blair se inclinó hacia Abel y susurró:—Sabes, Abel, a veces siento que estoy caminando por un hilo muy delgado.Abel la miró con complicidad, sonriendo con malicia.—Oh, vamos, Blair. Todos en la mansión saben que eres más que una simple amiga del duque.Blair palideció un instante, pero luego una sonrisa pícara se dibujó en sus labios.—Está bien, está bien, lo admito. Pero prométeme que no dirás nada.—Tu secreto está a salvo conmigo —respondió Abel, levantando la mano en un gesto de juramento. —Además, ¿quién se atrevería a hablar de lo que sucede en esta mansión? El duque tiene a todos firmando compromisos de fidelidad.Blair soltó una risita nerviosa. —Sí, y no quiero ser la primera en descubrir lo que pasa cuando alguien rompe esas reglas.—No te preocupes —dijo Abel, guiñándole un ojo. —Tu secreto está sellado. Pero, ¿qué tal si te digo que me encanta ver cómo te iluminas cuando hablas de él?Blair se sonrojó, sintiendo que el corazón le latía con fuerza.—Es que... es complic
Blair y Oliver se encontraban en un rincón escondido de Massachusetts, donde el murmullo del viento parecía susurrar secretos de amor. Cada mirada que compartían encendía una chispa de deseo, y el roce de sus manos bastaba para desatar una tormenta de emociones. Aprovechando el fin de semana, decidieron escapar de la rutina y dejar atrás las preocupaciones del mundo exterior. En el calor de un atardecer dorado, se sumergieron en un abrazo que prometía más que solo pasión; era un pacto silencioso de entrega total. Sus labios se encontraron en un beso ardiente, mientras el aire se llenaba de la fragancia de su deseo y el tiempo se desvanecía, convirtiendo cada instante en una eternidad de placer y conexión.Oliver miró a Blair con una mezcla de emoción y nerviosismo.—Blair, tengo algo importante que contarte —dijo, tomando su mano con suavidad. —He recibido una propuesta de trabajo de Beatrice Miller, una dama de la alta sociedad de Londres. En realidad, la propuesta es para ti.Blair