Demetrio Saint Amour es el actual dueño de los mejores casinos en Las Vegas y su país natal Mónaco. Un hombre de treinta y cuatro años con un imperio asombroso es la atracción masculina para cualquier mujer; poderoso, millonario, una excelente reputación, y es un profesional que jamas ha perdido un negocio... o por lo menos no hasta ese momento. Un negocio millonario podría irse a la borda si no consigue a la mejor arquitecta de toda Europa para que se encargue del diseño y construcción de un casino moderno, para no perder millones necesita a quien hasta el momento es la sensación en el mundo del diseño arquitectónico y la mujer que muchos empresarios quieren como su diseñador personal.
Nefertiti Lüneburg es la arquitecta estrella con tan solo veinticuatro años de edad, una mujer egipcio-alemán hermosa con un futuro brillante pero con ahora prioridades más importantes que el trabajo. Lo más importante para ella es obtener los papeles de adopción oficial de su pequeño hijo coreano Júpiter quien solo tiene dieciocho meses de nacido. Su hijo es lo más importante al momento y eso la ha llevado a centrarse por completo en su estadía en Corea del Sur, ha rechazado proyectos importantes y uno de ellos es el proyecto de construir un casino moderno en la capital de Mónaco, Nefertiti no piensa aceptar proyectos en un buen tiempo y eso sera problema para muchos y especialmente del señor Saint Amour.
Demetrio la necesita y aunque ha tratado de concertar una cita con la famosa Nefertiti Lüneburg no ha podido y sabe que no podrá obtenerla, no por medios fáciles pues no es el único que quiere a la exitosa arquitecta a su lado. Conseguirá a Nefertiti de cualquier forma, no importa cometer una locura para contratarla y un accidente podría ayudarle a tener a Nefertiti en sus manos dejándola sin ninguna salida, ella podría caer en una trampa que Demetrio lamentara.
-Nefertiti eres una mujer bella, no puedo entregarte al mundo ahora que te tengo eres hermosa y cada parte de ti me pertenece. – acaricia el rostro de la mujer que lo está volviendo loco.
-¡Señor Saint Amour, por favor ahorre sus palabras y firme el divorcio! – le dice ella con un enojo que solo divierte a Demetrio Saint Amour.
-Nefertiti... eres mía, ¿lo entiendes? No voy a c*******rte con nadie, soy un hombre posesivo y lo que es mío, es mío. –le advierte con una caricia sobre el vientre, ella suelta un gemido. –Si yo digo Nefertiti ve aquí, tu vienes, si te digo espérame en la cama, me esperas. Eres mi mujer, compórtate como tal ya que no me gusta c*******r. – la besa con fuerza, con posesión y deseo.
Demetrio no sabe que pronto se dara cuenta de lo equivocadas que son sus palabras, el pasado de Nefertiti es lo unico que puede destruirlos. Nefertiti es mas fuerte de lo que Demetrio imagina y se dara cuenta, que sus deseos por tenerla podrian arruinarle la vida pero Demetrio Saint Amour no estara dispuesto a dejar a Nefertiti aunque para ello tenga que p***r por encima de una traidicion inombrable.
No se trataba de esto. No se trataba de aquello. No se trataba de perder mi valioso tiempo aquí. No... por supuesto que no. No se trataba de venir a Alemania y quedarme estancada en el aeropuerto porque a mi responsable y adorado hermano se le olvido recogerme en el aeropuerto a sabiendas de que soy la persona más tímida del mundo. No puedo hablar con nadie porque me ruborizo y eso ya lo hace un problema ¡Los hombres piensan que estoy coqueteando con ellos! Camino por los pasillos con el nerviosismo matándome, no es que le tenga miedo a la gente pero mi hermano sabe bien que no es la mejor época para mí y mi soledad. Maldición. V
En cuanto llegamos a mi casa Pepe está nervioso viendo de un lado a otro, le miro con interés pero se encoge de hombros cada vez que intento sacarle algo de información. Saco las llaves de mi mochila y abro la puerta, sé que bastaba con tocar pero quiero evitarle el problema a la servidumbre... o peor, avisar a mi hermano de mi llegada.Entramos y todo es silencio, no se escucha ni un alma y eso me da indicio de que algo va mal. He pasado lejos de casa alrededor de ocho meses y aunque todo se ve igual sé que algo va mal, sé que algo val y en cuanto doy un paso para subir las escaleras lo corroboro.—Nef deberíamos de esperar a que Horus nos diga que podemos pasar... —me toca el brazo y yo le vuelvo a ver.—Pepe
La canción Bedroom Floor me acompaña en mi viaje al centro de Berlín. Me reuniré con Pierce Ewet, mi abogado, quien hace dos días aterrizó en Berlín para aligerar el proceso de nacionalidad para mi hijo, no puedo darle a mi hijo la nacionalidad egipcia por el momento pero con la alemana basta para traerlo y que viva conmigo; me encantaría vivir con él en Corea pero no puedo hacerlo debido a mi trabajo y por supuesto, a Horus.Agh. Vaya problemas que el cabezota de mi hermano mayor va a darme; no me importa de todas maneras. Todo esto es por mi hijo, Júpiter es todo lo que adoro en este momento y haría cualquier cosa por él. Horus aceptara a mi pequeño en cuanto se dé la oportunidad de conocerlo, de ver lo lindo e indefenso que es mi precioso niño.
Estaciono la camioneta en un spot libre y amplio frente a un hotel con el nombre SAINT AMOUR en la fachada, el edificio es un mero lujo y me recuerda a algo, me parece un edifico conocido se parece a un edificio que yo diseñe pero... mmmm. No, no puede ser.En fin, sinceramente no conocía este lugar e imagino que se debe a mis constantes cambios de domicilio, he estado un largo tiempo en Corea así que imagino y fue construido en ese tiempo. Pero insisto que me parece conocido.Cuando me acerco al lugar uno de los vigilantes me sorprende diciendo que el edificio aún se encuentra en construcción y que será inaugurado aproximadamente en un mes, la sorpresa es más cuando veo un camión con el nombre LÜNEBURG estacionado.
—¡Como es que has chocado la camioneta otra vez! —grita justo en el momento que me ve entrar a la casa.Vale. Esto ha sido muy rápido.—Nefertiti todo el mundo sabe que eres la peor condiciendo y te atreves a llevarte la camioneta nueva. —me riñe y yo me siento sobre el sillón. Prefiero escucharlo y esperar que se calme. —¡Chocaste la camioneta! ¡Mi camioneta! ¡Todos sabemos que las mujeres son las peores conduciendo! ¡No puedo creer que tengas licencia! —sigue diciendo y yo hago una mueca.¿Me está diciendo que no se conducir? ¿Qué cómo mujer no tengo derecho a tener licencia?—A v
Abro la puerta de la casa y sinceramente, los ojos se me llenan de lágrimas. Horus no tiene idea de lo mucho que amo a Júpiter y aunque se lo repito ni siquiera tiene la bondad de conocerlo, de aceptarlo y respetarlo. Júpiter es un bebé, un pequeñito indefenso que llego a mis manos en el momento adecuado.Bajo las gradas para salir hasta el jardín que cubre la fachada de la casa, me siento en uno de los escalones y me abrazo las piernas. No quiero llorar pero es inevitable, soy la madre de Júpiter, es verdad que no estuvo en mi vientre pero yo lo quiero como mi propia sangre, es un pequeño tierno. Hermoso.Me quedo viendo a la nada por largos segundos, finalmente solo me cubro el rostro y gruño con exasperación. Si pudiera hacerlo mataría a Horus por ser un idiota insen
Salgo casi corriendo del avión para incorporarme a la sala, camino con ansias y no me importa para nada las reñinas que Pierce me viene dando y mucho menos las del vigilante que me pide calma cuando paso a su lado.¡¿Cómo podría estar calmada?!Hemos aterrizado en Seúl, Corea del sur y lo único que quiero es tener a mi hijo en mis brazos y darle muchos besos. Lo he hecho de menos y eso que solo he estado lejos de él unas cuarenta y ocho horas.—¡Nefertiti espérame! —escucho a Pierce.Creo que él no ha dominado bien el idioma todavía, en vez de pedir permiso a veces pide otras cosas... No entiendo.¿Qué es lo que dijo?¿Qué soy suya? ¿Qué me necesita a su lado?¡Yo ni siquiera lo conozco!Si no hubiese chocado su coche ayer, sino hubiese llegado a mi casa ayer yo quizás jamás lo hubiese conocido. Le he chocado el coche pero nada más, no quiero que este hombre se haga ideas.Sin siquiera pensarlo, llamo de inmediato a Horus.El móvil no deja ni dos timbrazos cuando Horus me contesta.—¿¡DondCapítulo 8