—¡Como es que has chocado la camioneta otra vez! —grita justo en el momento que me ve entrar a la casa.
Vale. Esto ha sido muy rápido.
—Nefertiti todo el mundo sabe que eres la peor condiciendo y te atreves a llevarte la camioneta nueva. —me riñe y yo me siento sobre el sillón. Prefiero escucharlo y esperar que se calme. —¡Chocaste la camioneta! ¡Mi camioneta! ¡Todos sabemos que las mujeres son las peores conduciendo! ¡No puedo creer que tengas licencia! —sigue diciendo y yo hago una mueca.
¿Me está diciendo que no se conducir? ¿Qué cómo mujer no tengo derecho a tener licencia?
—A v
Abro la puerta de la casa y sinceramente, los ojos se me llenan de lágrimas. Horus no tiene idea de lo mucho que amo a Júpiter y aunque se lo repito ni siquiera tiene la bondad de conocerlo, de aceptarlo y respetarlo. Júpiter es un bebé, un pequeñito indefenso que llego a mis manos en el momento adecuado.Bajo las gradas para salir hasta el jardín que cubre la fachada de la casa, me siento en uno de los escalones y me abrazo las piernas. No quiero llorar pero es inevitable, soy la madre de Júpiter, es verdad que no estuvo en mi vientre pero yo lo quiero como mi propia sangre, es un pequeño tierno. Hermoso.Me quedo viendo a la nada por largos segundos, finalmente solo me cubro el rostro y gruño con exasperación. Si pudiera hacerlo mataría a Horus por ser un idiota insen
Salgo casi corriendo del avión para incorporarme a la sala, camino con ansias y no me importa para nada las reñinas que Pierce me viene dando y mucho menos las del vigilante que me pide calma cuando paso a su lado.¡¿Cómo podría estar calmada?!Hemos aterrizado en Seúl, Corea del sur y lo único que quiero es tener a mi hijo en mis brazos y darle muchos besos. Lo he hecho de menos y eso que solo he estado lejos de él unas cuarenta y ocho horas.—¡Nefertiti espérame! —escucho a Pierce.Creo que él no ha dominado bien el idioma todavía, en vez de pedir permiso a veces pide otras cosas... No entiendo.¿Qué es lo que dijo?¿Qué soy suya? ¿Qué me necesita a su lado?¡Yo ni siquiera lo conozco!Si no hubiese chocado su coche ayer, sino hubiese llegado a mi casa ayer yo quizás jamás lo hubiese conocido. Le he chocado el coche pero nada más, no quiero que este hombre se haga ideas.Sin siquiera pensarlo, llamo de inmediato a Horus.El móvil no deja ni dos timbrazos cuando Horus me contesta.—¿¡DondCapítulo 8
Me paseo de un lado a otro con Júpiter en mis brazos, mi hijo se abraza a mí como si entendiera que estoy necesitando de tranquilidad.Mi hijo.¡Acaso Horus no puede entender que Júpiter para mí es muy importante!Es mi hijo, ¡Por el amor de Dios! Júpiter es mi precioso y adorado hijo, y no solo porque ese idiota se le van las copas y apuesta hasta lo que no es de su propiedad, voy a permitir que me separen de él.No voy a regresar a Alemania y mucho menos voy a reunirme con el tal Demetrio Saint Amour, ahora puedo entender a que se refería con sus "eres mía" "te necesito" "quiero verte". No. Ese hombre quizás está obsesionado conmigo, y además ya me conocía en
Sí, es el señor Saint Amour.El imponente hombre de traje negro y con una pinta de Hulk camina hacia el hombre y sin siquiera pensarlo le da una patada en el estómago que lo hace retorcer y girar por el suelo.Júpiter se queda callado de repente en cuanto mira la escena, solo por unos segundos para volver a llorar y esconder su rostro en mi cuello. Acaricio su espalda. No puedo decir mucho.—Respete. —gruñe.¡Definitivamente es Demetrio Saint Amour!Jupiter da un buenos gritos haciéndome reaccionar.—>&
He agarrado mi móvil, una chumpa extra para Júpiter, un hoodie para mí y el señor Saint Amour solo nos ha guiado hasta la calle como si nada. Si, el señor Saint Amour actúa como si tuviera total control de cualquier situación, de cualquier evento y como si (de la nada) fuera un gran conocido mío. No es así, yo no conozco a este hombre y no quiero conocerlo. Su existencia me resulta intimidante, su pelicular forma de dominar la situación con una sola mirada me tiene desconcertada y mucho más, me preocupa lo bien que sabe dominar a mi hijo. Júpiter está tranquilo, no se queja ni nada de la mano fuerte que lo está sosteniendo. Júpiter me ha traicionado. —Señorita Lüneburg, ¿podría guiarme hasta el restaurante que usted desee? —pregunta el conductor que minutos antes se ha presentado como Daniel Visser, motorista y guardaespaldas del señor Saint Amour. —Sí, un momento por f
El señor Saint Amour me mira fijamente, se hace un silencio haciendo que lo único que se escuche son los balbuceos de mi hijo. Es intimidante, o por lo menos eso me lo parece a mí. Su mirada azul es penetrante y su postura dominante me resulta demasiado. ¡Como siempre no dice nada! —¡Baaa! ¡Baaa! —Júpiter tira del abrigo de Saint Amour. —¡Abu! Chi... to... —sigue balbuceando. El señor Saint Amour le sonríe levemente, no tanto como hace un rato pero le hace caricias que mi hijo adora. Creo que no le habla porque no sabe cómo hacerlo. Le estira los brazos pero no se lo permitiré, mucha confianza. —Señor Saint Amour... —le llamó. Levanta la mirada y me mira nuevamente con esos intrigantes ojos azules. —Señor Saint Amour ¿Por qué ha venido? —ya, está tal vez es la vencida. —Porque
Le miro con una pizca de incredulidad. No, no una pizca... ¡Con una gran puñetera cara de incredulidad!¿Qué ha dicho?¡¿Como puede decirlo de esa forma?!No, y no es por el hecho que el señor Saint Amour este a escasos dos centímetros lejos de mí y mucho menos a que está mirándome como si quisiera comerme, matarme o meterse en mi mente. No. Mi incredulidad va hacia sus palabras.Señorita Lüneburg, mi nombre es Demetrio Saint Amour y usted, señorita Lüneburg, es mi futura esposa.La frase se repite en mi mente a los segundos que lo ha dicho, puedo repetirlo en mi mente con el