La canción Bedroom Floor me acompaña en mi viaje al centro de Berlín. Me reuniré con Pierce Ewet, mi abogado, quien hace dos días aterrizó en Berlín para aligerar el proceso de nacionalidad para mi hijo, no puedo darle a mi hijo la nacionalidad egipcia por el momento pero con la alemana basta para traerlo y que viva conmigo; me encantaría vivir con él en Corea pero no puedo hacerlo debido a mi trabajo y por supuesto, a Horus.
Agh. Vaya problemas que el cabezota de mi hermano mayor va a darme; no me importa de todas maneras. Todo esto es por mi hijo, Júpiter es todo lo que adoro en este momento y haría cualquier cosa por él. Horus aceptara a mi pequeño en cuanto se dé la oportunidad de conocerlo, de ver lo lindo e indefenso que es mi precioso niño.
No podría abandonarlo otra vez... no podría dejarlo.
Conocí a Júpiter mientras realizaba un proyecto en Seúl, acepte diseñar un orfanato para niños coreanos de forma gratuita y he vivido en Corea por un periodo de tiempo que me ha fascinado. Me sentí conmovida ante el recibimiento de los niños así que no dude en buscar benefactores coreanos para poder construirlo, me sirvió de algo haber diseñado majestuosos hoteles alrededor del mundo para poder obtener el apoyo de empresas que gustaban del nombre de mi empresa como asociada.
Júpiter llego en el momento que la obra se terminaba, un bebé de 14 meses sano y con una hermosa mirada me cautivo desde el primer instante. La nota que lo acompañaba me destrozo el corazón, "No puedo cuidar más de él, por favor cuídenlo yo ya no estaré para él." Y fue así, me encargue de cuidar a Júpiter mientras trataban de encontrar a su madre, gracias a las cámaras de seguridad instaladas la policía pudo encontrarla pero lastimosamente ella ya había fallecido a causa de una sobredosis. Lamentable pero cierto, Júpiter no hubiera tenido una buena vida de haberse quedado con ella, mi hijo tenía pequeños golpes y rasguños, mala alimentación y bajo peso.
Mi pequeño es todo para mí ahora, su sonrisita me enamora y su peculiar manera de aprender me mantiene sorprendida. Es un bebé muy inteligente, tiene 18 meses pero es mi tesoro. No puedo ni imaginar lo que le hubiese pasado si esa mujer no lo hubiese dejado con nosotros, se hizo una investigación para Júpiter pero no había registro ni de su nacimiento lo que nos indicaba que había nacido en casa y que nadie se había preocupado por asentarlo ante la ley. No más, pronto mi hijo tendrá mi apellido y será un Lüneburg.
Estaciono el coche frente a la oficina administrativas de migración en Berlín. Me bajo del coche y llamo a Pierce quien no me contesta sino que abre la puerta del Mercedes SUV y sonríe. Un hombre eficiente, mi hombre eficiente.
—Señorita Lüneburg, un placer verla sana y salva después de conducir. —me dice con una sonrisa y eso me relaja por unos segundo. —Uh, ¿nada bien en casa? —pregunta y me encojo de hombros.
—Nunca se puede estar bien con la familia. —me río, me ofrece la mano para salir de la camioneta y yo se la acepto encantada. Seguido me da un medio abrazo y me da un beso en los labios.
—Todo estará bien Nefertiti, en cuanto estemos de regreso en Corea con Júpiter sabrás que esto vale la pena. El bebé vale la pena. —me dice con un enorme sonrisa. Pierde también se encantó con Jupiter cuando lo conoció dos meses atrás.
—Pierce sé que todo vale la pena desde que decidí adoptar a Júpiter y créeme que nunca me había sentido tan segura de algo y, por supuesto, tengo que agradecértelo a ti.
Pierce es definitivamente mi salvador.
—Me alegro verte feliz a pesar de todo, creo que me gustas más con esa sonrisota. —me dice con sinceridad.
Lo que hay entre Pierce y yo... es complicado, es y no es pero ninguno de los dos habla de ello; Pierce sabe los riesgos de una relación conmigo y por eso ambos nos mantenemos al margen. Pierce es un hombre muy atractivo, alto, con una mirada suave y comprensiva. Es un hombre muy inteligente y tengo la suerte de llamarlo mi mejor abogado y amante.
Una pareja no necesariamente tiene que estar enamorada para estar bien, no es necesario poner un anillo en el dedo de una mujer para hacerla tuya, no es necesario que te de flores para saber que te desea. No. Esos detalles me parecen demasiado cliché, o no sé si es todo gracias a mi educación y a la cantidad aburrida de pretendientes que tuve hasta que se encontró al "indicado". No sigo la religión que mis abuelos me inculcaron y eso me ha ayudado mucho dándome libertades que toda mujer merece.
En la oficina migratoria nos informan que ya estoy solvente con lo que respecta a todo el papeleo, la oficina migratoria coreana ya se ha contactado con ellos y Pierce ha facilitado todo lo demás. No hay ningún "pero", mi padre es alemán por nacimiento por lo tanto yo también lo soy; mi nacionalidad alemana es directa así que Júpiter puede ser un niño coreano-alemán-egipcio.
Tengo que pasar a varias salas, firmar algunos papeles y llenar algunos formularios. Gracias a Pierce el proceso ha sido rápido, cada papel que leo me hace sentir más feliz.
—Señorita Lüneburg he de mencionar que el pequeño no podrá salir de Alemania por lo menos en un año, a no ser, que desee llevarlo a Egipto para los trámites correspondientes. —menciona con una sonrisa la mujer que me está atendiendo.
Frunzo el ceño. Tengo un posible proyecto en México que tengo que ir a cerrar personalmente y también llevarlo a Francia a que conozca a mis padres.
—¿Puede viajar dentro de Europa? —pregunto y la señora me mira pensativa.
—¿Con que motivo? —pregunta con el gesto serio. Creo que está malinterpretando esto, no estoy tratando de vender a mi hijo o algo parecido.
—Mis padres viven en Francia y me gustaría poder llevar a Júpiter, mi trabajo también se centra en viajar a diferentes partes del mundo. —ella me mira con el gesto serio y teclea algo en su máquina.
—¿Tiene usted nacionalidad Francesa? —niego.
—Si usted tuviera nacionalidad Francesa podría realizar un proceso para que el niño tenga nacionalidad francesa y así pueda permanecer en esa ciudad por un tiempo. —me dice y yo asiento.
Esto presentará muchos problemas con Horus pero creo que podre mantenerme en Alemania por este año, mi hijo es mucho más importante que un proyecto en México o en algún otro país.
Finalizamos los tramites y la emoción me invade cuando leo los papeles con el nombre Júpiter Kang Lüneburg. Es que de mi parte regresaba a Corea en este mismo instante, y sí, creo que eso es exactamente lo que voy a hacer.
—Pierce que preparen el jet, voy a regresar a Corea esta misma noche. —le digo dando un saltito de alegría.
—Sé que ahora es oficialmente Nefertiti Lüneburg-Tutmose madre de Júpiter Kang Lüneburg, sexo masculino, nacido el día trece de octubre del año 2016 en Seúl Corea del Sur y con asentamiento alemán el día cuarto de abril del año 2018. —dice con vocecita cantarían, yo sonrío pero sé que hay un pero.
—¿Pero? —hago un puchero.
Él se da la vuelta y toca mis mejillas, seguido me da un beso.
—Recuerde que esta noche tiene una reunión de negocios con el propietario de casinos en Mónaco y tiene que estar allí puntual. —frunzo el ceño.
—No, ya he dicho que ese proyecto esta desechado por completo, no voy a diseñar un edificio para un hombre como ese tipo. Me cae muy mal.
—Nefertiti ni siquiera lo conoces. —se ríe. Resoplo. No es necesario conocerlo, se bien lo que se dice de él.
—Además, te he encargado a ti de desechar el proyecto ¿no te has contactado ya con ellos?
—Lo hice pero solo pude hablar con el vice-presidente, quien me ha informado que ellos no van a dejar de insistir y que quieren reunirse personalmente contigo.
—Yo no quiero reunirme con ellos, yo querer regresar a Corea. – resoplo. Si el hombre lo que quiere es que lo rechace personalmente, tendré que hacerlo. – Pierce solo prepara el jet, me reuniré con ellos en este momento solo envíame la dirección de la oficina de ese hombre ¿Cómo es que se llama? – pregunto mientras me dirijo hacia mi auto.
—¿Piensa reunirse con un posible cliente vistiendo de esa forma? – me pregunta con una ceja arqueada.
Me auto analizo de forma rápida y no veo nada de malo, pantalón denim, camiseta blanca y unos tenis. Esta es la ropa que comúnmente se usa en corea y estoy segura que en todo el mundo, no tiene nada de malo que visite a un desechado cliente vistiendo así por lo menos entenderá que no tengo intención alguna de trabajar con él.
—Estoy linda. —me encojo de hombros.
Pierce se apresura a abrir la puerta de la camioneta y después me sonríe.
—No estas linda, Nefertiti estas preciosa y pareces una chiquilla de veinte años. Me encantan esos ojos. —yo sonrío. No me veo tan joven, aunque mis facciones egipcio-alemanas no pasan desapercibidas. Mis ojos son mi virtud. —Así que nada de coquetearle a ese hombre, es muy mayor para ti y creo que está casado así que cuidado. —me advierte y yo ruedo los ojos.
No soy bruta.
Lo único que me importa es mi hijo.
Subo a la camioneta y me despido. Pierce casi de inmediato me envía la dirección y también me envía los documentos, o mejor dicho, el contrato que este tipo (que no recuerdo el nombre) me ha enviado. Lo único que puedo leer es Saint Amour, un nombre atractivo a simple vista pero esto no es más que algo obvio. Elliot (mi guardaespaldas) me ha informado un poco más de estos casinos, hace un par de años estuvieron involucrados con ilegalidades y eso ya es suficiente para mí.
Lo rechazo y me largo, solamente eso.
Estaciono la camioneta en un spot libre y amplio frente a un hotel con el nombre SAINT AMOUR en la fachada, el edificio es un mero lujo y me recuerda a algo, me parece un edifico conocido se parece a un edificio que yo diseñe pero... mmmm. No, no puede ser.En fin, sinceramente no conocía este lugar e imagino que se debe a mis constantes cambios de domicilio, he estado un largo tiempo en Corea así que imagino y fue construido en ese tiempo. Pero insisto que me parece conocido.Cuando me acerco al lugar uno de los vigilantes me sorprende diciendo que el edificio aún se encuentra en construcción y que será inaugurado aproximadamente en un mes, la sorpresa es más cuando veo un camión con el nombre LÜNEBURG estacionado.
—¡Como es que has chocado la camioneta otra vez! —grita justo en el momento que me ve entrar a la casa.Vale. Esto ha sido muy rápido.—Nefertiti todo el mundo sabe que eres la peor condiciendo y te atreves a llevarte la camioneta nueva. —me riñe y yo me siento sobre el sillón. Prefiero escucharlo y esperar que se calme. —¡Chocaste la camioneta! ¡Mi camioneta! ¡Todos sabemos que las mujeres son las peores conduciendo! ¡No puedo creer que tengas licencia! —sigue diciendo y yo hago una mueca.¿Me está diciendo que no se conducir? ¿Qué cómo mujer no tengo derecho a tener licencia?—A v
Abro la puerta de la casa y sinceramente, los ojos se me llenan de lágrimas. Horus no tiene idea de lo mucho que amo a Júpiter y aunque se lo repito ni siquiera tiene la bondad de conocerlo, de aceptarlo y respetarlo. Júpiter es un bebé, un pequeñito indefenso que llego a mis manos en el momento adecuado.Bajo las gradas para salir hasta el jardín que cubre la fachada de la casa, me siento en uno de los escalones y me abrazo las piernas. No quiero llorar pero es inevitable, soy la madre de Júpiter, es verdad que no estuvo en mi vientre pero yo lo quiero como mi propia sangre, es un pequeño tierno. Hermoso.Me quedo viendo a la nada por largos segundos, finalmente solo me cubro el rostro y gruño con exasperación. Si pudiera hacerlo mataría a Horus por ser un idiota insen
Salgo casi corriendo del avión para incorporarme a la sala, camino con ansias y no me importa para nada las reñinas que Pierce me viene dando y mucho menos las del vigilante que me pide calma cuando paso a su lado.¡¿Cómo podría estar calmada?!Hemos aterrizado en Seúl, Corea del sur y lo único que quiero es tener a mi hijo en mis brazos y darle muchos besos. Lo he hecho de menos y eso que solo he estado lejos de él unas cuarenta y ocho horas.—¡Nefertiti espérame! —escucho a Pierce.Creo que él no ha dominado bien el idioma todavía, en vez de pedir permiso a veces pide otras cosas... No entiendo.¿Qué es lo que dijo?¿Qué soy suya? ¿Qué me necesita a su lado?¡Yo ni siquiera lo conozco!Si no hubiese chocado su coche ayer, sino hubiese llegado a mi casa ayer yo quizás jamás lo hubiese conocido. Le he chocado el coche pero nada más, no quiero que este hombre se haga ideas.Sin siquiera pensarlo, llamo de inmediato a Horus.El móvil no deja ni dos timbrazos cuando Horus me contesta.—¿¡DondCapítulo 8
Me paseo de un lado a otro con Júpiter en mis brazos, mi hijo se abraza a mí como si entendiera que estoy necesitando de tranquilidad.Mi hijo.¡Acaso Horus no puede entender que Júpiter para mí es muy importante!Es mi hijo, ¡Por el amor de Dios! Júpiter es mi precioso y adorado hijo, y no solo porque ese idiota se le van las copas y apuesta hasta lo que no es de su propiedad, voy a permitir que me separen de él.No voy a regresar a Alemania y mucho menos voy a reunirme con el tal Demetrio Saint Amour, ahora puedo entender a que se refería con sus "eres mía" "te necesito" "quiero verte". No. Ese hombre quizás está obsesionado conmigo, y además ya me conocía en
Sí, es el señor Saint Amour.El imponente hombre de traje negro y con una pinta de Hulk camina hacia el hombre y sin siquiera pensarlo le da una patada en el estómago que lo hace retorcer y girar por el suelo.Júpiter se queda callado de repente en cuanto mira la escena, solo por unos segundos para volver a llorar y esconder su rostro en mi cuello. Acaricio su espalda. No puedo decir mucho.—Respete. —gruñe.¡Definitivamente es Demetrio Saint Amour!Jupiter da un buenos gritos haciéndome reaccionar.—>&
He agarrado mi móvil, una chumpa extra para Júpiter, un hoodie para mí y el señor Saint Amour solo nos ha guiado hasta la calle como si nada. Si, el señor Saint Amour actúa como si tuviera total control de cualquier situación, de cualquier evento y como si (de la nada) fuera un gran conocido mío. No es así, yo no conozco a este hombre y no quiero conocerlo. Su existencia me resulta intimidante, su pelicular forma de dominar la situación con una sola mirada me tiene desconcertada y mucho más, me preocupa lo bien que sabe dominar a mi hijo. Júpiter está tranquilo, no se queja ni nada de la mano fuerte que lo está sosteniendo. Júpiter me ha traicionado. —Señorita Lüneburg, ¿podría guiarme hasta el restaurante que usted desee? —pregunta el conductor que minutos antes se ha presentado como Daniel Visser, motorista y guardaespaldas del señor Saint Amour. —Sí, un momento por f