Capítulo 44

Esas dos palabras son suficientes para que me tome en brazos, levantándome para ponerme sobre su cintura. Su mano viaja hasta mi trasero y me sujeta con fuerza de ahí, me quejo y él ríe. Dios bendito. Estoy a punto de cometer una locura.

Me lleva cargando hasta uno de los enormes sillones que acompañan su mini bar, se sienta conmigo encima y yo soy incapaz de separarme. Comienzo a quitarle la pajarita, él me mira expectante por la iniciativa y yo sonrío.

Acerco la mano al primer botón de su camisa, me mira con los ojos bien abiertos esperando mis movimientos. Desabrocho el botón con delicadeza y eficiencia, frunce el ceño.

—No quiero ni saber cómo has aprendido a hacer eso tan rápido. —espeta.

—No me

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