Demetrio me observa desde la oscuridad, su mano sigue sosteniendo la mía pero me siento de alguna manera un poco incomoda o es que tengo un poco de calor. Daniel nos conduce entre la oscura pero muy viviente noche en Mónaco, es impresionante todo el lujo que representa este país y curiosamente llevo a mi lado a uno de los hombre más poderosos de este lugar.
Suspiro.
Mi vida está cambiando de una forma muy drástica y extraña, no quiero perderme del camino que yo misma he logrado forjar. Mi constructora es muy importante para mí, mi trabajo pero sobre todo ahora, mi hijo es lo único que me mantiene a flote. No puedo dejar que mi matrimonio con Demetrio afecte mi vida.
—¿Qué sucede? —acaricia mi pierna.
Esas dos palabras son suficientes para que me tome en brazos, levantándome para ponerme sobre su cintura. Su mano viaja hasta mi trasero y me sujeta con fuerza de ahí, me quejo y él ríe. Dios bendito. Estoy a punto de cometer una locura. Me lleva cargando hasta uno de los enormes sillones que acompañan su mini bar, se sienta conmigo encima y yo soy incapaz de separarme. Comienzo a quitarle la pajarita, él me mira expectante por la iniciativa y yo sonrío. Acerco la mano al primer botón de su camisa, me mira con los ojos bien abiertos esperando mis movimientos. Desabrocho el botón con delicadeza y eficiencia, frunce el ceño. —No quiero ni saber cómo has aprendido a hacer eso tan rápido. —espeta. —No me
Me remuevo en la cama sintiendo un fuerte peso sobre mi estómago. Abro los ojos tratando de acostumbrarme a la luz y en cuento logro enfocar la vista vuelvo la mirada hacia el hombre que duerme plácidamente a mi lado, observo su rostro y sonrío al ver sus pestañas largas. Me gustan los hombres que tienen pestañas oscuras y largas, me parecen sensuales y claramente que Demetrio Saint Amour cumpla con mis estándares es ya algo irreal, sus labios son perfectos también y que bien trabajan. ¡Nefertiti concéntrate! Busco con la mirada cualquier tipo de reloj y lo encuentro en una mesita del otro lado, me doy cuenta que son las siete más treinta de la mañana. Me muevo tratando de despegarme de él, necesito ir a ver a mi pequeño. Sin embargo, cualquier sentido de movimiento es desperdicio porque el señor me sujeta con más fuerza
Salgo en busca de mi hijo traidor y le escucho gritando, riendo desde la habitación del señor Saint Amour en la cual pase la noche, toco la puerta y escucho un "adelante" perezoso. Al momento de entrar me quedo con la boca abierta al ver a mi hijo saltar sobre la espalda de Demetrio quien parece estar nuevamente más dormido que despierto. Júpiter le salta y cuando se acuesta sobre su espalda decide jalarle el pelo. Demetrio no se queja. Ahora con la luz del día puedo ver lo sofisticada y enorme que es la habitación; paredes oscuras, todo se ve limpio y organizado, poderoso, solo representa lo que Demetrio Saint Amour es, un amo y señor. Increíble que he pasado la noche con él y no me arrepiento de lo que he hecho. —Júpiter... duérmete... —le dice en inglés. Mi hijo hace caso omiso.&n
Me doy una ducha rápida, me pongo unos vaqueros negros, una blusa larga y tenis, no quiero enfermar porque como ya he mencionado, para mí los cambios de clima son algo a lo que nunca me adapto. Me arreglo el cabello y me apresuro cuando mi móvil suena y Horus me pregunta donde estoy para pasar a recogerme. No le digo absolutamente nada y solo le pido que me envíe la dirección del lugar.Busco a Demetrio y Júpiter en su habitación pero ya no están ahí, bajo hasta la primera planta y pregunto por ellos. Me informan que está en la cocina y me indican como llegar, solo tengo dos días aquí y esta casa es inmensa, sorprendente para solo un hombre y me pregunto si su antigua esposa vivió aquí.Entro a la cocina y lo primero que veo es a Júpiter sobre los hombros de Demetrio, mi pequeño está agarrándole del cabello y Demetrio le dice que no tiene que soltarse p
Entro al restaurante y como es de esperarse, mi hermano me espera con la más grande de sus descaradas sonrisas. Respiro profundo cuando le veo coquetear con una de las meseras, no puedo creer que sea tan maleducado espero que de verdad encuentre una mujer que lo haga cambiar o bueno, no me importaría que terminara siendo gay pero que cambie esa actitud tan machista que tiene.—¡Nefertiti! ¡Mi hermanita preciosa! —dice entusiasmado en cuanto me acerco a él. Me mira a cuerpo completo. —Nefertiti esa no es ropa que alguien como tú debería de estar usando, no pareces más que una chica común. —se planta frente a mí y levanta la mano.—No besaré tu mano. —aclaro. Me mira a los ojos y asiente.
Me cambio de ropa bajo la mirada acusadora de Júpiter. Es un bebé bastante peculiar. No entiendo muy bien cómo es que he terminado cuidando este bebé cuando realmente no soy un hombre de niños. Necesito regresar al casino temprano porque tengo que firmar unos documentos que el inepto de Miguel olvido darme, tendré que llevar a Júpiter conmigo y me parece que será un reto bastante grande. No me molesta en lo absoluto.—Bien, ¿estás listo? —le pregunto.El pequeño me mira con una sonrisita de picardía que le he aprendido cuando quiere algo o esta emocionado por algo, los niños pueden ser unos diablillos. Jupiter me sonríe y quiero pensar que le agrado, soy hombre capaz y extraordinario, no podría desagradarle.—¡Eomaaaa! —-grita. Me rio y le acaricio la cabeza. —¡¿Qué hace ese niño contigo?! —gruñe.Me quedo observándolo por unos segundos. No necesito ni excusas para darle un buen puñetazo, juraría que podría matarlo. Necesito tranquilizarme o podría cometer una locura.—Saint Amour te estoy haciendo una pregunta, ¡¿Qué haces con ese chino?! —este imbécil.—Ese niño se llama Júpiter, es coreano no chino, y lleva mi apellido así que te pido que guardes tu tono de voz, es mi oficina y no creo haberte invitado a pasar. Horus no tientes a tu suerte suficiente paciencia he tratado de tenerte porque respeto los deseos de Nefertiti. —se acerca a mi escritorio dándole un fuerte golpe.Capítulo 50
El incidente con Horus me deja con un muy mal sabor de boca, mi dura coraza se destartala por unos segundos y me siento triste, con el corazón roto y muy decepcionada de todo lo que mi familia es capaz de hacer con tal de tenerme regreso en casa.—¡¿Nefertiti?! —escucho a lo lejos la voz del hombre que de forma deliberada dice amarme, y al cual he decidido dejarle estar a mi lado.La decisión no la he tomado de forma deliberada, me he tomado el atrevimiento de pensar y sentir, no soy una mujer que se deja nublar por sentimientos pero aun así este hombre me desarma. No entiendo la razón, no sé si es su sinceridad, manía por controlar todo pero contenerse conmigo hasta un punto, su atractivo físico, su forma de tratarme, la forma en la que trata a mi hijo. No lo sé, hasta puede ser el deseo intimo que ha nacido en mi inter