¿Qué es todo esto? ¿Enojar a mis abuelos? Si, es verdad pero es algo que el hizo y seguramente sólo hará que ellos se desquiten conmigo. Casarme, como rayos es que me he casado con un hombre y sobre todo extranjero. En la familia Tutmose es ir en contra de todos los principios religiosos casarse con un extranjero, por supuesto que traerá problemas.
Seguramente es un error, no me he casado porque yo no he firmado ningún tipo de acta de matrimonio. Además, el señor Saint Amour tiene el anillo pero no tiene el poder necesario para usarlo.
—Nefertiti. —dice Elliot.
Niego.
—No ahora Elliot, ese tipo me las va a pagar. —gru&ntil
Un error podría destruir lo que apenas comenzaba a construir.Observo el anillo de oro que yace en mi dedo anular y se refleja en mi vaso de scotch que he tenido el placer de servirme. Llevaba un buen tiempo sin beber pero en este momento el alcohol es lo único que podría relajarme y alejarme del problema que se ha formado a mi alrededor gracias a mi comportamiento bien intencionado.Ella nunca me lo perdonara.Sé de antemano que Nefertiti no es una mujer rencorosa, es más ella es una mujer dulce, noble y comprensiva pero no creo que nada de eso se vea reflejado en el momento que se entere de lo que le he hecho. No me arrepiento de haberme casado con ella gracias a un fraude pero me arrepiento completamente de haber dejado que Belmont hiciera de las suyas y terminara perjudicando a Lün
La hice mi esposa, su hijo es mi hijo ¿ahora qué? No hay manera de arrepentirse porque aunque arrepentirse sea lo más humano no lo hare, no me arrepentiré de tenerla como mi mujer y hacerla mía. Quiero entrometerme en su vida hasta que me acepte otra vez, hasta que me recuerde y cumpla su promesa de regresar, tenia mis dudas de porque Nefertiti había pasado tanto tiempo en Corea pero el pequeño es razón suficiente, me hubiera imaginado todo menos encontrarla con un pequeño. Ser madre le sienta bien. Inevitablemente sonrío otra vez recordándola hablar y mimar al pequeño Jupiter. —No, esperen que el señor está teniendo su momento de recuerdos en el que no quiere invitar a su mejor amigo aquí presente. —se pone de pie molesto y camina hasta mi escritorio, me quita el vaso de scotch y se lo bebe. —Tú no bebes Demetrio, no planees embriagarte vie
Se aparta de mí con brusquedad y su expresión no sé si es de sorpresa, amargura o de plano no puede procesar la información que le estoy dando. Me parece justo, ¿Qué esperaba? ¿Qué le pidiera ser una familia feliz? No, señor, yo no me regreso a Alemania sin que este hombre me entregue los papeles del divorcio firmados; no me importa tener que ver a semejante hombre de casi dos metros, con una mirada azul maravillosa, un atractivo físico impresionante que cubre con trajes maravillosos y mucho menos me importa escuchar ese inmaculado acento sexy y pronunciado. Ni que fuera la gran cosa.—¿Qué es lo que ha dicho? —me pregunto con tono tosco.—Le he dicho que quiero el divorcio, o en este caso la anulación y mi anillo porque ese
—¡¿Cómo que no puedo divorciarme?! —exclamo con demasiado agobio.Mi voz ha sido más como un alarido que otra cosa, me doy cuenta que algunas personas me vuelven a ver con interés y mi nuevo abogado se pone tenso.—Disculpe, no quise ser maleducada. —le regalo una leve sonrisa.El hombre llamado Rodrigo Leal, aproximadamente veinticinco años de edad asiente con una sonrisita y me pregunto si este es en efecto un buen abogado, le encomendé esta tarea a Elliot y según él es uno de los abogados que no estará al alcanza de los ilícitos de Saint Amour. Espero que sea de esa manera porque no me gustaría que ese hombre amañara mi divorcio. Mi cuerpo se debilita por completo sintiéndolo tan cerca de mí, su boca me acaricia con una impresionante dulzura y no puedo creer que de alguna manera me esté gustando. La forma en que me besa se siente extraña, me está gustando, me estoy dejando llevar por él y eso me está quitando poder. No lo permitiré.—Mmmm... —me quejo tratando de empujarlo.Me sujeta del cuello y se separa solo unos centímetros, me hace verle a los ojos y como si esto lo hubiera llenado de rabia, espeta furioso.—No. Eres mía, entiéndelo. —me aprisiona contra el auto con más violencia. —He esperado mucho por esto y no dejaré que una laguna mental por una borrachera me quite lo que me pertenece. —dejándome con una cara de sorpresa y confusión, me vuelve a besar con la fuerza suficiente para que nuestros dientes choCapítulo 32
No sé exactamente para que existo, o con qué propósito fui traída a este mundo. Ah. Claramente esa última frase tiene una respuesta clara y evidente pero por ahora no hay necesidad de mencionarlo. En este preciso momento en lo único que puedo pensar en mi vida es que soy un ser muy, pero muy inútil en lo que a direcciones se refiere.Se perfectamente que no tenía que irme porque prácticamente estaba en una reunión con mi abogado en el mismo hotel en el que me estoy hospedando y también se perfectamente que tener un teléfono a la mano (tal y como Elliot me lo pidió) era muy importante en caso yo fuese a terminar perdiéndome. No es que me he olvidado de cómo llegar al hotel pero no soy precisamente un sistema de GPS del que puedo hacer uso y simplemente encontrar la dirección de mi destino... o en este cas
Me he metido en un gran problema con este hombre, es verdad que es un hombre atractivo y aunque me cueste aceptarlo sus besos son capaz de derretirme. Es tonto que lo sienta de esa forma pero sigo siendo una mujer, me han criado con valor, soy una mujer respetuosa y sé que mi comportamiento hacia el señor Saint Amour es tonto pero siento que tengo el derecho de negarme a todo lo que él me está pidiendo.Tengo un deber, una responsabilidad y se lo he dejado a cualquiera que me ha preguntado. Mi hijo. Júpiter es todo lo que me importa y el hecho de que el señor Saint Amour me esté acosando me descoloca y me hace pensar que tenerlo lejos es lo mejor.—Demetrio. —repite.Mi corazón se acelera. Demetrio detiene el coche frente a nuestra casa. Al llegar Elliot nos recibe con mi pequeño en brazos quien se alegra de verme... y creo que se alegra aún más de ver al señor Saint Amour porque inmediatamente le estira los brazos. Saint Amour acaricia a mi pequeño y le dice cositas en francés que ni mi pequeño ni yo entendemos pero que de igual forma reímos.—Nefertiti. —el señor me hace volver a verle, está a unos escasos centímetros de mí. —Llevare al pequeño a dar un paseo, arregla una maleta para él ¿entendido? —mi rostro se descompone, se llevara a mi bebé. —Confié en mí no le haré daño, necesito hablar con él. —me guiña un ojo. Sus orbes azules me consumen. Se acerca un poco más a mí, baja como si fuera a beCapítulo 35