Me quedo parada viendo el lugar por donde Pierce por segunda vez se ha retirado, por segunda vez hemos terminado gracias a la existencia del señor Saint Amour.
Esta vez... quizás solo esta vez debería de seguirlo. Explicarle, hablar con él y demostrarle lo que ahora está sucediendo. Hemos tenido una relación bonita, no ha habido compromiso pero no quiero o creo que sea justo terminar todo gracias a un hombre desconocido. Porque eso es lo que el señor Saint Amour, solo un desconocido.
Si, quizás deba de hacerlo, tal vez por primera vez necesito formalizar y Pierce es un hombre que vale la pena.
Me giro para volver a ver al señor Saint Amour y dejarle en claro que en este momento no puedo aceptar absolutamente nada de lo que él me está pidiendo.
Claro que eso se queda en un lo h
Mi corazón da un vuelvo. No, mi corazón no da un vuelco... ¡Mi corazón se suicida y se termina enterrando solo! Saint Amour se pone el anillo y me lo muestra, reluciente y poderoso en su dedo anular de la mano izquierda.Cometí una estupidez, cometí un error garrafal. Me comprometí con este tipo, yo, le entregue mi anillo como si nada a un extraño que ahora lo está usando en mi contra.¿Pero por qué? ¿Cómo? ¿Cómo sucedió?Yo no recuerdo haberle conocido, yo no recuerdo haberle dicho esa frase... que solo yo sabía, por lo menos alguien como Saint Amour no hubiese podido saber de la existencia de una frase tan mitológica como lo es esa. Los días van marchando de maravilla, no he sabido nada del señor Saint Amour y aunque eso es muy extraño siento que en los últimos días he tenido algo de paz. Por supuesto que paz en ese sentido porque Júpiter está creciendo y cada vez se comporta como todo un niño rebelde.—¡Júpiter ven aquí! —le grito, pero le grito porque no aguanto la risa.Mi hijo está corriendo por toda la sala sin ropa porque no quiere bañarse, y es que ya se ha bañado pero el tremendo me ha robado el bote de mantequilla de maní y se lo ha puesto en todo el cuerpo.—¡Noooo! —grita y yo me rio.Mi beb&eaCapítulo 26
¿Qué es todo esto? ¿Enojar a mis abuelos? Si, es verdad pero es algo que el hizo y seguramente sólo hará que ellos se desquiten conmigo. Casarme, como rayos es que me he casado con un hombre y sobre todo extranjero. En la familia Tutmose es ir en contra de todos los principios religiosos casarse con un extranjero, por supuesto que traerá problemas.Seguramente es un error, no me he casado porque yo no he firmado ningún tipo de acta de matrimonio. Además, el señor Saint Amour tiene el anillo pero no tiene el poder necesario para usarlo.—Nefertiti. —dice Elliot.Niego.—No ahora Elliot, ese tipo me las va a pagar. —gru&ntil
Un error podría destruir lo que apenas comenzaba a construir.Observo el anillo de oro que yace en mi dedo anular y se refleja en mi vaso de scotch que he tenido el placer de servirme. Llevaba un buen tiempo sin beber pero en este momento el alcohol es lo único que podría relajarme y alejarme del problema que se ha formado a mi alrededor gracias a mi comportamiento bien intencionado.Ella nunca me lo perdonara.Sé de antemano que Nefertiti no es una mujer rencorosa, es más ella es una mujer dulce, noble y comprensiva pero no creo que nada de eso se vea reflejado en el momento que se entere de lo que le he hecho. No me arrepiento de haberme casado con ella gracias a un fraude pero me arrepiento completamente de haber dejado que Belmont hiciera de las suyas y terminara perjudicando a Lün
La hice mi esposa, su hijo es mi hijo ¿ahora qué? No hay manera de arrepentirse porque aunque arrepentirse sea lo más humano no lo hare, no me arrepentiré de tenerla como mi mujer y hacerla mía. Quiero entrometerme en su vida hasta que me acepte otra vez, hasta que me recuerde y cumpla su promesa de regresar, tenia mis dudas de porque Nefertiti había pasado tanto tiempo en Corea pero el pequeño es razón suficiente, me hubiera imaginado todo menos encontrarla con un pequeño. Ser madre le sienta bien. Inevitablemente sonrío otra vez recordándola hablar y mimar al pequeño Jupiter. —No, esperen que el señor está teniendo su momento de recuerdos en el que no quiere invitar a su mejor amigo aquí presente. —se pone de pie molesto y camina hasta mi escritorio, me quita el vaso de scotch y se lo bebe. —Tú no bebes Demetrio, no planees embriagarte vie
Se aparta de mí con brusquedad y su expresión no sé si es de sorpresa, amargura o de plano no puede procesar la información que le estoy dando. Me parece justo, ¿Qué esperaba? ¿Qué le pidiera ser una familia feliz? No, señor, yo no me regreso a Alemania sin que este hombre me entregue los papeles del divorcio firmados; no me importa tener que ver a semejante hombre de casi dos metros, con una mirada azul maravillosa, un atractivo físico impresionante que cubre con trajes maravillosos y mucho menos me importa escuchar ese inmaculado acento sexy y pronunciado. Ni que fuera la gran cosa.—¿Qué es lo que ha dicho? —me pregunto con tono tosco.—Le he dicho que quiero el divorcio, o en este caso la anulación y mi anillo porque ese
—¡¿Cómo que no puedo divorciarme?! —exclamo con demasiado agobio.Mi voz ha sido más como un alarido que otra cosa, me doy cuenta que algunas personas me vuelven a ver con interés y mi nuevo abogado se pone tenso.—Disculpe, no quise ser maleducada. —le regalo una leve sonrisa.El hombre llamado Rodrigo Leal, aproximadamente veinticinco años de edad asiente con una sonrisita y me pregunto si este es en efecto un buen abogado, le encomendé esta tarea a Elliot y según él es uno de los abogados que no estará al alcanza de los ilícitos de Saint Amour. Espero que sea de esa manera porque no me gustaría que ese hombre amañara mi divorcio. Mi cuerpo se debilita por completo sintiéndolo tan cerca de mí, su boca me acaricia con una impresionante dulzura y no puedo creer que de alguna manera me esté gustando. La forma en que me besa se siente extraña, me está gustando, me estoy dejando llevar por él y eso me está quitando poder. No lo permitiré.—Mmmm... —me quejo tratando de empujarlo.Me sujeta del cuello y se separa solo unos centímetros, me hace verle a los ojos y como si esto lo hubiera llenado de rabia, espeta furioso.—No. Eres mía, entiéndelo. —me aprisiona contra el auto con más violencia. —He esperado mucho por esto y no dejaré que una laguna mental por una borrachera me quite lo que me pertenece. —dejándome con una cara de sorpresa y confusión, me vuelve a besar con la fuerza suficiente para que nuestros dientes choCapítulo 32