Grace miró las manos apretadas de Kate, sus nudillos estaban rojos por la presión.—No creo que sea una buena idea entrar a la consulta —dijo, tomando el brazo de Kate para tener su atención.—Ya hice la cita, Grace, no voy a marcharme sin saber. A estas alturas de la vida la ignorancia ya no es una opción. Todo el tiempo he vivido engañada y bajo su sombra, no continuaré viviendo de esa manera. No voy a darles más poder sobre mí del que ya han gozado todo este tiempo —refuto con decisión.Los ojos azules de Kate se congelaron y pronto fueron como dos glaciares, sus manos dejaron de ser dos puños y su respiración se normalizó.—Kate.—Ven conmigo, Grace, pero antes, llama a Renato y explícale mis sospechas —determinó.Grace la miró caminar al consultorio, ella no era adivina como para saber qué era lo que Kate estaba sospechando. No tenía ni idea de lo que pasaba por la cabeza de su amiga, pero no debía ser nada bueno si ella necesitaba de Renato, no como amigo, sino como abogado.Con
Jack miró a Kate con ojos asesinos y con la duda inundando su corazón. Aunque no había manera de que su sobrina supiera lo que él había hecho con el testamento de su hermano, tenía la sensación de que podía descubrirlo en cualquier momento.—Tus palabras son muy serias, Kate —dijo, tratando de que su voz sonara fuerte.—Tus acciones no son menos, Jack. Venir a esta casa, pegar de gritos y tratar de ver a mi esposo por la fuerza ya son razones suficientes como para llamar a la policía. Estás invadiendo propiedad privada —le refutó Kate sin amedrentarse.Jack miró a su alrededor, Renato, Grace y la empleada estaban observando cuidadosamente sus acciones.—Ricardo tiene que retirar la demanda que hizo en contra de Ellen, no puede ser un hombre sin corazón —dijo, cambiando la táctica para tratar de endulzar el corazón de Kate.—Ricardo no está en condiciones de ir a la estación de policía, muchos menos de retirar la demanda en contra de la mujer que casi lo asesinó. ¿Te has vuelto loco, J
Ricardo y Kate miraron a Renato como si el hombre tuviese dos cabezas o no entendieran sus palabras.—No me miren así —pidió Renato, mostrando la resolución del juez.—No puedo creerlo —susurró Ricardo.—Pues créelo, la empresa de mantenimiento se ha hecho responsable de lo sucedido. Es probable que sean sancionados con una suma muy fuerte de dinero, pero no es nuestro asunto —declaró.Aunque sonaba muy duro, era verdad. No podían asumir la responsabilidad por otros y menos, cuando se trataba de algo sumamente delicado: la seguridad de su gente, la producción de la fábrica, los clientes. Todos se habían visto afectados por el descuido de los hombres de Sullivan y era algo que no debían olvidar.—Pues lo siento por Owen —dijo Ricardo.—No hay nada que podamos hacer por él, su gente es la responsable del accidente y, como el presidente de la compañía, tendrá que asumir las responsabilidades —insistió Renato.Ricardo asintió.—Entonces, ¿podremos volver a operar?—Sí, las calderas serán
Los siguientes días pasaron y fueron como agua entre los dedos para todos. Larissa y Michael estuvieron unos días más en Milán. Disfrutaron de su relación y alimentaron ese sentimiento que estaban seguros de que era amor. Mientras en Nueva York, las cosas iban acomodándose en su sitio. Ricardo seguía bajo el cuidado estricto de Kate, apenas lo dejaba bajar y salir al jardín. Lo cuidaba tanto, como jamás nadie lo había cuidado.Ricardo se sentía más que feliz por las atenciones de su esposa y lejos de pensar que era una exagerada, agradecía cada detalle que Kate tenía con él.—¿Cómo se siente hoy mi paciente favorito? —preguntó Kate, entrando con la bandeja del desayuno.—Quisiera engañarte y decirte que aún estoy muy delicado para no dejar de tener tus atenciones; sin embargo, me siento mucho mejor, cariño, tanto, que hoy voy a acompañarte a la oficina —respondió Ricardo, poniéndose de pie para ayudarla con la bandeja.—¿Qué? —preguntó Kate.—Tal como lo has escuchado, cielo. Las hor
Ricardo tuvo que contenerse, su cuerpo había reaccionado de inmediato al contacto con Kate, la pretina de su pantalón apretaba y no se molestó en ocultarlo, sin vergüenza hizo que sus pelvis se rozaran.—Ricardo —jadeó Kate cuando la falta de aire les hizo separarse.—Te deseo.—Tu herida —le dijo en un bajo susurro, casi se había olvidado.Ricardo tragó.—Estoy bien.Kate acarició su mejilla y delineó con sus dedos los labios de su esposo.—Te deseo, he anhelado estar en tus brazos todos estos días; ha sido un infierno, no poder tocarte —le confesó—; sin embargo, es mejor esperar un poquito —le sugirió.Ricardo quería protestar, mas no lo hizo. Tampoco quería que su primera vez luego de tanto tiempo fuera algo rápido y en la oficina. Iba a preparar algo digno de su esposa.—Está bien —musitó, tomando la mano de Kate y la llevó a sus labios, le dio un beso en el dorso y cerró los ojos.Kate gimió al sentir cómo los labios de Ricardo le succionaban la piel. Su pecho se agitó, los pezon
—¿Qué es lo que haces aquí? —preguntó Jack, su tono dejaba en evidencia el miedo que sentía. Estaba asustado y de alguna manera eso hizo feliz a Ricardo.Él no era un tipo que iba por la vida deseando el mal a su prójimo, pero Jack se lo había ganado a pulso. Además, no estaba deseándole ningún mal, solo estaba tratando de hacer justicia, por todo lo que Kate y Carlota habían vivido durante años a manos de ese hombre y su nefasta familia.—No tengo por qué darte explicaciones, Jack, sin embargo, por esta vez, puedo decirte a lo que he venido. ¿Te suena conocido el apellido Rivers? —preguntó con toda la intención de colocar a Jack en una situación difícil, lo cual consiguió, el hombre se había puesto más blanco que el papel y el temblor de su cuerpo fue innegable.—¿Qué-qué es-es lo que tienes que tratar con él? —preguntó con dificultad.—Eso es algo que no pienso compartir contigo, pero sé que vas a enterarte antes de lo que piensas.Jack no refutó nada, se giró sobre los pies y se ma
—¿Qué es lo que ha pasado? ¿De qué me he perdido? —preguntó Grace —. Creo que estoy soñado. Sí, eso debe de ser. Mis nervios me han superado y ahora estoy viendo y escuchado lo que quisiera ver y escuchar —dijo.Larissa se mordió el labio, mientras Michael miraba a su hermana y a Kate.—No es ningún sueño, Grace. Estamos juntos —confirmó Michael, cambiando la mirada de ellas a Larissa, quien le sonrió con confianza.—Si esto es verdad, debería estar saltando en un pie de alegría.—¿Y qué es lo que te impide hacerlo? —cuestionó Kate, cerrando la boca y tragando saliva.—Me causa curiosidad que Renato no supiera que estás de regreso, Larissa —señaló Grace —. Si están juntos, ¿Por qué tu hermano no sabía que volvías hoy?Larissa se tensó como la cuerda de un violín, fue un corto momento, la caricia de la mano de Michael sobre su mano le hizo serenarse.—Le envié un mensaje apenas aterrizamos, no quiero sorprenderlo de la misma manera que lo hemos hecho con ustedes. Renato es un hombre te
Renato se detuvo, haciendo que Ricardo hiciera lo mismo.—Le has transferido medio millón de dólares, ¿qué te hace pensar que no va a escaparse con ese dinero? —preguntó con seriedad.Ricardo le sonrió.—El abogado Rivers es una persona avara, no se irá con tan poco, cuando puede tener mucho más, ¿no ves lo fácil que resultó? Bien, dicen que con dinero baila el mono —espetó, poniéndose serio de nuevo. Le preocupaba lo último que el abogado había dicho.—Ricardo…—Hazte cargo de presentar la denuncia correspondiente en contra de Jack, en un inicio había supuesto que el mejor castigo para un hombre como él, sería vivir en la miseria, pero no puedo arriesgarme ahora que Kate está embarazada y que mi hijo es la llave para abrir la última puerta del testamento de mi suegro. No voy a jugar con su seguridad —dijo.Renato asintió, era lo mismo que le iba a preguntar, pero con la respuesta de Ricardo, no había necesidad de hacerlo.—Me haré cargo de todo, ninguno de ellos escapará —le prometió