Ricardo y Kate miraron a Renato como si el hombre tuviese dos cabezas o no entendieran sus palabras.—No me miren así —pidió Renato, mostrando la resolución del juez.—No puedo creerlo —susurró Ricardo.—Pues créelo, la empresa de mantenimiento se ha hecho responsable de lo sucedido. Es probable que sean sancionados con una suma muy fuerte de dinero, pero no es nuestro asunto —declaró.Aunque sonaba muy duro, era verdad. No podían asumir la responsabilidad por otros y menos, cuando se trataba de algo sumamente delicado: la seguridad de su gente, la producción de la fábrica, los clientes. Todos se habían visto afectados por el descuido de los hombres de Sullivan y era algo que no debían olvidar.—Pues lo siento por Owen —dijo Ricardo.—No hay nada que podamos hacer por él, su gente es la responsable del accidente y, como el presidente de la compañía, tendrá que asumir las responsabilidades —insistió Renato.Ricardo asintió.—Entonces, ¿podremos volver a operar?—Sí, las calderas serán
Los siguientes días pasaron y fueron como agua entre los dedos para todos. Larissa y Michael estuvieron unos días más en Milán. Disfrutaron de su relación y alimentaron ese sentimiento que estaban seguros de que era amor. Mientras en Nueva York, las cosas iban acomodándose en su sitio. Ricardo seguía bajo el cuidado estricto de Kate, apenas lo dejaba bajar y salir al jardín. Lo cuidaba tanto, como jamás nadie lo había cuidado.Ricardo se sentía más que feliz por las atenciones de su esposa y lejos de pensar que era una exagerada, agradecía cada detalle que Kate tenía con él.—¿Cómo se siente hoy mi paciente favorito? —preguntó Kate, entrando con la bandeja del desayuno.—Quisiera engañarte y decirte que aún estoy muy delicado para no dejar de tener tus atenciones; sin embargo, me siento mucho mejor, cariño, tanto, que hoy voy a acompañarte a la oficina —respondió Ricardo, poniéndose de pie para ayudarla con la bandeja.—¿Qué? —preguntó Kate.—Tal como lo has escuchado, cielo. Las hor
Ricardo tuvo que contenerse, su cuerpo había reaccionado de inmediato al contacto con Kate, la pretina de su pantalón apretaba y no se molestó en ocultarlo, sin vergüenza hizo que sus pelvis se rozaran.—Ricardo —jadeó Kate cuando la falta de aire les hizo separarse.—Te deseo.—Tu herida —le dijo en un bajo susurro, casi se había olvidado.Ricardo tragó.—Estoy bien.Kate acarició su mejilla y delineó con sus dedos los labios de su esposo.—Te deseo, he anhelado estar en tus brazos todos estos días; ha sido un infierno, no poder tocarte —le confesó—; sin embargo, es mejor esperar un poquito —le sugirió.Ricardo quería protestar, mas no lo hizo. Tampoco quería que su primera vez luego de tanto tiempo fuera algo rápido y en la oficina. Iba a preparar algo digno de su esposa.—Está bien —musitó, tomando la mano de Kate y la llevó a sus labios, le dio un beso en el dorso y cerró los ojos.Kate gimió al sentir cómo los labios de Ricardo le succionaban la piel. Su pecho se agitó, los pezon
—¿Qué es lo que haces aquí? —preguntó Jack, su tono dejaba en evidencia el miedo que sentía. Estaba asustado y de alguna manera eso hizo feliz a Ricardo.Él no era un tipo que iba por la vida deseando el mal a su prójimo, pero Jack se lo había ganado a pulso. Además, no estaba deseándole ningún mal, solo estaba tratando de hacer justicia, por todo lo que Kate y Carlota habían vivido durante años a manos de ese hombre y su nefasta familia.—No tengo por qué darte explicaciones, Jack, sin embargo, por esta vez, puedo decirte a lo que he venido. ¿Te suena conocido el apellido Rivers? —preguntó con toda la intención de colocar a Jack en una situación difícil, lo cual consiguió, el hombre se había puesto más blanco que el papel y el temblor de su cuerpo fue innegable.—¿Qué-qué es-es lo que tienes que tratar con él? —preguntó con dificultad.—Eso es algo que no pienso compartir contigo, pero sé que vas a enterarte antes de lo que piensas.Jack no refutó nada, se giró sobre los pies y se ma
—¿Qué es lo que ha pasado? ¿De qué me he perdido? —preguntó Grace —. Creo que estoy soñado. Sí, eso debe de ser. Mis nervios me han superado y ahora estoy viendo y escuchado lo que quisiera ver y escuchar —dijo.Larissa se mordió el labio, mientras Michael miraba a su hermana y a Kate.—No es ningún sueño, Grace. Estamos juntos —confirmó Michael, cambiando la mirada de ellas a Larissa, quien le sonrió con confianza.—Si esto es verdad, debería estar saltando en un pie de alegría.—¿Y qué es lo que te impide hacerlo? —cuestionó Kate, cerrando la boca y tragando saliva.—Me causa curiosidad que Renato no supiera que estás de regreso, Larissa —señaló Grace —. Si están juntos, ¿Por qué tu hermano no sabía que volvías hoy?Larissa se tensó como la cuerda de un violín, fue un corto momento, la caricia de la mano de Michael sobre su mano le hizo serenarse.—Le envié un mensaje apenas aterrizamos, no quiero sorprenderlo de la misma manera que lo hemos hecho con ustedes. Renato es un hombre te
Renato se detuvo, haciendo que Ricardo hiciera lo mismo.—Le has transferido medio millón de dólares, ¿qué te hace pensar que no va a escaparse con ese dinero? —preguntó con seriedad.Ricardo le sonrió.—El abogado Rivers es una persona avara, no se irá con tan poco, cuando puede tener mucho más, ¿no ves lo fácil que resultó? Bien, dicen que con dinero baila el mono —espetó, poniéndose serio de nuevo. Le preocupaba lo último que el abogado había dicho.—Ricardo…—Hazte cargo de presentar la denuncia correspondiente en contra de Jack, en un inicio había supuesto que el mejor castigo para un hombre como él, sería vivir en la miseria, pero no puedo arriesgarme ahora que Kate está embarazada y que mi hijo es la llave para abrir la última puerta del testamento de mi suegro. No voy a jugar con su seguridad —dijo.Renato asintió, era lo mismo que le iba a preguntar, pero con la respuesta de Ricardo, no había necesidad de hacerlo.—Me haré cargo de todo, ninguno de ellos escapará —le prometió
—Ellen. —Mabel lloraba sin consuelo, su mano se aferraba a la de la mujer dormida sobre la cama, se veía tan pálida, tan desprotegida. Ella no podía soportar ver a su hija de aquella manera.Mabel sabía muy bien que ella y Jack tenían la culpa del sufrimiento de su hija, habían sido un mal ejemplo para ella toda la vida, nunca le mostraron nada distinto a la ambición y el resentimiento.—Lo siento, mi querida Ellen, no supe cómo educarte. Mi amor ha sido un veneno que fue metiéndose en tu sangre y corazón poco a poco. Aunque fuiste tú quien haló el gatillo de aquella pistola, siento que fue mi mano la que te guio a hacerlo, con mis actitudes y la presión que ejercí sobre ti todo este tiempo.Mabel cerró los ojos y otra cascada de lágrimas se desbordó por sus mejillas, su corazón estaba destrozado. Jamás en la vida había experimentado tanto dolor, no pensó que ver a su hija tras las rejas iba a hacerle conciencia de sus actos.—Despierta, cariño, despierta —pidió con voz rota—. Quería
Renato bajó del auto, respiró profundo mientras pensaba en las palabras que iba a expresarle a Larissa para disculparse. Nuevamente, volvía a sentirse como un mal hermano. Tres días, ¡tres días y no había podido venir a visitarla! Negó con pesar y frustración, abrió la puerta trasera de su auto y sacó un enorme ramo de rosas, esperaba que si las palabras no eran buenas o si no expresaban lo que él deseaba transmitirle a su hermana, lo hicieran las rosas de manera silenciosa.Con paso firme y con un nudo instalado en la boca del estómago caminó hasta el ascensor para subir al piso de Larissa.Renato estaba preparándose para cualquier tipo de recibimiento que su hermana le diera, se lo merecía por desconsiderado, pero el asunto de Ricardo no podía esperar; no podían darle ninguna clase de ventajas a la rata de Jack y su abogado.Se puso ansioso con cada piso que dejaba atrás, sus manos sudaban alrededor del ramo de rosas. ¿Qué podía decirle que no sonara como una excusa? Era mejor solo