Kate se preocupó al no tener una respuesta de su marido, estaba quieto como una estatua.—¿Pasa algo? —preguntó Kate, tocando el brazo de Ricardo.—Me pasa de todo y todo es contigo —aseguró, tomando la cintura de Kate y atrayéndola a su cuerpo. El corazón de Kate latió fuerte dentro de su pecho, sus alientos se mezclaban. Sus bocas estaban tan juntas, que sus labios se rozaban.—Lo siento —musitó, el rostro de Kate lució confundido, pero no tuvo tiempo de preguntar. Su boca fue ocupada por la boca de Ricardo y la pasión estalló como un volcán en plena erupción. El calor se extendió por todo su cuerpo, quemando de deseo cada rincón.Kate llevó las manos al cuello de Ricardo y enredó sus dedos en sus cabellos cortos y presionó para atraerlo más a su cuerpo. Mientras se devoraban sin reserva.Ricardo deslizó su mano por la cadera de Kate, acarició su redonda y carnosa nalga, le dio un ligero apretón que arrancó un gemido en la muchacha.—Estamos en la sala —pronunció Kate con voz agitad
Kate cerró los ojos al sentir el aliento de Ricardo sobre su rostro, sus pelvis estaban cepillándose entre sí, moviéndose como si tuviesen voluntad propia.—Mírame —le susurró él.Kate abrió los ojos, ambos estaban perdidos en su burbuja, ambos eran presos del mismo deseo ardiente que el baile había despertado, la joven podía sentir cómo el bulto dentro del pantalón de Ricardo empujaba contra su vestido, como si quisiera atravesarlo allí mismo.—Siento que ardo —confesó ella moviendo su rostro ligeramente, haciendo que sus narices se acariciaran entre sí, buscando el momento oportuno para unir sus labios en un beso apasionado.De repente el salón desapareció y todo lo que existió para ellos era el deseo de hacerse un solo ser. Los presentes dejaron de bailar, otros sacaron sus móviles para fotografiar aquel momento y Larissa moría de celos ante aquel espectáculo, ella había pedido la canción, creyendo que Ricardo no iba a desairarla, pero… tenía que reconocer que la tensión sexual ent
La fiesta había terminado y luego de un regaño por parte de Renato, Larissa salió en busca del responsable de que todo se hubiese ido a la mierda.Michael se sorprendió al ver a Larissa en su puerta, su bello rostro estaba desfigurado por el enojo que sentía y la vergüenza que había pasado.—¿Qué haces aquí? —preguntó, sin apartarse de la puerta.—Me has engañado, ¡me dijiste que Kate no estaba interesada en Ricardo y eso no fue lo que vi esta noche! —gritó, empujando a Michael y entrando a su departamento. Larissa tiró su bolso sobre el sillón y lo enfrentó.—No te mentí, lo de ellos fue por un error —dijo.—¿Un error? —le preguntó, acercándose peligrosamente a él—. Error es el que yo cometí al creerte. No sé cómo me dejé embaucar por ti.—Porque estás enamorada de Ricardo y lo quieres para ti —espetó Michael.—Estoy interesada en él, siempre lo he estado, pero no me hubiese atrevido a tanto si no hubieras llenado mi cabeza de mentiras —refutó.Michael no estaba para soportar las acu
—¿Qué haces, Kate? —preguntó él, con un hilo de voz, acercándose a ella para que Carlota no escuchara su conversación.—Comiendo un helado —respondió con inocencia, sus ojos brillaron cuando Ricardo la miró con ferocidad.—A mí me parece que estás siendo demasiado provocativa.—¿De verdad te parece?Ricardo gruñó cuando Kate sacó la lengua y lamió el helado.—Sí.Kate le sonrió.—Yo no tengo la culpa de que estés imaginándote otra cosa, cariño —respondió, mordiéndose el labio inferior.Ricardo hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para no tomarla de la cintura y pegarla a su cuerpo para que fuera consciente de su poderosa erección.—Voy a castigarte, por eso —le prometió con voz temblorosa.—El helado se te derrite, cariño, y estamos en público para limpiarte con la lengua —le provocó, alejándose de él.Ricardo dejó escapar un ronco y profundo gemido al escucharla, quiso ir tras ella, pero se abstuvo, ya encontraría la manera de vengarse de su provocadora esposa y lo ha
Kate llevó las manos al cuello de Ricardo, enredó los dedos en el cabello de su esposo, restregó sus pechos contra el cuerpo del hombre.Esto no era lo que Kate quería, deseaba poder hablar con Ricardo sin que las chispas se encendieran entre ellos, pero no podía negar que se sentía atrapada por la fuerza de su esposo; se sentía como una adicta en espera de su próxima dosis. Un gemido abandonó su garganta cuando Ricardo abandonó su boca y recorrió su mentón, dejando un sendero de húmedos besos, mientras su rodilla se colaba entre sus piernas. ¿En qué momento había quedado contra el escritorio? Ella no se dio cuenta de que Ricardo giró su cuerpo, atrapándola entre la madera y él.—¿Qué es lo que me has hecho? —jadeó, echando la cabeza atrás y el pecho hacia delante para que Ricardo tuviese un mejor acceso.—Eres una tentación irresistible, Kate, no puedo tener las manos apartadas de ti, me has provocado tanto en el parque, me siento como una bomba a punto de explotar y te juro que todo
Renato miró a Larissa, se veía terrible y por un momento se sintió culpable. Habían pasado varios días desde la fiesta.—¿Te sientes bien? —preguntó, incapaz de mantenerse indiferente, Larissa era su única hermana y le dolía verla sufrir de esa manera.—Me siento como la mierda, si te interesa saber. Soy consciente del error que he cometido, Renato.—Vuelve a Brasil —le sugirió de nuevo.Larissa dejó el cubierto a un lado de su plato con una calma que no sentía, levantó los ojos que se habían llenado de lágrimas ante la insistencia de Renato para enviarla de regreso a casa.—No lo haré, aunque no me quieras aquí, me quedaré —respondió.—Necesitas tiempo para superar esto, Larissa, cuando te sientas mejor, vuelve.—No, buscaré trabajo, alguna agencia puede interesarse en mi trabajo, tengo muy buenas referencias y…—Está bien, si es lo que quieres…Larissa se pasó la lengua por su seco labio.—No volveré a acercarme a Ricardo si es tu mayor preocupación —dijo luego de un largo momento d
La sangre de Ricardo ardió en sus venas y se sintió como un toro dentro de una plaza, mientras le agitaban una banderilla roja delante de sus ojos.—¡Maldito miserable, ¿Cómo te atreves a tocarla?! —gritó hecho una furia. El rostro de Jack cambió de color al escuchar el grito a su espalda. Se giró lentamente y su cuerpo se quedó inmóvil el tiempo suficiente para que el puño de Ricardo lo enviara al piso.Ricardo lo tomó de la solapa del saco, apretó los dientes y le dejó ir otro derechazo que reventó el labio de Jack, el tercer golpe, le rompió la nariz y la sangre salió a borbotones.—¡Detente! —gritó Jack, intentando apartarse de la mano fuerte y vengativa de Ricardo, pero él estaba perdido y consumido por su furia, no iba a escuchar su súplica.—¡Eres un maldito cobarde! ¡Hijo de puta! —le gritó, golpeándolo de nuevo. La rabia de Ricardo era tal, que lo cegaba por completo, golpeó a Jack dispuesto a terminar con su vida en ese mismo momento.Kate se levantó del sillón, tenía el lab
«Trae a Ellen de regreso»Mabel cambió el gesto de su rostro al escuchar la petición de Jack.—¿Qué?—Es la única manera de tratar de poner las cosas de nuevo a nuestro favor. No conseguiremos nada de Kate —gruñó, el dolor era cada vez más intenso— ¡Consigue un maldito analgésico! —gritó, ver a su esposa parada como estatua a su lado, lo enojó.—No me grites que no soy tu empleada —refutó Mabel, llamando a la muchacha del servicio para que consiguiera lo que Jack necesitaba.—En eso te convertirás si no conseguimos dinero. He vendido el 40 % de las acciones y las deudas no disminuyen, con dificultad he logrado pagar los intereses —gruñó.—No puedes hablar en serio —susurró Mabel sentándose en el sillón, con el susto tatuado en el rostro.—Hablo muy en serio, Mabel. Todo esto es tu culpa, si no hubieses sugerido el cambio de novias, si no hubieses calentado la cabeza de Ellen para convencerla de que Ricardo no le convenía, toda la fortuna de Ferreira ahora estaría cubriendo nuestras de