«Un bebé»Kate se quedó de piedra ante las palabras de Ricardo, ni siquiera se había detenido a pensar en las consecuencias de sus actos, aunque… la posibilidad de quedar embarazada eran pocas, no solo por ser su primera vez.—Ricardo, yo…—No vamos a separarnos, Kate —le interrumpió él—. Sé muy bien que nuestro matrimonio ha comenzado con el pie izquierdo, que no es lo que ninguno de los dos esperaba, pero… ¿No podemos intentarlo? —le preguntó, sin apartarse de ella.Kate podía sentir el calor del cuerpo de Ricardo atravesar la fina tela de su vestido.—No soy tu tipo ideal de mujer, ¿recuerdas? —dijo Kate y sin dejarle terminar añadió—: las prefieres delgadas y castañas.Ricardo se tensó, pero no la soltó.—No voy a mentirte, no tiene caso —respondió Ricardo.—Entonces, ¿qué ha cambiado? —«El sexo», pensó Kate, mientras esperaba la respuesta de su esposo.—Estamos casados.—Ya hemos hablado sobre eso, Ricardo.El magnate se alejó lo suficiente para reflejarse en aquellos hermosos oj
Kate acostó a su abuela luego del almuerzo y de una larga conversación, miró la hora en el reloj sobre la mesa de noche y se dio cuenta de que faltaban diez minutos para las seis. No tenía idea de la hora en la que Ricardo volvería a casa, es más, ni siquiera sabía si volvería. Se había marchado molesto.—Ve a comprar lo que necesitamos para prepararle algo a Ricardo, hija —repitió Carlota por décima vez.—No sé si le gusten los pasteles de leche, abuela —respondió, tratando deliberarse del compromiso de cocinarle algo a su esposo. No tenía dinero, no se atrevía a entrar a la cocina y robarse un par de cosas para preparar algo, no estaría agradeciéndole de ninguna manera a Ricardo, pues sería todo con su propio dinero. Lo que la llevó a pensar en que debía buscarse un trabajo. Tenía que ocupar su tiempo en algo, ahora que su abuela estaba con ella debía procurar su estabilidad económica. Si llegaba a separarse de Ricardo…—Date prisa, cariño —la urgió la abuela.Kate dejó de pensar y
Michael miró a Ricardo correr al estacionamiento, lo siguió por el vidrio del restaurante y también pudo ver a su hermana discutiendo con el amigo del brasileño y un poco más lejos estaba Larissa, la mujer estaba sentada sobre algo, no podía identificarlo con la distancia. Tenía las manos sobre su rostro, imaginaba que lloraba.La culpa y la vergüenza lo asaltó, pues todo lo que logró fue quedar en ridículo. Ricardo había aceptado a Kate como su esposa sin ningún problema, y debía admitir que eso solo podía significar una cosa. ¡No había infidelidad por parte de Ricardo!—Señor —el mesero llamó su atención, tocando su hombro.—¿Sí?—¿Quién pagará la cuenta de las dos mesas? —preguntó el muchacho un tanto apenado.Michael apretó los dientes, no había nadie más que él dentro del restaurante, si no pagaba, no iban a dejarlo ir.—Yo, supongo —susurró, pero ya estaba sacando su tarjeta.El mesero asintió y se marchó para cobrar la cuenta, Michael apretó los puños, esto le pasaba por metich
Kate sintió que algo se hundía en su corazón, Ricardo le estaba pidiendo una oportunidad después de venir de verse con otra mujer. Ella se sintió tentada a levantarse y marcharse de la cocina y de la casa de su marido, pero quería saber de primera mano de lo que era capaz de hacer Ricardo, quería saber hasta dónde llegaba su cinismo para estar delante de ella, luego de estar con otra.—¿Con quién dijiste que estabas? —preguntó.Kate dejó el móvil sobre la mesa, había visto lo suficiente, ahora quería respuestas.—No te dije que estuve con alguien —le respondió. Ricardo había notado el cambio en el rostro de Kate, sus hombros se habían tensado y la rigidez de su voz le indicaba que algo había sucedido.—¿Estabas con alguien cuando Abigaíl te llamó?—Sí, fui a cenar con Renato —dijo, el cuerpo de Kate se puso más tenso que la cuerda de un violín, le estaba mintiendo, ¡Ricardo le estaba mintiendo sin ningún remordimiento!—¿Con Renato?—Sí, Kate. Te acabo de decir que nos ha invitado a u
Kate se preocupó al no tener una respuesta de su marido, estaba quieto como una estatua.—¿Pasa algo? —preguntó Kate, tocando el brazo de Ricardo.—Me pasa de todo y todo es contigo —aseguró, tomando la cintura de Kate y atrayéndola a su cuerpo. El corazón de Kate latió fuerte dentro de su pecho, sus alientos se mezclaban. Sus bocas estaban tan juntas, que sus labios se rozaban.—Lo siento —musitó, el rostro de Kate lució confundido, pero no tuvo tiempo de preguntar. Su boca fue ocupada por la boca de Ricardo y la pasión estalló como un volcán en plena erupción. El calor se extendió por todo su cuerpo, quemando de deseo cada rincón.Kate llevó las manos al cuello de Ricardo y enredó sus dedos en sus cabellos cortos y presionó para atraerlo más a su cuerpo. Mientras se devoraban sin reserva.Ricardo deslizó su mano por la cadera de Kate, acarició su redonda y carnosa nalga, le dio un ligero apretón que arrancó un gemido en la muchacha.—Estamos en la sala —pronunció Kate con voz agitad
Kate cerró los ojos al sentir el aliento de Ricardo sobre su rostro, sus pelvis estaban cepillándose entre sí, moviéndose como si tuviesen voluntad propia.—Mírame —le susurró él.Kate abrió los ojos, ambos estaban perdidos en su burbuja, ambos eran presos del mismo deseo ardiente que el baile había despertado, la joven podía sentir cómo el bulto dentro del pantalón de Ricardo empujaba contra su vestido, como si quisiera atravesarlo allí mismo.—Siento que ardo —confesó ella moviendo su rostro ligeramente, haciendo que sus narices se acariciaran entre sí, buscando el momento oportuno para unir sus labios en un beso apasionado.De repente el salón desapareció y todo lo que existió para ellos era el deseo de hacerse un solo ser. Los presentes dejaron de bailar, otros sacaron sus móviles para fotografiar aquel momento y Larissa moría de celos ante aquel espectáculo, ella había pedido la canción, creyendo que Ricardo no iba a desairarla, pero… tenía que reconocer que la tensión sexual ent
La fiesta había terminado y luego de un regaño por parte de Renato, Larissa salió en busca del responsable de que todo se hubiese ido a la mierda.Michael se sorprendió al ver a Larissa en su puerta, su bello rostro estaba desfigurado por el enojo que sentía y la vergüenza que había pasado.—¿Qué haces aquí? —preguntó, sin apartarse de la puerta.—Me has engañado, ¡me dijiste que Kate no estaba interesada en Ricardo y eso no fue lo que vi esta noche! —gritó, empujando a Michael y entrando a su departamento. Larissa tiró su bolso sobre el sillón y lo enfrentó.—No te mentí, lo de ellos fue por un error —dijo.—¿Un error? —le preguntó, acercándose peligrosamente a él—. Error es el que yo cometí al creerte. No sé cómo me dejé embaucar por ti.—Porque estás enamorada de Ricardo y lo quieres para ti —espetó Michael.—Estoy interesada en él, siempre lo he estado, pero no me hubiese atrevido a tanto si no hubieras llenado mi cabeza de mentiras —refutó.Michael no estaba para soportar las acu
—¿Qué haces, Kate? —preguntó él, con un hilo de voz, acercándose a ella para que Carlota no escuchara su conversación.—Comiendo un helado —respondió con inocencia, sus ojos brillaron cuando Ricardo la miró con ferocidad.—A mí me parece que estás siendo demasiado provocativa.—¿De verdad te parece?Ricardo gruñó cuando Kate sacó la lengua y lamió el helado.—Sí.Kate le sonrió.—Yo no tengo la culpa de que estés imaginándote otra cosa, cariño —respondió, mordiéndose el labio inferior.Ricardo hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para no tomarla de la cintura y pegarla a su cuerpo para que fuera consciente de su poderosa erección.—Voy a castigarte, por eso —le prometió con voz temblorosa.—El helado se te derrite, cariño, y estamos en público para limpiarte con la lengua —le provocó, alejándose de él.Ricardo dejó escapar un ronco y profundo gemido al escucharla, quiso ir tras ella, pero se abstuvo, ya encontraría la manera de vengarse de su provocadora esposa y lo ha