Carlota miró el rostro descompuesto de su nieta, frunció el ceño cuando Kate se levantó y sé apartó de su lado.—¿Qué fue lo qué te dijeron, mi niña? —preguntó con dulzura, sabiendo que no iba a gustarle lo que iba a escuchar.—No tiene caso que te lo diga, abuela. Nada cambiará lo que ya ha sucedido —musitó con dolor.Kate sintió su garganta apretarse, quería llorar, gritar, patalear, pero nada de lo que hiciera cambiará lo tonta que había sido por creerles a sus tíos. Aunque en su defensa, podía alegar que no estaba en sus manos el poder cuidar de su abuela, Mabel no la quiso jamás en su casa y por eso la habían internado…—Kate… —la llamó Carlota—. No hablar sobre el tema no hará que las cosas desaparezcan. Dime, cariño, cuéntale a esta vieja lo que ha pasado —pidió.—No creo que vaya a gustarte abuela, yo…—Buenos días —saludó Ricardo, interrumpiendo lo que Kate iba a decir. La joven abrió los ojos como platos, no esperaba que su esposo la siguiera hasta la habitación de su abuela
—¡El amor, el amor! —exclamó Carlota, haciendo que Ricardo dejara escapar los labios de Kate. La muchacha se puso roja como un tomate por las palabras de su abuela, por las acciones de su marido y por el descubrimiento de sus propios pensamientos. Ella quería pagarle, estaba más que dispuesta a hacerlo.Ricardo sonrió.—Las dejo un momento para que conversen —expresó Ricardo, mirando a Kate con intensidad, pidiéndole silenciosamente que no tocara el tema de su matrimonio. No es como si Kate quisiera confesarse delante de su abuela, era mejor que la creyera locamente enamorada de Ricardo.—Gracias, Ricardo, eres un amor de persona —aseguró Carlota, tomando su mano.Kate ahogó un gemido de protesta. Su marido era todo, menos un amor de persona. Todo esto que hacía era un plan con maña, estaba aprovechándose de la situación y no solo la besaba, sino también la tocaba y lo peor de todo ¡Le gustaba! La joven se sintió abrumada ante la revelación de sus propios sentimientos.—Espero que Kat
«Un bebé»Kate se quedó de piedra ante las palabras de Ricardo, ni siquiera se había detenido a pensar en las consecuencias de sus actos, aunque… la posibilidad de quedar embarazada eran pocas, no solo por ser su primera vez.—Ricardo, yo…—No vamos a separarnos, Kate —le interrumpió él—. Sé muy bien que nuestro matrimonio ha comenzado con el pie izquierdo, que no es lo que ninguno de los dos esperaba, pero… ¿No podemos intentarlo? —le preguntó, sin apartarse de ella.Kate podía sentir el calor del cuerpo de Ricardo atravesar la fina tela de su vestido.—No soy tu tipo ideal de mujer, ¿recuerdas? —dijo Kate y sin dejarle terminar añadió—: las prefieres delgadas y castañas.Ricardo se tensó, pero no la soltó.—No voy a mentirte, no tiene caso —respondió Ricardo.—Entonces, ¿qué ha cambiado? —«El sexo», pensó Kate, mientras esperaba la respuesta de su esposo.—Estamos casados.—Ya hemos hablado sobre eso, Ricardo.El magnate se alejó lo suficiente para reflejarse en aquellos hermosos oj
Kate acostó a su abuela luego del almuerzo y de una larga conversación, miró la hora en el reloj sobre la mesa de noche y se dio cuenta de que faltaban diez minutos para las seis. No tenía idea de la hora en la que Ricardo volvería a casa, es más, ni siquiera sabía si volvería. Se había marchado molesto.—Ve a comprar lo que necesitamos para prepararle algo a Ricardo, hija —repitió Carlota por décima vez.—No sé si le gusten los pasteles de leche, abuela —respondió, tratando deliberarse del compromiso de cocinarle algo a su esposo. No tenía dinero, no se atrevía a entrar a la cocina y robarse un par de cosas para preparar algo, no estaría agradeciéndole de ninguna manera a Ricardo, pues sería todo con su propio dinero. Lo que la llevó a pensar en que debía buscarse un trabajo. Tenía que ocupar su tiempo en algo, ahora que su abuela estaba con ella debía procurar su estabilidad económica. Si llegaba a separarse de Ricardo…—Date prisa, cariño —la urgió la abuela.Kate dejó de pensar y
Michael miró a Ricardo correr al estacionamiento, lo siguió por el vidrio del restaurante y también pudo ver a su hermana discutiendo con el amigo del brasileño y un poco más lejos estaba Larissa, la mujer estaba sentada sobre algo, no podía identificarlo con la distancia. Tenía las manos sobre su rostro, imaginaba que lloraba.La culpa y la vergüenza lo asaltó, pues todo lo que logró fue quedar en ridículo. Ricardo había aceptado a Kate como su esposa sin ningún problema, y debía admitir que eso solo podía significar una cosa. ¡No había infidelidad por parte de Ricardo!—Señor —el mesero llamó su atención, tocando su hombro.—¿Sí?—¿Quién pagará la cuenta de las dos mesas? —preguntó el muchacho un tanto apenado.Michael apretó los dientes, no había nadie más que él dentro del restaurante, si no pagaba, no iban a dejarlo ir.—Yo, supongo —susurró, pero ya estaba sacando su tarjeta.El mesero asintió y se marchó para cobrar la cuenta, Michael apretó los puños, esto le pasaba por metich
Kate sintió que algo se hundía en su corazón, Ricardo le estaba pidiendo una oportunidad después de venir de verse con otra mujer. Ella se sintió tentada a levantarse y marcharse de la cocina y de la casa de su marido, pero quería saber de primera mano de lo que era capaz de hacer Ricardo, quería saber hasta dónde llegaba su cinismo para estar delante de ella, luego de estar con otra.—¿Con quién dijiste que estabas? —preguntó.Kate dejó el móvil sobre la mesa, había visto lo suficiente, ahora quería respuestas.—No te dije que estuve con alguien —le respondió. Ricardo había notado el cambio en el rostro de Kate, sus hombros se habían tensado y la rigidez de su voz le indicaba que algo había sucedido.—¿Estabas con alguien cuando Abigaíl te llamó?—Sí, fui a cenar con Renato —dijo, el cuerpo de Kate se puso más tenso que la cuerda de un violín, le estaba mintiendo, ¡Ricardo le estaba mintiendo sin ningún remordimiento!—¿Con Renato?—Sí, Kate. Te acabo de decir que nos ha invitado a u
Kate se preocupó al no tener una respuesta de su marido, estaba quieto como una estatua.—¿Pasa algo? —preguntó Kate, tocando el brazo de Ricardo.—Me pasa de todo y todo es contigo —aseguró, tomando la cintura de Kate y atrayéndola a su cuerpo. El corazón de Kate latió fuerte dentro de su pecho, sus alientos se mezclaban. Sus bocas estaban tan juntas, que sus labios se rozaban.—Lo siento —musitó, el rostro de Kate lució confundido, pero no tuvo tiempo de preguntar. Su boca fue ocupada por la boca de Ricardo y la pasión estalló como un volcán en plena erupción. El calor se extendió por todo su cuerpo, quemando de deseo cada rincón.Kate llevó las manos al cuello de Ricardo y enredó sus dedos en sus cabellos cortos y presionó para atraerlo más a su cuerpo. Mientras se devoraban sin reserva.Ricardo deslizó su mano por la cadera de Kate, acarició su redonda y carnosa nalga, le dio un ligero apretón que arrancó un gemido en la muchacha.—Estamos en la sala —pronunció Kate con voz agitad
Kate cerró los ojos al sentir el aliento de Ricardo sobre su rostro, sus pelvis estaban cepillándose entre sí, moviéndose como si tuviesen voluntad propia.—Mírame —le susurró él.Kate abrió los ojos, ambos estaban perdidos en su burbuja, ambos eran presos del mismo deseo ardiente que el baile había despertado, la joven podía sentir cómo el bulto dentro del pantalón de Ricardo empujaba contra su vestido, como si quisiera atravesarlo allí mismo.—Siento que ardo —confesó ella moviendo su rostro ligeramente, haciendo que sus narices se acariciaran entre sí, buscando el momento oportuno para unir sus labios en un beso apasionado.De repente el salón desapareció y todo lo que existió para ellos era el deseo de hacerse un solo ser. Los presentes dejaron de bailar, otros sacaron sus móviles para fotografiar aquel momento y Larissa moría de celos ante aquel espectáculo, ella había pedido la canción, creyendo que Ricardo no iba a desairarla, pero… tenía que reconocer que la tensión sexual ent