El sol se filtraba a través de las cortinas de mi habitación, bañando la habitación con una luz suave y cálida. Pero yo no podía disfrutar de la tranquilidad de la mañana. Algo en mi pecho, algo profundo, estaba inquieto. Kian aún estaba en mi cabeza, como siempre. No podía sacármelo de la mente, incluso cuando trataba de centrarme en otras cosas.
Desde aquella noche en el claro, la conexión entre nosotros se había fortalecido de una manera que ni siquiera imaginaba. Pero con esa cercanía también vino algo más pesado, algo que no podía ignorar: los secretos de Kian.
Cada vez que me miraba, había algo en su mirada que me decía que había más de él que no me estaba contando. Sabía que, como alfa, cargaba con responsabilidades y luchas que no podía compartir con cualquiera. Pero... ¿yo no era cualquiera? Me preguntaba si él pensaba que
La mañana estaba opaca, con nubes pesadas que colgaban como un presagio de algo más. No podía dejar de pensar en las palabras de Kian: "No puedes ser parte de este mundo." La duda había calado hondo en mí, y aunque su rechazo me dolía, algo me decía que él ocultaba mucho más de lo que estaba dispuesto a admitir. Mi mente no encontraba descanso, y mis pasos me llevaron hasta la vieja casita en las afueras del pueblo, donde se rumoraba que vivía la anciana que sabía más de lo que parecía.Había escuchado historias sobre ella: una mujer que conocía los secretos de la tierra, de las criaturas que caminaban en las sombras, y que, según los más supersticiosos, podía ver el futuro. A pesar de mis propias dudas, algo me impulsaba a buscarla, a encontrar respuestas que Kian
El sol comenzaba a esconderse detrás de las montañas, tiñendo el cielo de un tono naranja rojizo. La luz parecía intensificar la batalla interna que sentía. Mis emociones eran un torbellino, y cada vez que pensaba en Kian, me encontraba atrapada entre la necesidad de alejarme y el deseo de abrazarlo más fuerte que nunca. La confusión no era algo nuevo para mí, pero esto... esto era diferente. Estaba tocando algo más grande que yo. Algo que no podía entender por completo.Aún no podía dejar de pensar en la conversación que había tenido con la anciana. El miedo que había percibido en su mirada era palpable, como si me hubiera estado advirtiendo de algo que mi mente aún no lograba procesar. Y luego estaban las cartas, las palabras de Kian, que me decían que nos estábamo
La conversación con Kian de la noche anterior había quedado grabada en mi mente como una cicatriz recién formada. No podía dejar de pensar en lo que me había dicho, en su mirada, en la forma en que sus palabras, llenas de dolor y desesperación, me habían golpeado con la fuerza de un rayo. Pero, por más que intentara ignorarlo, algo dentro de mí seguía ardiendo. Y ese algo, innegable y peligroso, se llamaba Kian.Nunca pensé que me vería atrapada de esta manera. Yo, una simple humana, cautiva de un hombre tan… oscuro, tan salvaje. Él tenía un poder sobre mí que no podía controlar, y lo peor de todo es que no quería controlarlo. Me dolía, sí, el hecho de saber que la verdad podría destruirnos a ambos, pero mis sentimientos por él seguí
El peso de lo prohibido comenzaba a apoderarse de mí. Cada vez que me acercaba a Kian, el mundo alrededor de nosotros parecía desvanecerse. Un velo de peligro lo envolvía todo, como si nuestras emociones pudieran desencadenar una explosión que destruiría todo lo que conocía. Las palabras de Kian aún retumbaban en mi mente: "Lo sabrás cuando ya no puedas escapar de mí." Era imposible ignorarlo, el deseo se estaba haciendo más fuerte, pero el miedo también. Mi corazón latía acelerado, y no sabía si lo que sentía era algo que podía controlar.Los entrenamientos comenzaron al día siguiente. Aunque mi intención inicial había sido mantenerme alejada de todo esto, algo dentro de mí se rebelaba. El deseo de aprender, de
La noche estaba oscura, mucho m&aa
El aire estaba cargado de tensión, más denso que nunca. Las sombras de la noche se alargaban mientras caminábamos en silencio por el borde del campamento, nuestros pasos resonando en la tierra húmeda. Kian iba al frente, como siempre, con esa postura desafiante, casi arrogante, como si el mundo entero pudiera arrodillarse ante él. Yo lo observaba, sin poder evitarlo, incapaz de apartar los ojos de la figura imponente que representaba. Sin embargo, esa misma presencia que siempre había encontrado tan cautivadora, hoy me parecía lejana. El espacio entre nosotros parecía infinitamente grande.La verdad se estaba colando en mis pensamientos como una serpiente, retorciéndose y apretando mi pecho, recordándome que estábamos caminando hacia un abismo. Los peligros a los que él estaba atado, las oscuridades que arrastraba a su paso, estaban comenzando a consumir todo lo que habíamos construido.
Mi corazón todavía latía acelerado, la sensación de su beso grabada en mis labios, el ardor de sus palabras resonando en mi mente. "Te amo, Emma." No podía dejar de repetirlas en mi cabeza. Pero cada vez que las decía, una oleada de duda me golpeaba más fuerte. ¿Cómo podía ser esto real? ¿Cómo podía haber tanta pasión, tanto deseo, y aún así seguir sintiéndome tan perdida?El viento frío de la madrugada me despertó de mis pensamientos. El pueblo estaba en silencio, el cielo oscuro, una mezcla de estrellas difusas que apenas iluminaban la tierra. Pero bajo esa aparente calma, algo se cernía sobre nosotros. Algo peligroso. La manada rival estaba cerca, y todo lo que habíamos vivido hasta ahora parecía una frágil burbuja a punto de estallar.Miré hacia el bosque, donde Kian se encontraba. Lo veía com
La brisa nocturna acariciaba mi rostro mientras caminaba hacia mi casa. El aire fresco del otoño se filtraba entre las hojas caídas, que crujían suavemente bajo mis botas. La luna llena brillaba intensamente sobre el pueblo, iluminando las calles vacías. Era una de esas noches en las que todo parecía estar en su lugar, todo tranquilo, todo como siempre. Pero, por supuesto, las cosas nunca permanecen tranquilas por mucho tiempo en mi vida.El sonido de los árboles moviéndose me hizo detenerme en seco. Al principio, pensé que era el viento, pero luego algo en la atmósfera me hizo sentir incómoda. La sensación era extraña, como si algo estuviera observándome. Me giré lentamente, mi corazón empezando a latir más rápido. La última vez que sentí algo similar fue cuando era niña, corriendo por el bosque y sabiendo que algo o alguien me seguía.Un ruido rompió el silencio de la noche, una rama que crujía a lo lejos, justo dentro de la franja oscura del bosque. No era normal, y no pude evitar