LVIII

Cuando el Sr. de la Fuente y Adamaris hicieron las paces, justo en ese momento Elijah entró corriendo en la casa. Los guardaespaldas ya le habían contado lo sucedido. Pensando lo peor, corrió directamente hacia la mujer del vestido morado que le daba la espalda. Ella estaba sana y salva, y eso era lo único que le importaba.

—¿Fernanda?

Fernanda volteó y sin tener tiempo de sorprenderse, sólo vio el rostro preocupado de Elijah y luego, sintió la forma en que él ya la estaba abrazando con un movimiento rápido y en un fuerte abrazo.

Cuando Fernanda volvió a su realidad, lo único que pudo entender fue lo fuerte que el hombre la estaba abrazando.

—¿Elijah? —Fue todo lo que dijo.

—Fernanda, estás bien, estás bien, yo... yo... no puedo estar más feliz de saberte sana y salva.

Adamaris y el señor de la Fuente lo estaban viendo todo. Adamaris sólo sonrió antes de bajar la cabeza, el Sr. de la Fuente sonrió y se dio cuenta de que Adamaris estaba profundamente enamorada de él, pero no iba a hac
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