Beso.

Damián respiró profundo para controlar su enojo, quien se creía esa mujer para hacer tal escándalo en su casa.

—Yo lo arreglaré—le dijo a Alfredo y este sintió.

Damián caminó a la entrada, en donde dos de sus hombres de seguridad sostenían a Tatiana de los brazos.

—Pueden soltarla—ordenó.

Los hombres obedecieron de inmediato.

—¿Qué te trae a mi casa?—preguntó el hombre con evidente enojo.

—Lamento llegar de esta forma, solo deseo hablar con usted y la señora Emilia—contestó Tatiana con dificultad.

—No sé si es que no te has dado cuenta de la hora que es, mi esposa aún duerme, así que te pido que te marches y vuelvas en otro momento—Damián se dispuso a ingresar de nuevo a la casa, pero Tatiana lo detuvo.

—Sé que es un mal momento, pero lo que debo decirles es de suma importancia—Tatiana sostenía la parte trasera de la bata de Damián.

—Sea lo que sea, tendrá que esperar, si hay algo que molesta a Emilia es que la despierten, ahora suéltame—dijo el hombre caminando al interior de casa.

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