En el reino de las sombras. El rey oscuro se había asegurado que Askal fuera atendido con mucho cuidado y dedicación hasta que sanó por completo. Finalmente luego de tantos años se podía ver a un Askal nuevamente pleno y recuperado. Los seres de sombras eran trozos de carne putrefactas, que a pesar de tener forma humana, jamás fueron personas. Simplemente eran el resultado de todo el odio que existía en el mundo. Nacían del dolor que sentían los habitantes de los cinco grandes reinos, y ahora estaban listos para buscar algo más que un sombrío montón de rocas. Askal era vital en los planes del rey oscuro, por eso le había estado dedicando tanto tiempo.
— Finalmente despertaste — dijo el rey oscuro mientras que Askal se levantaba de la cama con mucha energía. Era como si se tratara de otra persona muy diferente a la que llegó completamente moribunda.
— ¿Qué hicieron conmigo? — preguntó Askal abriendo y cerrando sus manos muy impresionado con la mejoría en su cuerpo.
— Es un secreto de nosotros los oscuros. Hemos dedicado nuestros mejores tratamientos con el fin de hacerte mucho más fuerte — confesó el rey oscuro.
— ¿Y eso para qué? ¿Qué intenciones tienen conmigo? — interrogó Askal exigiendo la verdad.
— Antes de hablar de eso quisiera que te transformaras en hombre lobo.
— Creo que tienes al hombre equivocado — Askal reía levemente — jamás logré la transformación perfecta. De seguro me confundes con mi hermano Sköll.
— Creo que aún no nos estamos entendiendo bien. Te dije que te transformaras en hombre lobo — reiteró el rey oscuro.
Askal lo miró en silencio por unos segundos, y luego recordó las leyendas que escuchó de los seres oscuros cuando él era solo un niño. Se contaba que eran seres capaz de aumentar el odio dentro de las personas para convertirlo en fuerza y energía. Y como se podría adivinar, en Askal existía mucho odio por todo lo que le habían hecho.
Askal lo intentó de inmediato, y así logró transformarse en hombre lobo sin ningún tipo de problema. Lo que no había podido lograr en más de veinte años, ahora lo hizo en cuestión de segundos. Sus brazos, piernas, garras, y colmillos eran completamente imponentes. Era una bestia con un poder inimaginable, y un deseo de venganza que lo había mantenido vivo durante todo este tiempo.
En el castillo de Lergos. El rey se reunía con su oráculo, su mano, el maestro del castillo, y su consejero para discutir la situación de Sköll.
— Es simplemente inaudito. Nos hemos quedado sin un heredero claro para que ocupe el trono de marfil — reclamaba el oráculo, un anciano hechicero de mucha sabiduría, y conocimiento del universo.
— Sköll rompió nuestras leyes sagradas. Conspiró en contra de la corona cuando no solo se involucró con esa humana, sino que además tuvo el descaro de embarazarla, y convertirla en una descendiente de la luna — replicó el rey Kaslkal en su defensa.
— ¿En dónde está Sköll? ¿Pudieron arrestarlo? — preguntó la mano del rey. Un caballero de mucha agilidad con la espada, y totalmente fiel a la corona.
— No hizo falta. El mismo optó por el exilio voluntario — informó el maestro del castillo.
— ¿Para qué necesito a ese traidor de Sköll?, Yo mismo seré mi heredero. Seré rey de Lergos por siempre y para siempre — gritó el rey Kaslkal.
— Eso no es recomendable, su majestad. A pesar de que puede vivir para siempre por ser un hombre lobo, eso no lo hace inmortal. Aún pueden matarlo si lo hieren con plata, o incluso otro hombre lobo puede matarlo. Sería catastrófico que eso pasara, y usted no tenga un heredero al trono de marfil — dijo el consejero del rey.
— Entonces buscaré las otras tres piezas de la copa sagrada. Beberé vino de ella, y seré inmortal. Reinaré para siempre, gobernando a los hombres lobos y a los humanos — insistió el rey Kaslkal.
— Eso desataría una guerra entre los grandes reinos nuevamente. No es para nada prudente esa vía — aseguró el maestro del castillo.
— He tomado una decisión, y voy a anunciarla en la asamblea de hoy. No tengo más que decir. Esta reunión a concluido — indicó el rey Kaslkal con autoridad.
— ¡Si, majestad! — dijeron todos al mismo tiempo. Sin embargo intercambiaban miradas incómodas, sabiendo que el rey estaba a punto de cometer una gran equivocación.
La tarde llegó rápidamente, y con ella se dió inicio a la asamblea del rey. Un espacio que se daba cada semana para que el rey Kaslkal pudiera escuchar las inquietudes de su pueblo, y a su vez, él también pudiera dar a conocer sus anuncios más importantes.
— Pueblo de Lergos. Con ustedes Kaslkal primero. Rey de Lergos, gobernante de los hombres lobos y los seres humanos, hijo de Kusmul el héroe de la guerra eterna, descendiente de la luna, y macho alfa de la manada — dijo el maestro del castillo presentando al rey Kaslkal.
De esa manera se dió inicio a la asamblea con casos cada vez más tediosos y aburridos para el rey.
— ¿Qué tenemos aquí? — preguntó el rey a su maestro del castillo.
— Son dos campesinos humanos, señor. Aseguran que sus cosechas deben ser repartidas a la mitad porque las tierras pertenecen a ambos por igual, pero no logran ponerse de acuerdo — informó el maestro del castillo.
— Las tierras de Lergos pertenecen unicamente a la familia real de los Wolf. Matenlos a ambos, y traigan toda la cosecha al reino — ordenó el rey.
— ¡Ya lo oyeron! — dijo el maestro del castillo a los soldados que se llevaban a esos dos campesinos de manera forzada.
— ¿Terminamos? — preguntó el rey.
— Si, su majestad. Es todo.
— Entonces creo que es hora de hacer mi gran anuncio — dijo el rey colocándose de pie.
— ¡Aún falto yo! — gritó Askal aparecieron de manera sorpresiva, y entrando tranquilamente por la puerta principal del salón real.
— ¿Askal? — exclamó el rey totalmente asombrado — ¿Qué hace aquí? Sabes que no puedes venir al reino. Fuiste desterrado.
— Quería visitar a mi familia. Sabes que soy muy sentimental — dijo Askal de manera sarcástica siendo acompañado de los seres oscuros con su olor y aspecto putrefacto.
— Se acabó.... Soldados, saquenlos de aquí — ordenó el rey.
— Oí que te quedaste sin heredero, padre. Vengo a reclamar mi legítimo derecho al trono de marfil — dijo Askal.
— No puedes optar al trono. Jamás te pudiste transformar, y por eso fuiste desterrado de la manada como un Omega.... Primero muerto antes de que un Omega se siente en el trono de marfil — aseguró el rey Kaslkal.
— ¡Acepto el trato! — dijo Askal de manera desafiante.
— ¿Y cómo lo piensas hacer?, No traes plata contigo — señaló el rey.
— No la necesito. Te mataré con mis propias manos.
— ¡Idiota!, Solo un hombre lobo puede matar a otro hombre lobo — aseguró el rey.
— ¡Perfecto! — exclamó Askal convirtiéndose en esa terrible bestia imponente ante la mirada aterrorizada de todos los presentes, incluyendo al mismo rey Kaslkal.
— La bestia me va a comer... La bestia me va a comer — repetía el pequeño Askal mientras temblaba del frío sobre la nieve, y una tundra congelada. Había sido abandonado en el bosque junto a su hermano Sköll en pleno invierno como parte de un ritual sagrado que todos los integrantes de la familia real debían enfrentar tarde o temprano. Ambos niños de seis y siete años respectivamente, llevaban puesto solamente un pequeño trozo de tela en forma de pañal, sujetado por una cuerda. — No tengas miedo, Askal. Yo te voy a proteger — aseguró el valiente Sköll guardando bajo sus brazos a su tembloroso hermano menor. — ¿Porqué nos hacen esto? — preguntó Askal llorando. — Es parte de nuestro destino. Es lo que somos. Nacimos en una familia de hombres lobos que ostenta el trono de Lergos. Solo quieren llevarnos a nuestros límites para obligarnos a convertirnos en bestias. La metamorfosis perfecta. El híbrido entre hombre y lobo, como único requisito para poder ser reyes algún día — explicó Skö
Trece largos años habían pasado desde que Sköll consiguió la transformación perfecta en esas montañas congeladas. De Askal nunca más se supo absolutamente nada, y muchos en el reino asumían que había muerto. "Seguramente fue devorado por alguna bestia hambrienta, como le sucede a todos los desafortunados que se pierden en ese bosque.", Fueron las palabras del rey Kaslkal para tranquilizar a su reina, quién jamás dejó de llorar por su hijo en el silencio de las solitarias torres del castillo. Así fue hasta que un día murió por circunstancias naturales. Al rey Kaslkal le dolió mucho esa muerte, durante un día, porque al día siguiente se estaba casando con otra joven loba del reino, y así el legado de la madre de Sköll fue olvidado rápidamente. En todo este tiempo, Sköll había logrado alcanzar su máximo nivel de batalla. Era considerado como uno de los lobos más feroces y despiadados en toda la historia de la sangre de lobos en cuerpos humanos. Se había ganado el respeto de los más gran
Los días pasaron rápidamente, y el día de la cena oficial de Sköll con sus pretendientes había llegado. Se trataba de otro antiguo ritual con siglos de tradición entre la familia real. El futuro rey se reunía con las aspirantes a reina para conocerlas mejor, y de esa manera tomar una decisión mucho más acertada de a quién querría para compartir el trono de marfil en el reino de Lergos. Decenas de chicas lobo con prestigiosos apellidos se dieron cita en las puertas del castillo para estar presente en esta importante velada. Incluso se peleaban entre ellas para conseguir un mejor puesto entre todas las demás. Todo un escándalo y alboroto se había desatado en las entretelas del palacio. Todas querían ser la esposa del hombre lobo más bello de todos. Las puertas del castillo se abrían lentamente mientras que todas esas chicas lobo no podía contener la emoción. Sköll se había convertido en toda una celebridad de esa época. — ¡Señoritas! — gritó el maestro del castillo una vez que las puer
Un hombre sin piel en los pies, y completamente sucio, se movía con lentitud mientras caminaba a través de un largo camino de rocas. Casi no tenía fuerzas para continuar. Sus piernas de desmayaban, y su espalda no resistía más con el peso de su propio cuerpo. Había estado vagando el mundo durante trece años, hasta llegar al valle de las sombras. Un lugar al cuál nadie se atrevía a ir, porque estaba repleto de personajes oscuros, nacidos del odio y el sufrimiento de los demás habitantes del mundo. Y era precisamente éstos horrible seres putrefactos, quiénes aguardaban pacientemente la llegada de ese desafortunado caminante. Parados frente a él en el camino, vieron como éste se derrumbó sobre las rocas. Totalmente exhausto, y ya sin fuerzas. — Te habíamos estado esperando desde hace mucho tiempo..... ¡Askal! — gritó el rey de las sombras mientras lo ayudaban a ponerse de pie nuevamente. En el castillo de Lergos. El rey Kaslkal contaba la famosa historia de la guerra eterna, para que l