Temblaba.
Sabía que todo iba a salir bien, pero eso no me impedíatemblar. Subí las escaleras del juzgado agarrando confuerza la mano de Ian. Había tenido mucho cuidado por lamañana cuando me vestía, había elegido un vestido negro,ajustado y elegante. Zapatos con tacones altos y alrededorde mi cuello las perlas de mi abuela que las heredó mimadre y luego yo, que en algún momento heredará Liv. Elcabello suelto caía en ondas brillando después de todo eltiempo que pasé en el espejo peinándome.Ian, era la pareja perfecta a mi lado con su traje negro ycamisa blanca.Era guapo y cuando iba tan serio como ahora, con esamirada intensa que todos que se nos cruzaban se alejabande nuestro camino, me entraban ganas de tirarme a susbrazos y besarlo. Y otras cosas.Él no sabía lo que había planeado con Isabella, no hubomanera de encontrar un momento a solas o un lugar dondepoder hablar sin miedHan pasado tres meses desde que mi pesadilla terminó,tres meses desde que nació mi hija y tres días desde quevolví al trabajo. Rechacé la oferta de Isabella, la doctora queera amiga de Olivia, y retomé mi puesto en el hospital. Aquíconocía a la mayoría de los médicos y enfermeros y lo másimportante es que estaba a pocos minutos del apartamento.Liv se quedaba en casa con Greta y el primer día llorémás que ella. ¡Dios! Ella ni siquiera me echó de menos, esun bebé, mientras tiene el biberón lleno y el pañal seco estáfeliz.No he vuelto al trabajo a jornada completa, solo cinco #buenovelaresumenhoras por la mañana que fue lo que recomendó miterapeuta. No me gustaba, el trabajo no la terapeuta. Curar,ayudar, es lo que me hacía ilusión, pero ahora ya no.El ambiente del hospital me parecía demasiado informal,agobiante, frío. Veía los pacientes ir y venir, una consulta enurgencias por algún dolor y en la mayoría de los casos leenviaba a casa con una receta. No sabía si seguían
Lake SpringJason Farell, el alcalde me esperaba para una entrevista.¿Cómo diablos pasó esto?Un día estaba pensando en que me gustaría irme a vivir aun pueblo pequeño y al siguiente el padre de Colin, Kyle, medice que hay un puesto perfecto para mí. Eso fue eldomingo y hoy el martes estoy sentada en el coche deGreta mirando al centro del pueblo.Tiendas pequeñas, personas caminando tranquilamente.Una cafetería donde siempre hay alguien entrando osaliendo. Un gran edificio al fondo con una gran placa quedice Ayuntamiento, otro a su lado más pequeño, pero másmoderno que al parecer era el centro médico.Es primavera, los árboles han reverdecido. Hay flores entodos los sitios, arriba en las ventanas y en los balcones,abajo en la calle en macetas o en pequeños maceterosdelante de todas las tiendas.El pueblo es perfecto, demasiado perfecto.Seguramente el sueldo es una mierda y el alcal
¡Maldito infierno!Soy idiota, irremediablemente idiota. No sé cuántas vecesme tiene que pasar lo mismo para aprender. Maldije alimbécil que no señalizó delante de mi coche y después degirar a la izquierda aparqué el coche.Mi casa no era nueva, había sido construida hace más deochenta años y necesitaba mucho trabajo, pero nunca teníatiempo. A lo mejor era el tiempo de vender y comprar algonuevo. A lo mejor era el tiempo de un cambio.Llevaba mucho tiempo sintiéndome inquieto, pero loignoré. Pensé que era por todo lo que estaba ocurriendo, laboda de mi padre con Lidia, el nacimiento de los niños, mishermanos. Luego la boda de Rachel y su embarazo. Elsecuestro de Ailín.Todo eso añadido al trabajo, al cansancio, me hace desearun poco de paz. Algo sin criminales, sin delitos, sin tenerque cuidar mi espalda cada día.Entré en la casa y me quedé en la entrada mirandoalrededor. Una casa
Mudarme parecía fácil. Tan fácil como empacar y llamar a una empresa de mudanzas. Claro, fácil. Pero no contaba con Liv que odiaba la silla del coche, un coche nuevo que había comprado con el dinero del monstruo. Jason me había asegurado de que no necesitaba un coche en Lake Spring, la casa estaba cerca del centro médico y todo estaba ahí, tiendas, guardería, farmacia. Pero quería tener la posibilidad de marcharme cuando me apetecía, sí quería ir a la ciudad no tener que esperar a un taxi o pagar los precios desorbitados. Liz me acompañó al concesionario de coches y al principio pensé que era una mala idea, ni una de las dos tenía idea de coches y eso fue claro cuando Liz se puso muy contenta al ver un coche rosa. Puse los ojos en blanco y la llevé a un todoterreno. Ahí nos encontró un vendedor y aunque yo no sabía nada de coches, sabía cuando intentaban estafarme. Al parecer, Liz también sabía
No podía dormir.Podría ser el dormitorio desconocido. Bueno, no tandesconocido. Era de Ian. Por extraño que parezca acabédurmiendo en dormitorio y no fue decisión mía. Habíacuatro habitaciones en la planta de arriba, uno de Ian, otrode invitados con una cama grande que ya estaba ocupadopor Nora y Dean, otro con una cama pequeña que elegí paramí y Liv. Pensaba empujar la cama hacia la pared ypodríamos dormir las dos ahí, pero Nora no quiso escuchar.En cuanto le dije que Liv no dormía en su cuna por lanoche insistió en ver la otra habitación, igual que la quehabía elegido yo, pero con la mala suerte de que la camahacía un ruido horrible.Entonces Nora me ofreció su habitación. Me negué. Lointentó una y otra vez e Ian nos encontró en medio delpasillo discutiendo. Sacudió lo cabeza que por lo que hevisto es su manera de reaccionar cuando piensa que lasmujeres están locas de atar, y abrió
—Eres idiota, hijo, y no comprendo cómo es que eresnieto mío —dijo Dean.Era después de la noche que Sam pasó en mi casa, en micama. Después de verla vestida con mi bata, después desentarme a su lado en el desayuno. Después de lucharconmigo mismo para no disparar a Colin a la cabeza cuandolo vi mirándola con cariño.¿Qué mierda le pasaba a ese hombre para mirar a otramujer cuando tenía a su esposa embarazada a su lado?Eso se hizo mucho más difícil cuando Sam pronunció esaspalabras. Un par de besos. Ella lo había besado y ahoraestaban los dos juntos en la misma habitación, en mimaldita cocina.Sí, me vi corriendo al dormitorio, coger el arma de la cajafuerte donde la había puesto cuando Sam se quedó adormir, volver y disparar a Colin justo entre los ojos. Peroluego vi el amor con que miraba a su esposa y vi el mismoen los ojos de ella y me calmé.Quise preguntar de qué iba el pacto y a quién qu
Amigos.Sí, claro. Amigos y su madre.Los amigos se llaman para charlar. Los amigos aún más sison vecinos pasan a decir hola o para pedir un poco de café.Los amigos te invitan a dar un paseo o se apuntan si vastú a dar uno.Los amigos no se olvidan de ti.Los amigos no se van en medio de la noche sin avisar.Dejó una nota.He visto que te habías quedado dormida y no quisedespertarte. Me llevé la llave para cerrar la puerta. Ian.Ni un me lo pasé bien, ni un hay que repetirlo.Esperé.Un día. Dos. Tres.Justo cuando había decidido intentarlo él desaparece.Quería ver cómo nos iba como amigos y luego pasar a algomás. Me sentía segura a su lado, tan segura que esa nochecuando me quedé dormida sabiendo que él estaba abajodormí hasta la madrugada. Sin despertarme, sin pesadillas.Maldito hombre por hacerme desear algo y quitármelo sinmirar atrás.—¿Apostamos a que el maldito h
El destino es muy traicionero, tanto que si fuera unapersona de verdad yo misma lo mataría. Tomaría el arma deIan o de Linc y le dispararía entre los ojos. Luego lequemaría vivo o no ya que estaba muerto.En fin, ya me entiendes.El destino es muy caprichoso, te da esperanza, te dejavislumbrar el futuro y te lo pinta de color rosa. Claro que teilusionas, ¿quién no lo haría? Yo después de lo que sucedióme agarré con fuerza a esa luz de esperanza.Me agarré con fuerza a él. A Ian. A la promesa de unfuturo con él. Y luego todo se va a la mierda. Mis esperanzasdestrozadas, mis sueños rotos, el poco avance que habíahecho en mi curación, en mi camino hacia una vida normaly feliz desparecido.Pero me estoy adelantando.Han pasado tres semanas desde el día que se pinchó mirueda y Ian vino a mi rescate. Conocí a su hermana, fuimosa comer a casa de Gareth donde me presentó a Lidia.Ella era u