No podía dormir.Podría ser el dormitorio desconocido. Bueno, no tandesconocido. Era de Ian. Por extraño que parezca acabédurmiendo en dormitorio y no fue decisión mía. Habíacuatro habitaciones en la planta de arriba, uno de Ian, otrode invitados con una cama grande que ya estaba ocupadopor Nora y Dean, otro con una cama pequeña que elegí paramí y Liv. Pensaba empujar la cama hacia la pared ypodríamos dormir las dos ahí, pero Nora no quiso escuchar.En cuanto le dije que Liv no dormía en su cuna por lanoche insistió en ver la otra habitación, igual que la quehabía elegido yo, pero con la mala suerte de que la camahacía un ruido horrible.Entonces Nora me ofreció su habitación. Me negué. Lointentó una y otra vez e Ian nos encontró en medio delpasillo discutiendo. Sacudió lo cabeza que por lo que hevisto es su manera de reaccionar cuando piensa que lasmujeres están locas de atar, y abrió
—Eres idiota, hijo, y no comprendo cómo es que eresnieto mío —dijo Dean.Era después de la noche que Sam pasó en mi casa, en micama. Después de verla vestida con mi bata, después desentarme a su lado en el desayuno. Después de lucharconmigo mismo para no disparar a Colin a la cabeza cuandolo vi mirándola con cariño.¿Qué mierda le pasaba a ese hombre para mirar a otramujer cuando tenía a su esposa embarazada a su lado?Eso se hizo mucho más difícil cuando Sam pronunció esaspalabras. Un par de besos. Ella lo había besado y ahoraestaban los dos juntos en la misma habitación, en mimaldita cocina.Sí, me vi corriendo al dormitorio, coger el arma de la cajafuerte donde la había puesto cuando Sam se quedó adormir, volver y disparar a Colin justo entre los ojos. Peroluego vi el amor con que miraba a su esposa y vi el mismoen los ojos de ella y me calmé.Quise preguntar de qué iba el pacto y a quién qu
Amigos.Sí, claro. Amigos y su madre.Los amigos se llaman para charlar. Los amigos aún más sison vecinos pasan a decir hola o para pedir un poco de café.Los amigos te invitan a dar un paseo o se apuntan si vastú a dar uno.Los amigos no se olvidan de ti.Los amigos no se van en medio de la noche sin avisar.Dejó una nota.He visto que te habías quedado dormida y no quisedespertarte. Me llevé la llave para cerrar la puerta. Ian.Ni un me lo pasé bien, ni un hay que repetirlo.Esperé.Un día. Dos. Tres.Justo cuando había decidido intentarlo él desaparece.Quería ver cómo nos iba como amigos y luego pasar a algomás. Me sentía segura a su lado, tan segura que esa nochecuando me quedé dormida sabiendo que él estaba abajodormí hasta la madrugada. Sin despertarme, sin pesadillas.Maldito hombre por hacerme desear algo y quitármelo sinmirar atrás.—¿Apostamos a que el maldito h
El destino es muy traicionero, tanto que si fuera unapersona de verdad yo misma lo mataría. Tomaría el arma deIan o de Linc y le dispararía entre los ojos. Luego lequemaría vivo o no ya que estaba muerto.En fin, ya me entiendes.El destino es muy caprichoso, te da esperanza, te dejavislumbrar el futuro y te lo pinta de color rosa. Claro que teilusionas, ¿quién no lo haría? Yo después de lo que sucedióme agarré con fuerza a esa luz de esperanza.Me agarré con fuerza a él. A Ian. A la promesa de unfuturo con él. Y luego todo se va a la mierda. Mis esperanzasdestrozadas, mis sueños rotos, el poco avance que habíahecho en mi curación, en mi camino hacia una vida normaly feliz desparecido.Pero me estoy adelantando.Han pasado tres semanas desde el día que se pinchó mirueda y Ian vino a mi rescate. Conocí a su hermana, fuimosa comer a casa de Gareth donde me presentó a Lidia.Ella era u
Ajena a lo que se avecinaba viví el comienzo de mirelación con Ian con alegría, con ilusión. Me dejé llevar porla sensación de seguridad que tenía a su lado. Me permitídisfrutar de la vida. Olvidé por unos días que mi pasadoestaba lleno de drama y dolor.Ian era maravilloso.Ian era cariñoso.Ian era cuidadoso.Era todo lo que una mujer, o mejor dicho yo, deseaba enun hombre. Era guapo e inteligente, atractivo. Ponía mi bienantes que el suyo, me mimaba, vaya si lo hacía. Recuerdo elprimer orgasmo en sus brazos, el segundo y el tercero, lostres míos y ni uno de él.Sus caricias eran como una droga y me volví adicta desdeese momento. A veces si no tenía pacientes iba a comprarun café y aprovechaba para llevarle una a él a la comisaría.¿No era una suerte que él tenía una oficina con cerrojo?Otras veces aparecía él en la consulta, pero yo no teníacerrojo. En cambio, tenía una recepcion
No hay dudas, soy idiota.¿Cómo diablos es posible no controlarme a esta edad? Mefaltó muy poco no tomarla ese día en su consulta, muy pocoy si no hubiera sido por la llamada de Linc lo habría hecho.Ella necesitaba suavidad, paciencia y era justo lo que mefallaba cuando la tenía en mis brazos.¡Dios! Y si es ella la que me besa me toma toda la fuerzadel mundo controlarme. Tenía que conseguirlo sin importarlo duro que era, ella se lo merecía. Confía en mí y no voy adefraudarla.Y aquí estoy de nuevo haciendo lo que prometí no hacer,pero lo haré por Sam. Aunque ella romperá mi corazón porlo menos la ayudaré en encontrar su fuerza, en confiar denuevo en los hombres.El otro día en la comisaría pasé media hora mirandofijamente su expediente, debatiendo si leer o no. Al final nolo hice, no quería romper su confianza y sabía que llegado elmomento no podré mirarla a la cara y mentir.Era
Sexo en la encimera, ¿quién lo hubiera dicho?No me entiendas mal, Ian es un hombre muy atractivo,con un cuerpo de infarto, pero es de alguna maneratranquilo. No te imaginas que podrá tomarte en sus brazos yhacer volar tu mente en minutos.Ayer lo hizo, lo hicimos en su cama y fue muy bueno, perolo de hoy fue mejor. Más intenso. Más todo. Claro queestamos al principio de nuestra relación, todo es mejorahora, ¿no?Me sorprendió con sus planes, llevarme a disfrutar de undía fuera de casa, asegurándose de que Liv estaría biencuidada. La reserva del hotel me descolocó un poco, pero alfinal todo salió genial. Todo excepto el final del día.Me fui arriba con Liv y me quedé dormida, cuando medesperté era de madrugada y no había señal de Ian. Pero,de nuevo, nunca lo había ya que siempre desaparecíacuando me quedaba dormida.No es que podría hacer otra cosa, quedarse a ver latelevisión o a
Lo sentía desde la punta de mis pies, subiendo por mispantorrillas, arriba enroscándose como una serpiente,ahogándome con su oscuridad y malicia. Por primera vez nisiquiera las pequeñas manos de Liv tocándome no podíanliberarme. Ni siquiera los sonidos que hacía ella succionadono podían penetrar el miedo.Estaba atrapada.Era real. El infierno era real y lo estaba viviendo. Iban aquitármelo todo, a Liv, a Ian, a Olivia. Todo, iban a dejarmesola en el mundo. Sola y esperando un final que tardaráaños en llegar.Estaba atrapada en mi mente y no sentí a Liv quedarsedormida como tampoco escuché a Ian entrar en lahabitación hasta que no me cubrió con la manta. Levanté lacabeza asustada y dejé salir un pequeño grito.—Lo siento —dijo Ian enderezándose y levantando lasmanos—. Pensé que estabas dormida.—No, creo que ya he dormido suficiente.Miré el reloj y vi que eran pasadas las tres. Pensé en el