Narrador Omnisciente. Esa noche nuestra protagonista durmió como un bebé porque de tan solo pensar en cómo había descolocado a su marido la hizo disfrutar y soñar como nunca. Si ese demonio pensaba que se amedrentaría por el hecho de que frecuentara esos burdeles, no la conocía en absoluto, y ese pensamiento produjo un efecto que la llevó a abrazar a Morfeo hasta que un nuevo amanecer vislumbró el horizonte. Al bajar la escalinata, un equipaje cerca de la entrada la confundió. Caminó hacia el gran salón que servía de comedor queriendo dilucidar lo que ocurría a su alrededor. En vano fue su intento de pedir explicaciones con la servidumbre, pues ellos solo obedecían a su amo, y ese era el Duque. Se sintió enervada, no pensaba pasarle por alto la ofensa a su reciente esposo de ser tratada como un cero a la izquierda. Con mucha delicadeza y elegancia se dispuso a enfrentar a ese hombre que no hacía más que ignorarla y hablarle de forma afilada. Si creía que cambiaría su esencia de rebe
Margaret y Poppy no podían creer lo que sus oídos escuchaban, les parecía que era un mal sueño todo aquello y por eso antes de salir de su asombró por las palabras del Duque, espetaron…:—¡¡Qué, qué!! —quién las mirara reconocería que estaban rojas del coraje. Tan chillonas se escucharon sus voces que Anastasia que estaba distraída por el agotador viaje puso una mano en su pecho dando un pequeño brinco de sobresalto. Al levantar la vista recibió de la madre de su esposo una ojeada desdeñosa; la prima, por igual, la observó de mala manera.Ella supo interpretar que no era bienvenida porque sabía descifrar las miradas. Para su desgracia desde la muerte de su padre y caída económica de su madre, todas las que recibía de la sociedad eran de desagrado debido a que su familia era execrada por la nobleza.Por eso en realidad no le atañía lo que ellas pensaran, suficiente tenía con aguantar las malas formas y humillaciones de su marido como para amargarse también por lo que imaginaran o dije
Narrador OmniscienteAnastasia estaba furiosa, quería coger de las greñas a la arribista de Poppy por ser tan descarada y a su suegra deseaba poder gritarle todo lo que pensaba de ella, de esa manera sí tendría motivos para repudiarla y criticarla con razón. Lloraba de impotencia porque no les había hecho nada y la trataban peor que a la escoria.Mientras sus lágrimas caían, refunfuñaba en contra de su marido: «Duque Phillips eres un palurdo, mucho refinamiento para unas cosas, pero para otras eres un completo animal. Arggg… si te tuviera aquí te cacheteaba por zafio. Nunca en mi vida he conocido a alguien tan arrogante como tú».Intentaba calmarse, pero otra vez la frustración contenida la hacía desahogarse con ella misma: «Si tan solo me vieras como algo más que un adorno, te darías cuenta de que mis aportes pueden serte de gran valía, pero no, claro que no. Prefieres la ayuda de hombres en vez que la de tu mujer; ¡puñetas, ¿por qué me duele tanto que no me defiendas ante tu familia
Narrador OmniscienteCrockford's club es un local de juego que se está estableciendo en Derbyshire como forma de expandir el que sus dueños tienen en Londres. La diferencia que tiene este sitio con otros de su estilo es que las señoritas que atienden a los clientes, también realizan otros servicios especiales en las habitaciones designadas para los jugadores que entre partida y partida desean descansar.Muchos han sido los Duques, Marqueses y personajes públicos que han despilfarrado su fortuna quedando en la ruina por no saber parar a tiempo. Algunos en su ambición han presentado como aval las escrituras de sus tierras y casas, a veces ganando y otras perdiendo. Otros, simplemente ven este sitio como un desahogo y por eso en ocasiones se quedan días bebiendo, jugando y divirtiéndose con las mujeres que allí les sirven.Philips conocía de oídas el renombre que tenía la sala de juegos Crockford's que se encontraba en Londres, pero, por no mancillar su reputación, jamás se había present
Narrador omniscienteA cada paso que daba la mujer que había solicitado para calmar sus instintos de macho, veía en ella reflejada a su esposa con esa mirada fiera, balanceando sus caderas como solo una diosa perfecta lo haría. No sabe por qué ese impulso está tan vivo y con más intensidad que nunca.—Acércate… —solicita y muerde su lengua para no llamarla Anastasia.A pesar de que no tenía prejuicios contra las cortesanas; no mancharía el nombre de su esposa citando así a la hetaira que lo atendía, porque para él, el estatus de esas mujeres no se comparaba con el de su vivaracha niña, por más desacreditada que estuviera.La joven, entendiendo sin palabras el pedido del Duque, se hincó a su lado apoyando los brazos en sus piernas fornidas y con sus manos delicadas, bajó un poco el pantalón del duque, que le permitió dejarlo a media pierna junto a su interior. El actuar de Phillips era como si le ordenara con la mirada. Su hombría salió como garrote duro que se mantiene firme en una s
Narrador Omnisciente Sentada en su cama, Anastasia comenzó a recordar aquella conversación muy sugerente con su amiga Carmen…: Flashback —Ana, no seas tan remilgada y deja de espantarte… —se carcajeaba la cortesana. —No soy remilgada, me fastidia que me digas así. Sabes que soy curiosa y que sueño con el día en el que pueda disfrutar de todos los placeres como lo haces tú —contestó medio con molestia y vergüenza. —Yo no siempre disfruto, hay hombres que son unas bestias. No les interesa el placer de la mujer y su intromisión es dolorosa, hay otros que tienen fetiches y, si no te lubrican bien… pues… pueden desgarrarte, eso me pasó una vez —dijo a su amiga con una mueca en los labios al pensar en ese episodio de su pasado. —¡Por nuestro señor Jesucristo! ¿Acaso no tenéis personal que las cuide y proteja de esta clase de personas? —preguntó horrorizada Anastasia. —Antes no los había, ahora tenemos una especie de timbre que si lo tocamos viene uno de los mozos contratados por el du
Narrador OmniscienteAnastasia durmió como un bebé, en sueños imaginaba a su esposo acariciándola y amándola como ella tanto deseaba. Veía un prado verde en donde descansaban mientras contemplaban corretear a sus hijos. Parecía una epifanía, pero cuando se despertó, extrañamente se sintió bien con la idea de darle hijos al Duque y que él la considerara al menos un poquito, aunque no la amara.Se vistió y bajó al comedor. Cuando divisó el imponente cuerpo de su marido sentado en la cabecera de la mesa, se estremeció recordando lo que hizo en la noche pensando en él. Sus mejillas pálidas se sonrojaron más de lo habitual. Su corazón comenzó a latir estrepitosamente y un calor se le instaló en la espina dorsal. Como pudo se sentó en la mesa con la cabeza gacha, susurrando un «buenos días». Margaret la miró y levantó una ceja, le pareció demasiado extraño el comportamiento de la joven y más aún ver en la mirada de su hijo, oscuridad, como la de una fiera salvaje a punto de lanzarse encima
Narrador Omnisciente:Por más intensa que se mostró Poppy, al pretender utilizar la misma calesa; Phillips no accedió a sus pedidos usando su propio carruaje. No le permitió a ella montarse en el suyo, puesto que, aunque él puede ser un hombre brusco con su Duquesa, tiene bien claro que no debe pasar los límites antes de presentarse con su señora en sociedad.—Querida tía, parece que no tendré la posibilidad con Phillips, él se muestra distante y frío, si desde antes ya lo era, ahora que ha contraído nupcias con esa plebeya, está peor y lo que más me llena de desaliento es que no sé cómo romper la distancia que nos separa. —Se quejó Poppy transmitiéndole su pena a Margaret a medida que el carro avanzaba. La madre del Duque, que sentía una irritación en la piel de su espalda y pecho, movió la cabeza para los lados al mismo tiempo que respiraba profundo y cerraba los ojos agradeciendo que la parte de atrás del asiento, medio le rascara para amortiguar la incómoda sensación que la embarg