Narrador OmniscientePhillips se encontraba irritado a más no poder; las palabras de su esposa lo habían golpeado en su orgullo. Por supuesto que no quería que ese hombre se le acercara, pero veía que ahora todas las intenciones que tenía de desaparecerlo del mapa si daba con él se estaban esfumando.No es que le importara demasiado lo que le ocurría a ese desgraciado, pero ver el rencor con el que Anastasia le dijo que si lastimaba a su amigo jamás se lo perdonaría, lo hicieron dudar de las órdenes que había dado con respecto al muchacho.«Esta mujer me hace actuar de forma irracional, no entiendo lo que pasa conmigo cuando estoy cerca de ella», murmuraba el Duque compungido.Para un hombre frío y oscuro como él, era difícil aceptar que se estaba enamorando de su Duquesa. Los años que pasó en batalla lo endurecieron más de lo que ya lo estaba; su padre creó una copia fiel a él.Decía que un Duque tenía que tener un temple de acero, que nada debía perturbarlo, ni siquiera los afectos
Narrador Omnisciente.Anastasia estaba que se la llevaba el diablo, imaginarse que el hombre que amaba Carmen no era otro que su marido la tenía al borde del colapso nervioso, y que a su vez, el Duque pensara en que a ella le gustaban las mujeres, era el colmo de los colmos.En cambio, Phillips estaba contrariado, nunca imaginó que su esposa lo cuestionara con respecto a las cortesanas con las que se acostaba y mucho menos que conociera a Carmen, pero fuera como fuere no le iba a mentir sino todo lo contrario.—Ella es la que me satisface desde hace tres años. Sabe lo que me gusta y cuando estoy en Londres es con la única mujer con la que intimo —dijo de forma estoica—. ¿Y tú, de dónde la conoces? Porque por lo que vi sois bastante cercanas —concluyó haciendo hervir la sangre de la joven que no acababa de asimilar su confesión.—Es mi mejor amiga, a la que le pido consejo y le pregunto cosas relacionadas con lo que pasa entre un hombre y una mujer. Ella me ha enseñado los libros prohi
Narrador Omnisciente El Duque no podía contener la lujuria que sentía, cuando sus lenguas dejaron de hacer contacto debido a que necesitaban respirar, Phillips pellizcó un pezón de su esposa para acto seguido soltarlo y agarrarla con fuerza por la nuca haciendo un puño en su cabello para moverla hacia atrás logrando que arqueara su espalda. En esa pose, su visión era maravillosa, agachó su cabeza y comenzó a mamar del pecho derecho de Anastasia como si no hubiera mañana. Los jadeos y gemidos de ella lo incitaban a profundizar subiendo el nivel de desenfreno de su niña rebelde. —Por Nuestro Señor Jesucristo, Phillips… ahhh… —gemía descontrolada la joven sin saber que ese acto tenía totalmente fuera de sí a su marido. —Quiero que te quede claro que eres mía y de nadie más. Jamás permitiré que otro hombre te toque —dijo él luego de morder con fuerza su pezón mientras lo soltaba estirando con ansias. —Ohh… por Dios… Phillips… ahhh… —Anastasia no podía hilvanar las ideas ocasionando qu
Narrador OmniscienteNuestro duque sentía un fuerte peso, cada vez que algún integrante del parlamento lo miraba debido a que pensaba que ellos esperaban alguna respuesta positiva de él como líder, y agradeció al cielo cuando al fin la reunión terminó, sin conclusión alguna porque dejaron todo a decisión del rey.Al salir del parlamento, el Duque respiró con fuerza y, cuando estaba a punto de pedirle a su cochero que se prepararan para el viaje de regreso a su hogar, recibió a un mensajero que venía con el emblema de la corona.La presencia de ese mensajero captó la atención de todos los presentes, muchos sintiendo envidia porque nunca habían tenido la dicha de contar con el favor del monarca y otros sintieron dudas. A pesar de que no es algo lindo tener que ir a detener a los alborotadores para poner fin a una rebelión, igual muchos de ellos ansiaban contar con esa posibilidad, porque un triunfo como tal les daría poder, no solo económico sino también social, debido a que tendrían l
Narrador OmniscienteAnastasia perdió el color en su semblante. Su boca se le secó y se sintió desfallecer. No podía creer que ese hombre vestido de forma extravagante y colorida, fuera su cuñado; bueno, la realidad era que como su matrimonio no estaba consumado aún, él podría reclamarla ante su hermano.Su cerebro cavilaba con rapidez porque su enlace con el Duque no había salido a la luz. Nadie sabía que su esposo era Phillips en vez de Germán, y eso podía ser otra mancha en su reputación si la situación no se aclaraba cuanto antes.Además, si el hermano del Duque la reclamaba ante la ley, podía ser repudiada o peor aún, y su familia se vería involucrada sin quererlo en un escándalo que mancillaría para siempre su apellido venido a menos.Sus hermanas quedarían excluidas y no podrían participar en la temporada social en donde se presentaba a las jóvenes de la aristocracia para intentar conseguir un matrimonio beneficioso.—¡Usted no puede aparecer luego de su falta a deshonrar mi no
A pesar de que nunca había experimentado los celos a flor de piel con otra dama, Phillips sentía que algo caliente se concentraba en su pecho que le iba subiendo lentamente como un volcán a punto de hacer erupción.Miraba a su Duquesa y hermano mientras resollaba como un buey embravecido. Aunque su instinto le ordenaba que debía ir hacia ellos y hacer que Germán le quitara la mano de encima de su esposa, se mantenía sin mover un solo músculo a la espera de algo más.En su estado de afán, suponía que a Anastasia le estaba gustando que su hermano la estuviera tocando, pero cuando un nudo se le formó en la garganta, terminó gritando:—¡¡Qué significa esto!!Germán que aún seguía admirando la belleza e ingenuidad de nuestra Duquesa, sonrió divertido volteando a ver a su hermano que se aproximaba a zancadas.—¡Phillips, al fin has regresado! —musitó Anastasia con emoción, mostrando una sonrisa radiante. Pero él ni atención le prestó porque estaba enfocado en sus errados pensamientos, por
Anastasia es una joven que es rebelde por naturaleza. Siente que es una injusticia que las mujeres sean entrenadas para servirles a sus esposos como muñecas bonitas, mientras ellos buscan placeres que las personas les llaman prohibidos en otros lugares cuando lo que deben hacer es simple, pedirles a sus esposas que los complazcan. A pesar de tener una madre muy conservadora y un tanto protectora que no la deja estar sola ni un solo segundo, se escapa cada tarde para verse con su mejor amiga Carmen quien le facilita los libros que están prohibidos leer para las damas, pero que para Anastasia es un dulce placer porque puede aprender más sobre el sexo. Su amiga es una mujer de esas que trabaja para complacer a los hombres y, por lo tanto, es repudiada por la sociedad. Ella adora a su Carmen y por ello la cuida de que no la vean junto a ella, pero Anastasia es una joven descuidada. Ha dejado que varias de sus mucamas y personas que visitan el parque los domingos después de salir de la
Agosto de 1853. —El hermano del duque es tan…, tan…, bueno…; diferente. Según se comenta. —Gesticuló la mayor de las hermanas Santamaría vivazmente, mordiendo su lengua a sí misma para no decir la palabra que define la sexualidad del hermano del duque. Mientras levanta el abanico tapando con mucha delicadeza sus labios para que su madre no empezara a gritarle por su falta de delicadeza al reír. —Anastasia Santamaría, esos tipos de comentarios imprudentes no son apropiados para una dama. —La amonestó su madre, una mujer que se ciñe de la educación que ha recibido. Pero la mayor de sus hijas es un tanto rebelde y aunque le ha enseñado a ser una dama, ella no ha cambiado. Es la única de sus tres hijas que le ha dado problemas para aceptar los protocolos de una sociedad un tanto elitista. —Madre, solo fue un comentario… Usted ya sabe a qué me refiero. —Respondió Anastasia usando un tono burlón. Su madre intentó volver a amonestarla, pero la pequeña intervino. —Madre, ¿sabía usted que