Narrador Omnisciente Sentada en su cama, Anastasia comenzó a recordar aquella conversación muy sugerente con su amiga Carmen…: Flashback —Ana, no seas tan remilgada y deja de espantarte… —se carcajeaba la cortesana. —No soy remilgada, me fastidia que me digas así. Sabes que soy curiosa y que sueño con el día en el que pueda disfrutar de todos los placeres como lo haces tú —contestó medio con molestia y vergüenza. —Yo no siempre disfruto, hay hombres que son unas bestias. No les interesa el placer de la mujer y su intromisión es dolorosa, hay otros que tienen fetiches y, si no te lubrican bien… pues… pueden desgarrarte, eso me pasó una vez —dijo a su amiga con una mueca en los labios al pensar en ese episodio de su pasado. —¡Por nuestro señor Jesucristo! ¿Acaso no tenéis personal que las cuide y proteja de esta clase de personas? —preguntó horrorizada Anastasia. —Antes no los había, ahora tenemos una especie de timbre que si lo tocamos viene uno de los mozos contratados por el du
Narrador OmniscienteAnastasia durmió como un bebé, en sueños imaginaba a su esposo acariciándola y amándola como ella tanto deseaba. Veía un prado verde en donde descansaban mientras contemplaban corretear a sus hijos. Parecía una epifanía, pero cuando se despertó, extrañamente se sintió bien con la idea de darle hijos al Duque y que él la considerara al menos un poquito, aunque no la amara.Se vistió y bajó al comedor. Cuando divisó el imponente cuerpo de su marido sentado en la cabecera de la mesa, se estremeció recordando lo que hizo en la noche pensando en él. Sus mejillas pálidas se sonrojaron más de lo habitual. Su corazón comenzó a latir estrepitosamente y un calor se le instaló en la espina dorsal. Como pudo se sentó en la mesa con la cabeza gacha, susurrando un «buenos días». Margaret la miró y levantó una ceja, le pareció demasiado extraño el comportamiento de la joven y más aún ver en la mirada de su hijo, oscuridad, como la de una fiera salvaje a punto de lanzarse encima
Narrador Omnisciente:Por más intensa que se mostró Poppy, al pretender utilizar la misma calesa; Phillips no accedió a sus pedidos usando su propio carruaje. No le permitió a ella montarse en el suyo, puesto que, aunque él puede ser un hombre brusco con su Duquesa, tiene bien claro que no debe pasar los límites antes de presentarse con su señora en sociedad.—Querida tía, parece que no tendré la posibilidad con Phillips, él se muestra distante y frío, si desde antes ya lo era, ahora que ha contraído nupcias con esa plebeya, está peor y lo que más me llena de desaliento es que no sé cómo romper la distancia que nos separa. —Se quejó Poppy transmitiéndole su pena a Margaret a medida que el carro avanzaba. La madre del Duque, que sentía una irritación en la piel de su espalda y pecho, movió la cabeza para los lados al mismo tiempo que respiraba profundo y cerraba los ojos agradeciendo que la parte de atrás del asiento, medio le rascara para amortiguar la incómoda sensación que la embarg
Narrador OmniscienteAnastasia poco a poco se acercó a ese lugar que la intrigó; su asombro fue grande cuando descubrió que había una puerta oculta que se mimetizaba con una cortina. «¡Condenado Duque!», murmuró molesta. No necesitaba ser adivina para darse cuenta de que su flamante esposo la vigilaba por las noches y que tenía una puerta contigua casi imperceptible de la que no le había informado.«¿Acaso desconfía de si me escaparé en la madrugada? Porque otra razón no le veo a esta violación de mi intimidad. Vale, es mi marido, pero ni siquiera hemos consumado nuestra unión, por lo que no debería ni acercárseme. Maldito desgraciado; debe observarme dormir en las noches… Ay… ¡Por los clavos de Cristo…! Diosito lindo, que anoche no haya entrado a mi habitación, por favor…, ¡virgen santa!, qué vergüenza si lo hizo…», hablaba ella a la nada mientras caminaba con desesperación.Perdida en sus cavilaciones y con un calor abrazando su cuerpo al pensar en que Phillips la había visto desnud
Narrador OmniscienteAnastasia se acostó con el cuerpo caliente, quería dormirse, pero el sueño no la vencía porque al cerrar los ojos lo que llegaba a su mente eran las imágenes del ardiente beso que le propinó su marido. Sus mejillas volvían a enrojecerse y una sensación extraña se arremolinaba en su estómago.Respiró profundo y comenzó a contar ovejitas; su padre le decía que eso era infalible para caer rendido ante Morfeo. Pero ella ya iba por la 680 y nada de querer dormirse. Luego de una hora que le pareció eterna, al fin sus ojos comenzaban a pesar, se dispuso a dejarse arrastrar por esa sensación, cuando un ruido la espabiló.Se quedó quietecita e intentó que su respiración sonara lo más acompasada posible. La sombra de un cuerpo inmenso la hizo estremecer; sabía que era Philips quien había ingresado por la puerta secreta y eso la emocionó. Lamentablemente los murmullos que sintió la devolvieron a su cruda realidad.—¿Por qué serás tan embustera? Si fueses como las demás mujer
Narrador OmniscienteNuestro Duque estaba sin palabras, y agradeció al cielo que su Duquesa no estuviera presente para escuchar que había tomado sus ideas ya que no sabría en donde meter la cara por el hecho de que le dijo que esos inventos no eran más que juegos de niña. Incluso la tachó de poco coherente y ahora no le quedaba de otra que tragarse todas esas palabras; pero como el soberbio que es, claro que no tenía planes de agradecer, y mucho menos de esconder la cabeza para darle las gracias o decirle a su mujer que tenía razón.—Su Gracia, quiero darle personalmente las gracias a su esposa. Su idea ha ayudado a resolver este problema que me traía con dolor de cabeza desde hace meses; incluso los campesinos están admirados. »No he querido decirles quién es la inventora de tan magníficas ideas porque necesitaba de su consentimiento debido a que no es común que una dama de sociedad sepa tanto de huertos y sembradíos —Thomas estaba maravillado, no paraba de hablar y halagar a la s
Narrador OmniscienteNuestra querida Anastasia se encontraba impedida, la vergüenza que estaba sintiendo era grande, no sabía cómo pedir ayuda a su esposo. Con la poca cercanía que tenían le parecía bochornoso acudir a él, pero si no lo hacía, ¿quién más la asistiría? Phillips era el único que podía auxiliarla en ese momento.Pensó que sería peor quedarse callada, aún faltaban varias horas de camino, y aunque llegaran en ese mismo instante a una posada… No iba a poder resolver su problema sin su ayuda, ya que lo sucedido era un accidente que hasta el momento jamás le había pasado.Ella es muy consciente de su período, por eso está al pendiente de la fecha en que llega su regla, pero esta vez ha tenido un descontrol; aún le faltaban seis días, aunque pensando en todo lo que le ha pasado desde su compromiso y boda, no le extraña que del estrés se le haya adelantado.«Todo se debe a él, con sus discusiones, me ha alterado los nervios, está haciendo de mi cuerpo y mi mente un caos», pensa
Narrador OmniscienteAnastasia suspiró y dobló la camisa de su marido antes de colocarla entre sus piernas sosteniéndola con la parte más estrecha del vestido. Sabía que si no iba por algún calzón, no aguantaría mucho hasta salirse y dejarla en ridículo.—Phillips, por favor, necesito conseguir ropa interior para ajustar lo que me has dado y así contener mi regla o en vano será tu sacrificio —dijo ella bastante preocupada mientras un espasmo la hizo doblarse.—¿Te encuentras bien? —preguntó él al verla tan pálida.—Son los cólicos, el primer día es bastante doloroso, a veces he tenido vómitos y hasta me he desmayado; pero eso no sucede si no paso demasiado calor y me acuesto —contestó mostrándose tal cual era, una mujer simple y sencilla que no tiene miedo de hablar temas delicados delante de un hombre.Esa actitud de ella, al Duque le pareció demasiado tierna. No era común que una dama se expresase sin tapujos aunque el que estuviera delante de ella fuera su esposo. Escucharla lo hi