Las hojas de los árboles no se mueven, todo se ha pausado, no percibo el paso del viento o de una ventisca, las nubes grises parecen no moverse, no me había percatado del frio que hace, tampoco sé qué hora es.
Mi corazón palpita otra vez a velocidad de galope, trato de controlarlo respirando lento y profundo, la sangre de mi rostro parece haberse retirado, las ganas de gritar me invaden para así salir de esta pesadilla.
En segundos veo todos los sucesos que me han llevado a este momento, son tan rápidos los recuerdos que me provocan vértigo, mis manos manchadas aún con la sangre de Joseph tiemblan incontrolablemente.
¿Por qué ha sucedido esto? Es mi culpa, no pude prevenir nada, mi instinto del que tanto me jactaba no ha servido, ahora la vida de la persona que amo y la del ser que crece en mi vientre, corren peligro otra vez, creo que estoy a punto de desmayarme.
Salgo del corto trance en el que mi mente me ha llevado al escuchar mi nombre como un susurro.
Miro mis manos cubiertas de sangre al igual que la cerámica blanca del cuarto de baño, logro ver una masa, cubierta de coágulos que ha salido de mi vagina, no hay duda he perdido al bebe.Mi pecho es invadido por un dolor indescriptible, otra vez me toca vivir algo así, doy golpes en el suelo maldiciendo por mi perdida, pero el sentimiento de culpa me invade otra vez, todas mis decisiones me han llevado a repetir la historia.─MALDITA SEA, lo he perdido ─otra vez mi corazón se parte en dos al perder la ilusión que iluminaría mi vida.─¿Es mi castigo no poder ser madre? ─no puedo evitar dejar de ver los restos de lo que sería mi hijo o hija.─Todo esto es mi MALDITA CULPA, me he equivocado, YA NO PUEDO MAS ─me repito esto una y otra vez entre lágrimas y gritos.Me cuesta incorpórame por el dolor, mis piernas no me responden. Escucho a lo lejos las risas que parecen acercarse, creo son de Jeaninne y Torres.─ERICK, ANNA, TIA JULIETTE, alguien
Nos dirigimos en el auto a la carretera principal, tía Juliette aún no sabe dónde será el punto de reunión, al parecer será una sorpresa, algo que a Erick incomoda, somos escoltados por otro vehículo, Anna se ve relajada, pero por su mirada sé que desea preguntarme sobre lo sucedido con Torres.Luego de veinte minutos hemos llegado al lugar donde Daniel nos espera y es el restaurante francés Petit Paris, un lugar con mucho significado, lleno de recuerdos.Al entrar somos dirigidos a un salón privado donde ya se encuentra Daniel esta vez solo con un mayordomo, se levanta para saludar con un beso enérgico a tía Juliette la cual le corresponde, por un momento creo que mejor sería dejarlos solos.Decidimos cenar primero para luego hablar, algo que a Erick no le agrada mucho, sé que él quiere saber exactamente el por qué estamos aquí, pero no le queda otra que tener paciencia ya que Daniel insiste que así sea y debo admitir que tengo hambre, dado mi estado gravídi
Han pasado casi tres meses desde esa noche de sorpresas, una cena que inicio como si fuese una reunión de negocios termino siendo un momento familiar inesperado, en especial para Erick que después de este tiempo aún no se lo cree, lo cual me causa gracia, además de sus indirectas para que siga el ejemplo de tía Juliette, sospecho que el hecho de ver que Daniel cazo a una Fortier para el matrimonio y él no, es algo que lo desconcierta más. Pero todas tenemos nuestro tiempo, no le he dicho que no sucederá.A pocos días de la boda se sienta la tensión en el ambiente, aun así, disfruto de estos tiempos de tranquilidad, aunque siempre alerta, desgraciadamente por mucho que Daniel asegure que estamos a salvo, mi instinto no me permite que me relaje por completo.Debo admitir que he logrado controlar mi ansiedad a pesar de mi estado de embarazo, el cual siempre creí que me alteraría más. Hoy tengo cita con la Doctora Blanco, Erick, Anna y tía Juliette me acompañaran ya qu
Cada día Annette se mueve más en mi vientre, mis antojos por lo dulce se han intensificado, a pesar de ello trato de controlarme para no subir exageradamente de peso. Erick se encuentra en el trabajo, la dinámica de sus empresas ha regresado a la normalidad. Anna me visita todos los días y en ocasiones la acompaño a sus terapias, veo el gran avance en ella, aunque en ocasiones me queda viendo fijamente y por momentos un aura de oscuridad sombrea su rostro.Tengo casi dos semanas de no hablar con tía Juliette, lleva casi un mes de luna de miel, lo último que me pregunto es que si había iniciado la lectura del diario, la cual inicie a los días después de la boda, trato de leer lentamente para así apreciar los detalles y aprender con calma de todas sus vivencias.Al avanzar en mi lectura comprendo el porqué del título de este diario, “Los pecados de una ninfómana”, las situaciones que vivió son más intensas que las que he experimentado. Este diario me está permitiendo conoc
Vivo con mis tíos, en las afueras de la ciudad, mientras mamá se encuentra en viajes de negocios, desde la muerte de mi padre se ha sumergido más en sus labores, supongo para superar el trauma.La hermana de mi madre ha decido educarme, lleva casada tres años con su actual pareja, es el matrimonio más duradero que le conozco en mi corta vida, es su tercer esposo, un hombre un poco mayor que ella, detallista y trabajador siempre al pendiente de las necesidades de nosotras, no pierde la oportunidad de demostrar su amor a mi Tía Juliette, y esta se lo retribuye todas las noches que está en la casa, los escucho desde mi cuarto, no me molesta, todo lo contrario.En los días que Tío William sale de viaje, tía Juliette recibe visitas de amigos, cuando llego del colegio ellos salen, siempre sonriente me saludan, me gusta saber que tiene buenos amigos que la distraen mientras pasa horas solas en esta enorme casa.Sali temprano de clases, al llegar a casa decido entrar por l
Tenía que dar fin a mi sequía, necesitaba satisfacer mis necesidades, esta estúpida apuesta me está volviendo loca. Y es que resistirme a mis impulsos por tanto tiempo es casi como una inanición. El que aprovechará este momento de debilidad es Manuel, tendrá lo que ha buscado por todos estos años y que solo había recibido negación de mí parte, su perseverancia e insistencia por querer cogerme al fin se realizara.Luego de media hora de camino, que para mí vagina ya humedecida desde que me subí al auto han sido horas, hemos llegado al lugar. Un hospedaje sin nada relevante que mencionar, su color rojo hace contraste con el paisaje boscoso del lugar, cumple la misión de ser llamativo para todo viajero o pareja que lo quiera usar para diferentes fines.Manuel entra a solicitar las llaves de la habitación que ya había reservado, la cual se encuentra detrás, no tengo duda por la forma en cómo se mueve de que no es su primera vez en este lugar y la verdad es lo que menos
La alarma me despierta, seis de la mañana, inicia la rutina de los días de semana, mi ritual de ducharme, desayunar, dejarle comida a Neo y manejar al trabajo, no sufre variantes. En el camino veo a gente corriendo, haciendo ejercicios, lo que me hace reflexionar que debería dedicarle más tiempo a mi rutina del gimnasio, dos veces a la semana no es suficiente, o por lo menos eso me hacen sentir esas personas.Llego al trabajo, y antes de entrar me dirijo al cafetín, por un expreso, en este último mes me volví un poco adicta al café, o como le llamaría tía Juliette, “el néctar de los dioses”.Al llegar a mi oficina veo que Anna espera en la puerta, definitivamente esto altera mi acostumbrada rutina de las mañanas, aunque no es difícil suponer el por qué está esperándome, dado los eventos que ocurrieron ayer.─Hola Nicolette.─Hola Anna.─Necesito hacerte una pregunta ─su sonrisa la delata.─Supongo, tengo tiempo, así que entremos ─forcejeo un
La hora del almuerzo ha incomodado a Anna, nunca le ha gustado llamar la atención, aunque las miradas no vayan dirigidas a ella, sino hacia mí, no me sorprende que Manuel se haya encargado de difundir su hazaña a sus amigos y esto a su vez como buenos chismosos al resto de compañeros, luego dicen que las mujeres somos las chismosas.─Te envidio Nicolette.─¿Por qué Anna?─Por tu tranquilidad, no te molestan las miradas que evidentemente fueron provocadas por la indiscreción de Manuel.─No cariño, estoy acostumbrada a ese tipo de miradas, crecí con ellas.─¿Le dirás algo a Manuel?─No, se cómo manejarlo, los tipos como el son manipulables y fácilmente pueden ser heridos en donde más les duele, su ego.─Ósea ya no más sexo.─Depende de mis necesidades, pero lo puedo torturar por teléfono, me entiendes.─Te refieres a sexo telefónico.─Si, Anna, a incitarlo, pero para se quede con las ganas, aunque ya deje esos jueguitos