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5/ EL PRIMER CARA A CARA CON LOS SOCIOS

— No me asustas Tayler, ya me has visto desnuda, — respondí con sarcasmo, mientras entraba en aquel lujoso dormitorio, acercandome a todo lo que tenia a mi vista, pasando mis dedos por aquel aterciopelado edredón, por las sedosas cortinas que tapaban la vista de una pequeña terraza que había

— Rebeca, ya estas lista o tengo que entrar a por ti — escuche gritar a Aaron

— No tranquilo ya salgo, dejame disfrutar de este momento —- respondí

— Ya tendrás tiempo, nos tenemos que marchar y más vale que te des prisa o te juro que te sacó del dormitorio desnuda y te visto yo mismo en la limusina — me gritó desde el otro lado de la puerta

Mirando todos los vestido que habian en el armario, me decante por uno de color ocre, que tenia la espalda al descubierto, cogido con unos tirante en mi cuello, poniendome antes un sujetador y un tanga que se notaba que era de lenceria demasiado fina y muy cara por el precio que pude ver al quitarle la etiqueta que llevaba, me puse unos zapatos de tacon alto, me mire en el espejo del baño mi pelo, metiendo mis dedos entre los rizo para peinarme, me pinte la cara con colores suaves, marchandome del dormitorio seguidamente al salon donde me esperaba nervioso Aaron. Cuando me vio aparecer, pensaba que me iba a quitar la ropa allí mismo y hacerme de nuevo suya, por el brillo que tenían sus preciosos ojos azules

— ¿Qué señor Tayler? ¿nos vamos? o ¿va afollarme usted ahora y aquí? — le dije con picardía

— Vámonos ya anda, se está haciendo tarde — me dijo cogiendo mi mano, con su mano arrastrándome con él hasta donde estaba el ascensor

Ya en el garage, el chofer nos estaba esperando con la puerta abierta de la limusina entrando primero Aaron y después yo sentándome al otro extremo del asiento, el hombre se sentó después en el asiento del conductor, marchandonos de aquel garaje. Lo que duró el viaje, me pude dar cuenta de que Tayler no dejaba de mirarme apartando su mirada de mi cuando yo lo miraba a él, haciendo que me diera por reirme, poniendo el una cara muy seria cuando yo lo hacía

— Acuérdate de nuestro contrato, te tienes que comportar como mi prometida, y no permito que me dejes en ridículo delante de estas personas, si no nuestro trato se acaba y tu seguirás siendo la mujer sin futuro que eres, aunque te escogí para que fueras la madre de mi hijo, lo que hay entre tu y yo, solo es un contrato, recuerdalo muy bien — me dijo muy serio

— Por supuesto mi amor, no dejare que se avergüence de su prometida, aunque en la cama sea una especie de eunuco que no sabe complacer a su casi esposa, aunque no se preocupe tampoco por eso, no voy a divulgar nada de nuestra intimidad — le dije

— No juegues conmigo Rebeca, te lo advierto — me dijo Aaron, levantandose donde estaba sentado acercándose a mi, poniendo su mano en mi cuello, acercando sus labios a mis labios, sintiendo un pequeño cosquilleo en mi entrepierna, al sentir la olor de su fragancia y la calidez que desprendía su cuerpo al tenerlo tan cerca

Cuando Aaron se volvió a sentar donde estaba, poniendo sus dedos en sus labios, fijándome en cómo movía la cabeza negativamente y se le marcaba una pequeña sonrisa en sus labios. El chofer paró la limusina enfrente de un lujoso restaurante del centro de la ciudad, bajó del vehículo y abrió la puerta bajando primero Aaron, ofreciéndome su mano para que después bajara yo, cogiendo con mi mano  el brazo de Aaron, entrando los dos dentro del local, acercándose a nosotros lo que me pareció que era el jefe de sala

— Buenas tardes señor Tayler, por favor si es tan amable de acompañarme usted y su mujer, los señores Lopez ya los estan esperando en el comedor — nos dijo

Seguimos a aquel hombre hasta lo que era un comedor privado, acercándose a nosotros dos hombre algo mayores que iban acompañados de sus parejas, saludandose los hombres, con suaves golpecitos en la espalda, mirandome despues todos a mi

— Les quiero presentar a mi prometida, la señorita Parker, — dijo Aaron, sintiendo que me ardían mis mejillas por la vergüenza

— Rebeca, estas personas cariño, son muy amigos míos, y mis mejores socios — me dijo Aaron, saludandolos yo con la mano, que los hombres besaron el dorso

— Hola Rebeca cielo, me llamo Gina y ella Mary, estamos encantadas de que acompañes a tu prometido, porque la verdad pensábamos que nos íbamos a aburrir mucho con ellos, ya que no hablan más que de negocios y de bolsa — me dijo

Estábamos las tres mujeres caminando hacia la mesa, cuando de pronto un escalofrío recorrio mi cuerpo al sentir la mano de Aaron, en mi cintura, me gire para mirarlo, quedando nuestras bocas a milímetros, mirándonos los dos fijamente a los ojos, pasando la punta de mi lengua por mis labios para mojarlos, notando como una especie de carraspeo de Aaron.

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