—Shhh —le puso un dedo en los labios, se le cortó la respiración —. Date la vuelta y deja que mire tu hermoso cuerpo, cariño…
¿Cariño? Eso era una burla, un golpe, se giró porque no tenía que otra cosa hacer. Y apretó los ojos fuertemente. No los abrió, se quedó así, tragando varias veces para deshacer el amarre que se formó en su garganta. El toqueteo empezó desde su trasero, descendió en una hilera lenta a través de su dorsal lo que le provocó un escalofríos eterno y despiadado. Vico pegó su bulto contra ella, sentirlo así le paró el corazón. Ese idiota estaba excitado a su costa, lo que le dio asco, una repulsión que llegó hasta su garganta. No vomitó, hacerlo pudo haberle traído peores consecuencias.No tomaría ese riesgo. Eso no.—Te haré cosas que ni te imaginas, y no quiero objeciones, que grites, porque seré inflexible —declaró, hablaba en serio, ella no se atrevería a hacer lo contrario.—No me hagas daño, solo no me hagas daño —susurróEl alba no se asomó por la ventana, la luz blanca que se ve al final, el túnel final, no, nada de es pasó. Estaba viva, era un milagro, una maldición también, porque seguir respirando significaba que el dolor, la opresión y el miedo no se acababan, no le daban tregua. Estaba boca abajo, de pies atados, lo que le pareció unos grilletes causando aprehensión en sus tobillos. El metal estaba demasiado apretado como para no moverse, ni siquiera un solo milímetro, si lo hacía además de causar el molesto y oscuro tintineo, le dolía, ardía un infierno. El escozor no disminuía, al contrario, con el paso de los minutos incrementó de manera desmesurada. No podía hacer nada al respecto, ni encontrar alivio en algo. Su cuerpo estaba como si pasó por una máquina trituradora y luego un robusto hombre la golpeó hasta aburrirse. Su espalda era el peor de los escenarios, sentía dolor, además de que las heridas se deslizaban a través de sus piernas. Se sentía falta, y no era para m
Cuando le contó aquella vez sobre su hermano y le admitió que no era bueno con detalles, se asustó, pero no imaginó que todo fuera así a recrudecer. Nunca atravesó su cabeza la idea de que días después él la tendría. Tal vez debió de andar con mil ojos y desde luego que fue pésima idea ir a Italia. ¿Es que Tiziano no sabía que su sicópata hermano residía ahí? A sabiendas de ello habría evitado el viaje, seguiría sana y salva en los Estados Unidos, quizá en una cita con él. ¿Cómo pudo permitir que las cosas llegaran tan lejos? Ya no estaba segura de que al lado del doctor era su lugar. Se sentía insegura, aún si saliera de todo eso, nadie prometía un mejor porvenir a la par de ese hombre que en realidad no conocía completamente. ¿La estaría buscando? No sabía a ciencia cierta si un hombre como él, con quién no tenía exactamente un principio serio, perdiera el tiempo buscándola. ¿O si estaba en busca de ella?¿Sería capaz de mover
No sabía si era lo correcto confesarle sin rodeo, pero también sin anestesia que su hermano era un temible mafioso de Italia. Le avergonzaba compartir sangre con un asesino de esa categoría. Pero no estaba en condiciones de guardarse algo así, menos cuando Ariadna estaba metida en todo ese asunto. —Sé quién la tiene, se trata de mi hermano, Vico, un mafioso que creo está en esta isla y es el responsable de llevarse a Ariadna. Lo siento, Riccardo, me siento culpable por todo esto. Pero no le he dicho a la policía. Es peligroso, Vico es muy peligroso —soltó todo dejando varado en la estupefacción a Riccardo. El hombre no podía creer lo que había escuchado, no daba crédito a esas palabras. Su rostro era un desconcierto total. Se sintió abrumado y tan confuso que no dijo nada los primeros minutos. —Me llamó, dijo que la tenía. Es un sicópata, he tratado siempre de mantener alejado su lado oscuro de mí, pero no tiene escrúpulos. Sabía que estaba con Ariadna
Se revolvió el pelo, de pronto se acordó de aquel lugar al que concurría con unos amigos, antes de enterarse de que el mismo club nocturno era propiedad de su hermano, entonces ya no fue más. Algo le decía que podría contactar con alguien cercano a Vico ya que este ni siquiera le tomaba las llamadas. Pero no había certeza de nada, y mientras volvía a ahogarse en los recuerdos que regresaban sin dar tregua y también lo aplastaba mucho, lágrimas se acumularon en sus verdes azulados. Le hacía mucha falta, no solo de esa manera, la necesidad iba más allá de lo sexual. ***Al siguiente día un detective lo visitó al hotel. Buscaba indagar más sobre el asunto del secuestro. Hubo momentos en los que temía decir algo que revelara más, es que decirle de Vico iba a complicar las cosas. No estaba seguro de contarle eso cuando podía salirse todo de sus manos. Le daba miedo que eso pasara. —Volvamos al principio, ustedes tenían planes de salir, en
Este hizo acto de presencia con un traje a la medida, corte italiano, por supuesto. Toda esa fachada no le iba, así le sentara muy bien, de todas formas su aura de maleante no le iba con eso tan formal. Pero él con su traje impecable y zapatos lustrados también actuaría esa noche. —Ven aquí, necesito verte de cerca. Rodó los ojos. No quería sus ojos chismosos sobre su cuerpo. Pero se acercó forzando una sonrisa. El escrutinio masculino se tardó mucho en la travesía quedándose prendado en el escote, se había excitado de ver esos senos redondeados ajustados en la tela oscura. —¿Está mal? Es lo que tú mismo has comprado. —Lo sé —dijo inexpresivo —. Vamos, no debemos perder tiempo. ¿Tienes alguna pregunta? Hazla ahora o nunca. —No, ya entendí todo.Empezaron a andar hasta la salida. —Solo como recordatorio, no olvides que te tengo en mi campo, si juegas mal, acabarás mal. No intentes nada, porque tendré el dedo en el g
Al fin, durante el recorrido avistó lo que con tanta insistencia deseó, los dedos le temblaban, quería tomar el papel y decirle, explicarle que todo era una trampa, pero anticipar que ella tan solo había sido usada como instrumento para lograr el objetivo, el asesinato hacia él. Solo esperaba que él se apiadara de ella y le ayudara también. Porque al final era una víctima.Se soltó de su agarre dejándolo un poco confundido. Y le hizo señas de que guardara silencio, a lo que él decidió aguardar lo que a continuación pasaría. “Esto es una emboscada, me han obligado a seducirte para llegar a ti, ellos, los hombres de Vico, y este quieren matarte. No puedo decirlo en voz alta porque estoy vigilada, tengo micrófonos y ahora mismo ellos oyen todo lo que decimos, por favor, ayúdame, he estado secuestrada casi un mes y temo que luego se van a deshacer de mí”. Le entregó la nota al hombre. Ferrari la leyó en un santiamén, la miró asombrado. Si
Se metió de lleno en la habitación y cerró la puerta. Quedó impactada con el sitio. Había una enorme cama en el centro vestida con sábanas blancas, muchas almohadas junto a la cabecera acolchada, también una mesita de noche a la par con una extraña lámpara. El suelo era de madera noble y avistó una puerta que supuso llevaba al baño. Adicional a eso, halló en su campo de visión un juego de sofás y una pequeña estantería llena de libros, como una pequeña biblioteca.El color claro de las paredes alegraba el ambiente, era cálido al mismo tiempo que acogedor y lujoso.Bostezó un par de veces y finalmente se acercó a la cama. Era la primera vez, incluso en un lugar desconocido, que sentía conseguir un sueño de verdad, reparador y animador. Era un milagro que estuviera encontrando lentamente la estabilidad.No despertó con la luz del alba, o con algún zarandeo adrede, sino con la voz cálida de un sujeto que había sido el samaritano, sin ella verlo venir. Era Alo
—Si lo quieres realmente no lo dejes ir, sin embargo si sientes que necesitas un tiempo para pensarlo, hazlo. A veces nos urge rebobinar, fijarnos en que podemos mejorar para lograr dar un avance seguro. —Es complicado. —Todo tiene solución, salvo la muerte —le recordó animándola.—Es que en serio no es tan fácil, nada en realidad —dejó escapar un bufido —. Ni siquiera sé lo que siento exactamente por él, este viaje surgió justo para pasarlo juntos y conseguir encontrar el significado de lo que tenemos. —Bueno, haz lo que te dicta el corazón. —Que tantas veces se equivoca, ¿no? —expresó mostrando el lado opuesto de la cosas. Los contras luego de pros.La señora le sonrió. —Pero la mayoría de las veces tiene la razón, joven Ariadna. Después de la charla que la dejó con más dudas que nunca, esperó en el comedor la llegada de Tiziano. No podía creerlo. En su lugar, creyó que estaría é