No sabía si era lo correcto confesarle sin rodeo, pero también sin anestesia que su hermano era un temible mafioso de Italia. Le avergonzaba compartir sangre con un asesino de esa categoría. Pero no estaba en condiciones de guardarse algo así, menos cuando Ariadna estaba metida en todo ese asunto.
—Sé quién la tiene, se trata de mi hermano, Vico, un mafioso que creo está en esta isla y es el responsable de llevarse a Ariadna. Lo siento, Riccardo, me siento culpable por todo esto. Pero no le he dicho a la policía. Es peligroso, Vico es muy peligroso —soltó todo dejando varado en la estupefacción a Riccardo.El hombre no podía creer lo que había escuchado, no daba crédito a esas palabras. Su rostro era un desconcierto total. Se sintió abrumado y tan confuso que no dijo nada los primeros minutos.—Me llamó, dijo que la tenía. Es un sicópata, he tratado siempre de mantener alejado su lado oscuro de mí, pero no tiene escrúpulos. Sabía que estaba con AriadnaSe revolvió el pelo, de pronto se acordó de aquel lugar al que concurría con unos amigos, antes de enterarse de que el mismo club nocturno era propiedad de su hermano, entonces ya no fue más. Algo le decía que podría contactar con alguien cercano a Vico ya que este ni siquiera le tomaba las llamadas. Pero no había certeza de nada, y mientras volvía a ahogarse en los recuerdos que regresaban sin dar tregua y también lo aplastaba mucho, lágrimas se acumularon en sus verdes azulados. Le hacía mucha falta, no solo de esa manera, la necesidad iba más allá de lo sexual. ***Al siguiente día un detective lo visitó al hotel. Buscaba indagar más sobre el asunto del secuestro. Hubo momentos en los que temía decir algo que revelara más, es que decirle de Vico iba a complicar las cosas. No estaba seguro de contarle eso cuando podía salirse todo de sus manos. Le daba miedo que eso pasara. —Volvamos al principio, ustedes tenían planes de salir, en
Este hizo acto de presencia con un traje a la medida, corte italiano, por supuesto. Toda esa fachada no le iba, así le sentara muy bien, de todas formas su aura de maleante no le iba con eso tan formal. Pero él con su traje impecable y zapatos lustrados también actuaría esa noche. —Ven aquí, necesito verte de cerca. Rodó los ojos. No quería sus ojos chismosos sobre su cuerpo. Pero se acercó forzando una sonrisa. El escrutinio masculino se tardó mucho en la travesía quedándose prendado en el escote, se había excitado de ver esos senos redondeados ajustados en la tela oscura. —¿Está mal? Es lo que tú mismo has comprado. —Lo sé —dijo inexpresivo —. Vamos, no debemos perder tiempo. ¿Tienes alguna pregunta? Hazla ahora o nunca. —No, ya entendí todo.Empezaron a andar hasta la salida. —Solo como recordatorio, no olvides que te tengo en mi campo, si juegas mal, acabarás mal. No intentes nada, porque tendré el dedo en el g
Al fin, durante el recorrido avistó lo que con tanta insistencia deseó, los dedos le temblaban, quería tomar el papel y decirle, explicarle que todo era una trampa, pero anticipar que ella tan solo había sido usada como instrumento para lograr el objetivo, el asesinato hacia él. Solo esperaba que él se apiadara de ella y le ayudara también. Porque al final era una víctima.Se soltó de su agarre dejándolo un poco confundido. Y le hizo señas de que guardara silencio, a lo que él decidió aguardar lo que a continuación pasaría. “Esto es una emboscada, me han obligado a seducirte para llegar a ti, ellos, los hombres de Vico, y este quieren matarte. No puedo decirlo en voz alta porque estoy vigilada, tengo micrófonos y ahora mismo ellos oyen todo lo que decimos, por favor, ayúdame, he estado secuestrada casi un mes y temo que luego se van a deshacer de mí”. Le entregó la nota al hombre. Ferrari la leyó en un santiamén, la miró asombrado. Si
Se metió de lleno en la habitación y cerró la puerta. Quedó impactada con el sitio. Había una enorme cama en el centro vestida con sábanas blancas, muchas almohadas junto a la cabecera acolchada, también una mesita de noche a la par con una extraña lámpara. El suelo era de madera noble y avistó una puerta que supuso llevaba al baño. Adicional a eso, halló en su campo de visión un juego de sofás y una pequeña estantería llena de libros, como una pequeña biblioteca.El color claro de las paredes alegraba el ambiente, era cálido al mismo tiempo que acogedor y lujoso.Bostezó un par de veces y finalmente se acercó a la cama. Era la primera vez, incluso en un lugar desconocido, que sentía conseguir un sueño de verdad, reparador y animador. Era un milagro que estuviera encontrando lentamente la estabilidad.No despertó con la luz del alba, o con algún zarandeo adrede, sino con la voz cálida de un sujeto que había sido el samaritano, sin ella verlo venir. Era Alo
—Si lo quieres realmente no lo dejes ir, sin embargo si sientes que necesitas un tiempo para pensarlo, hazlo. A veces nos urge rebobinar, fijarnos en que podemos mejorar para lograr dar un avance seguro. —Es complicado. —Todo tiene solución, salvo la muerte —le recordó animándola.—Es que en serio no es tan fácil, nada en realidad —dejó escapar un bufido —. Ni siquiera sé lo que siento exactamente por él, este viaje surgió justo para pasarlo juntos y conseguir encontrar el significado de lo que tenemos. —Bueno, haz lo que te dicta el corazón. —Que tantas veces se equivoca, ¿no? —expresó mostrando el lado opuesto de la cosas. Los contras luego de pros.La señora le sonrió. —Pero la mayoría de las veces tiene la razón, joven Ariadna. Después de la charla que la dejó con más dudas que nunca, esperó en el comedor la llegada de Tiziano. No podía creerlo. En su lugar, creyó que estaría é
Volver a escucharlo luego de semanas eternas, era como un aliciente para su sistema. Se tragó los nervios, el nudo en su garganta y se olvidó por completo de que a su lado estaba Riccardo. —“Ariadna estaba muy preocupado por ti, asumo toda la culpa. Hice todo lo que estuvo en mis manos para buscarte, y no logré nada, pero saber que estás bien me da gusto”—Tiziano, ¿por qué no has venido por mí? Es bastante desalentador que no vinieras, eh —emitió bajito, sintiendo que algo dentro de sí se desgarraba, ya sabía que había sido por Riccardo, pero de todas formas quería escucharlo de su boca. —“Riccardo tiene razón, no estás segura conmigo, debí pensarlo mejor antes de este viaje, lo siento”—¿Estás terminando esto que ni siquiera tuvo un inicio real? —cuestionó turbada con sus palabras, no encontraba un atisbo de vacilación en ello. ¿Es que no la quería? De ser así no se estaría rindiendo, y él estaba tirando la toalla sin dar l
Cuando el avión aterrizó en suelo americano, ya la noche lo había cubierto todo. Un manto de oscuridad se cernía, adornado por un infinito de luces. Habían regresado a la gran ciudad con el amor de su vida, ya no tenía dudas. Se sentía cansada, exhausta ya anhelaba una cómoda cama y tomarse un descanso profundo. Al salir del aeropuerto tomaron un taxi. Pero Tiziano le indicó al conductor la dirección de un lujoso y seguro hotel. El New York EDITION había sido su elección, ubicado en el edificio Metropolitan Life Clock Tower, en Madison Avenue. De modo que se alojaron en el hotel de más de 273 habitaciones y suites preciosas. Todas las habitaciones contaban con ventanales para poder disfrutar de unas buenas vistas a la ciudad. Ni hablar de los baños cuentan con todas las comodidades y amenities personalizados de la marca Le Labo.Entre sus habitaciones, puedes elegir entre la habitación doble superior, la habitación doble deluxe, la su
Tiziano despertó enterado de la muerte de Vico. La venganza de Alonzo luego de que este lo intentara matar, resultó en su ultimátum. Había muerto un asesino, el hombre que le hizo daño a la mujer que amaba, pero también su hermano. Por otro lado ya no tendría que andar con mil ojos, así que volvieron al siguiente día al piso. Ariadna al corriente de lo sucedido, de todos modos no había querido tocar el tema. Sentía que era complicado hablarlo cuando el caído era familia de Tiziano. Pero quería averiguar cómo se sentía, él parecía querer permanecer impenetrable, y así de hermético no hallaba la manera de llegar a él. Así que se dedicó a arreglar unas cosas en su habitación, de seguro ya no dormiría allí, sino con Tiziano, eso tendría que comentarlo a él antes de decidir llevar sus pertenencias a esa habitación. —¿Qué haces? —preguntó cuando sacaba de una caja spaghetti para hacer el almuerzo. —Intento hacer la comida, ¿no tienes hambr