CAPITULO 43

Unos meses han pasado desde el nacimiento de los trillizos. Sebastián es muy celoso con su pequeña princesa, no deja que la miren. Llega del trabajo directo a saludar a sus pequeños.

—Familia, llegué —habla Sebastián desde la puerta. —¡Mi niño llegó! ¡Nana! ¿Cómo ha estado el día en la casa? —pregunta Sebastián con una hermosa sonrisa. —Excelente, mi niño.

—¡Cariño, llegaste! —habla María acercándose a él y dejando un beso en sus labios. —Hola hermosa —le responde Sebastián con una hermosa sonrisa. ¿Mis hijos? —pregunta Sebastián. —Están en la cama —le contesta María, agarrando su mano y despiertos. —Vamos, mi amor, me muero por saludarlos —le dice Sebastián abrazando a María.

Entrando juntos a la habitación, Daniela empieza a balbucear y a sonreír al ver a Sebastián. Esa conexión que hay entre los dos es muy grande, como dice María, difícil de explicar; es un amor entre padre e hija.

 Sebastián se acerca a ellos y los saluda a los tres dándoles muchos besos, abrazos y mimos. Los al
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