CAPITULO 31

Lucero, perdóname por no haberte llamado en estos dos meses que he estado aquí en Italia.

— María, hermana, cálmate por favor. Yo entiendo lo que has vivido, además, no fui a acompañarte cuando más necesitabas de mi presencia. La que te pide perdón soy yo.

— Habla Lucero abrazando a María. — Te quiero, María le dice a Lucero entre lágrimas.

— Y yo a ti, hermana. No importa lo que haya pasado en el pasado, lo importante es que estamos aquí juntas ahora. Prometo estar más presente en tu vida y ser un apoyo incondicional para ti, ¿está bien?— Lucero le responde con cariño.

María asiente con la cabeza, sintiendo un alivio en su corazón al saber que su hermana está presente en su vida.

—Vamos a la sala, Lucero. Mamá y Sebastián nos están esperando y te ayudo a alzar a Alessia.

—No, hermana, yo puedo llevar a Alessia. Además, estás embarazada, ya sabes. ¿Qué va a ser, niño o niña? —le pregunta Lucero con una sonrisa.

—No lo sé todavía —contesta María, colocando sus manos en su vientre—. Sol
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