Me niego a dejar de sentir sus caricias, me niego a moverme y dejar de abrazar a este hombre tan maravilloso, me niego a abrir mis ojos porque estoy disfrutando de sus besos y no quiero que se acaben.Siento cómo mi cuerpo es recorrido por besos y caricias, algo que estremece mi cuerpo, esas cosquillas en mi piel que me erizan por completo.Pero toda esa magia se ve interrumpida cuando escucho en mi oído: "Mi amorcito, es hora de levantarnos". —No es justo —protesto cuando lo escucho reír. —Ya lo sé, pero debes levantarte —me deja un beso en mi cuello.Dejo escapar un largo suspiro y siento el delicioso aroma de fresas con chocolate, lo cual me saca una sonrisa. Me siento rápidamente en la cama, en volviendo me , con las sábanas y recibiendo mi vaso con fresas y chocolate.—¡Uy! ¡Qué delicia! —le digo cerrando mis ojos y disfrutando en mi paladar ese sabor. —Buenos días, mi bella durmiente —dice Sebastián, dejando un beso en mis labios. —Buenos días, mi bananon , gracias por el postre
Estando en Medellín, disfrutaron del hotel, visitaron algunos lugares como el pueblo de Guatapé, el más colorido que existe en medio de un inmenso embalse y cerca de una mística roca de gran tamaño conocida como la piedra de Peñol. Sebastián, al ver a María sonreír y disfrutar como una niña pequeña corriendo con Johanna cogidas de la mano, solo las miraba y se reia. Se habían convertido en amigas de un momento a otro, pero él sabía que son dos almas humildes, sencillas y tiernas, parecidas. María corrió hasta donde Sebastián estaba sentado comiendo un helado. Ella quería subir la Piedra de Peñol, pero tenía que convencer a su amorcito de que la subida de tantas escaleras no le iba a afectar, sobre todo por el embarazo. Sebastián la miró con preocupación mientras daba un mordisco a su helado de fresa. María lo miraba con ojitos suplicantes, sabía que tenía que convencerlo de que la subida valía la pena. "Por favor, Sebastián, sé que estamos esperando un trío de bebés, pero la
Después del maravilloso paseo que tuvieron en Medellín, llegaron cansados. Johanna se despidió y se fue a su habitación en el hotel. María fue alzada como una princesa por Sebastián, llevada a la cama donde la ayudó a cambiarse y darse un baño. La ayudó a colocarse una pijama y la acostó junto a él. Sebastián estaba nervioso por el desfile. Si llegan a ganar en esa pasarela, será una gran oportunidad para la empresa de textiles Miller y para él, que se está dando a conocer como diseñador de modas.—¿En qué tanto piensas?— preguntó María, más dormida que despierta—Estoy nervioso amor, enana, por el desfile de mañana en la noche.—Yo también lo estoy, pero sé que todo nos va a salir bien. Ya lo verás, mi bananón, rico y sabroso.María se acurrucó junto a Sebastián, agradecida por todo su apoyo y cariño. El estrés de la competencia en el desfile empezaba a afectarla también, pero la presencia reconfortante de Sebastián la tranquilizaba. Ambos se quedaron dormidos, abrazados, soñando con
Los rayos del sol iluminan la habitación del hotel. "Buenos días, mi amor. ¿Estás bien?" —"No tengo hambre, Sebastián."—"Jajajaja, princesa, no hagas esa carita, mi cielo. Voy a llamar para que suban el desayuno." Me acerco a ella y le doy un beso. "Te amo, María", le susurro en el oído.Ella sonríe y me abraza, agradecida por mi gesto de amor. Mientras esperamos el desayuno, nos acurrucamos en la cama y disfrutamos de la tranquilidad de la mañana.Después de desayunar juntos, le entra una llamada y la veo sonreír cuando mira la pantalla del celular.—Hola, mamita, ¿cómo estás?—María, ¿dónde estás, hija? —Estoy en Colombia con Sebastián.—María, yo estoy en Italia con Alessia. ¿Qué haces en Italia y con la hija de Aydan?—Mi vida, vine a saludar a mis dos hijas.—¿Por qué no has llamado a Lucero?—Mamá, lo olvidé. No recordaba que Lucero está en Italia, pero nosotros viajamos esta tarde a Italia.Así que nos vemos mañana, mami, y dile a mi hermana que me perdone.—Está bien, hija.
Lucero, perdóname por no haberte llamado en estos dos meses que he estado aquí en Italia.— María, hermana, cálmate por favor. Yo entiendo lo que has vivido, además, no fui a acompañarte cuando más necesitabas de mi presencia. La que te pide perdón soy yo.— Habla Lucero abrazando a María. — Te quiero, María le dice a Lucero entre lágrimas.— Y yo a ti, hermana. No importa lo que haya pasado en el pasado, lo importante es que estamos aquí juntas ahora. Prometo estar más presente en tu vida y ser un apoyo incondicional para ti, ¿está bien?— Lucero le responde con cariño.María asiente con la cabeza, sintiendo un alivio en su corazón al saber que su hermana está presente en su vida.—Vamos a la sala, Lucero. Mamá y Sebastián nos están esperando y te ayudo a alzar a Alessia.—No, hermana, yo puedo llevar a Alessia. Además, estás embarazada, ya sabes. ¿Qué va a ser, niño o niña? —le pregunta Lucero con una sonrisa.—No lo sé todavía —contesta María, colocando sus manos en su vientre—. Sol
Una semana después, Soledad regresó a España. Lucero y María se ven de vez en cuando.Hoy es un día muy especial, ya que Sebastián y María tienen la cita con la obstetra y están ansiosos por saber el sexo de los trillizos para poder decorar la habitación.—Amor, vámonos —grita Sebastián desde la entrada de la mansión.—Ya voy, cariño —le contesta María.Ella se levanta con dificultad del sofá, todavía sintiendo las molestias propias del embarazo. Lucero la ayuda a levantarse y le da un abrazo de ánimo antes de que ella y Sebastián salgan rumbo al hospital.En la consulta, la obstetra realiza un ultrasonido y les muestra las imágenes de los tres bebés en la pantalla. Sebastián y María contienen la respiración, esperando ansiosamente a que la doctora revele el sexo de los trillizos.—¡Son dos niños y una niña! —anuncia la obstetra con una sonrisa.María y Sebastián se miran emocionados, pensando en todas las cosas que tendrán que preparar para la llegada de los tres pequeños. Ya pueden
Llevo a María a la habitación, la acuesto y la arropo. Salgo de ella cerrando la puerta despacito para no despertarla. Entro a la habitación que escogimos con María para los trillizos y empiezo a pintar las paredes y a decorarla. Mientras María se compraba el vestido, yo compré las cunas y llegaron hace como diez minutos, así que las estoy armando. Con mucha paciencia, esto tiene muchos tornillos. Por un rato pensé que se me habían caído los míos y me estaba enloqueciendo jajajaja.Pero finalmente logro armar las tres cunas y las coloco en la habitación, una al lado de la otra. Miro a mi alrededor, todavía sorprendido de que estemos esperando trillizos. Todo parece tan surreal, pero a la vez tan emocionante gracias Daniel por este regalo que dejaste —susurro limpiando una lágrima que corrio por mi mejilla .Me siento en una silla y observo la habitación, imaginándome a María y a los tres bebés en ella. Me emociono al pensar en todo lo que vendrá, en las noches sin dormir, en los pañal
Después de lo que pasó con Erika, todo volvió a la normalidad. Pero cuando fui al baño, la encontré llorando. Se me rompió el corazón, así que me acerqué y la abracé —"¿Estás bien?" le pregunté.—"Sí", me respondió limpiándose sus lágrimas.—"¿Qué pasa, Erika?" —le pregunté en un susurro—, "Si te cuento, ¿no se lo dices a nadie? Puedo confiar en ti, María."—"Vamos a la cafetería de la esquina", le dije levantando una de mis cejas. Ella me miró con una sonrisa y aceptó ir conmigo. Llegamos, nos sentamos en una mesa retirada, pedí un delicioso postre de limón y Erika pidió un postre de tres leches.—"Estoy embarazada", fue lo que escuché. Casi me ahogo con el pedazo de postre que tenía en mi boca. —"El papá del bebé ya lo sabe."—"Ese es el problema, no quiere responsabilizarse por mi hijo. Pero eso no importa, yo me hago cargo. El problema es lo que diga mi papá."—"Erika, no estás sola en esto. Cuenta conmigo para lo que necesites", le dije con sinceridad. Erika me miró agradecida y