Capítulo tres
Mi mala suerte
Lo siento, pero no me gusta que nadie se meta en mi vida privada. Ni siquiera a mi madre ni a mi tía les di ese derecho y al ser hija única no tenía que preocuparme por contárselo a alguien más. Después que mi tía murió, mi prima Fany se mudó con mamá y conmigo ya que su padre siempre está de viaje y sí tenemos una buena relación, pero a ella no le gusta contar sus cosas y la comprendo. A sus diecinueve años perdió a su, madre yo tenía veintiuno cuando sucedió y fue duro, es normal que sea así de reservada. Quería a mi tía, pues siempre estaba para mí cuando mamá estaba de viajes de negocios. Todavía hoy, después de tres años y medio, no puedo hablar de ello sin que mis ojos se cristalicen.
Entro a la empresa y pido el ascensor, pero alguien está bajando en él así que demora un poco y para que mi suerte sea aún mejor los que venían bajando era mi jefe y el rusito. Cuando estos me ven, me saludan y al parecer mi jefe se dio cuenta de que no me encuentro muy bien.
— Señorita Anderson, pensé que se demoraría más —ni le respondí. Tenía la cabeza baja para que no notaran mis ojos cristalizados—. ¿Te sucede algo, Vane? —me pregunta pero yo solo niego con la cabeza agachada—. Si tienes algún problema te puedes retirar a tu casa. De todas formas, el señor Ivanov y yo saldremos y no volveremos en todo el día. Ve a tu casa y descanse, mañana nos vemos.
Yo solo asentí y ni le di las gracias.
Tome el ascensor para subir a recoger lo que me quedaba. A penas me despedí, Alexandre pensará que soy una mala educada.
<< ¿Pero qué estoy pensando? >>
Me importa una m****a lo que piense el neandertal. Creo que todo el estrés del día me está pasando factura.
Recojo todo y me dirijo a la salida donde Hannah me espera. Antes de que me pidiera, perdón le hablo yo:
— Olvídalo, Hannah, yo exageré las cosas. Me voy porque el jefe me dio la tarde libre, nos vemos mañana —no la dejo hablar.
Pensar en la muerte de mi tía me ha dejado devastada. Me despido de ella con la mano para luego salir de la empresa. Cuando me subo al taxi, pido al chofer que me lleve al cementerio. Es temprano y quiero aprovechar para ir a ver a mi Marucha —así solía llamarle con cariño—. Hace mucho que no voy, de sólo pensar en que ella ya no está en este mundo duele, duele mucho.
En el camino voy viendo lo hermosa que es la ciudad de New York. Antes, cuando era adolescente y salía del instituto, me pasaba todas las tardes deambulando por las calles observando todo a mi alrededor. Después, me sentaba debajo de un árbol de Cerezo que había en el parque que se encontraba cerca de la casa y me ponía a dibujar las cosas que recordaba y me llamaban la atención. Me encanta dibujar, pero hace mucho que no lo hago. Creo que la musa de mi inspiración se murió junto con mi Marucha.
Cuando diviso la floristería "My Flowers", me detengo a comprar un ramo de rosas blancas —sus favoritas—. Me encantan las flores, en especial las rosas rojas de tallo largo. Después de unos 10 minutos llegamos al cementerio, me bajo del taxi y le pago al chofer. Cuando me paro frente a la verja de este horrible lugar me envuelve su ambiente gélido y mortífero.
Deposito el ramo de rosas en la lápida mientras leo su nombre: "Laura Ester Lion de Mcgregor 1972-2017"
Todas las lágrimas que reprimí hace un momento, salen al mismo tiempo. Entre hipidos, le cuento sobre los últimos acontecimientos; le hablo sobre mamá, Fany y también sobre mi futuro matrimonio con Tony.
Al sentir las pequeñas gotas en mi cara, me despido de ella antes de salir del cementerio un poco apurada. No quiero mojarme. En la salida, me doy cuenta que no hay una sola alma por estas calles. La intensidad de la lluvia aumenta volviendo el escenario más terrorífico que antes. Empiezo a correr por las calles para refugiarme en algún local o coger algún taxi. Paso algunas cuadras y nada, todo esto está desolado. De pronto, un carro pasa y me empapa por segunda vez en el día.
<< ¿Pero hasta dónde puede llegar mi mala suerte?>>
— ¡Joder! —grito lo más fuerte que puedo, ya la situación sobrepasa mis límites.
El auto que me empapó se detiene y retrocede. Por lo menos este chofer no va a ser tan mal educado como el de la mañana que ni siquiera pidió perdón.
— ¿Está bien señorita? —me pregunta una voz que me parece demasiado conocida.
Al levantar mi cabeza para responder, me quedo de piedra. No puedo creer lo que estoy viendo.
Capítulo cuatroUna mala broma del universo y un novio ebrio¿Qué hace él aquí?¿Qué es esto? ¿Una mala broma del Universo?— ¿Señor… Ivanov? —le pregunto aún anonada.— Vanessa, ¿qué haces tan tarde por estos lugares? ¿Acaso no ves que está cayendo un diluvio? —pregunta en un tono… amable, lo cual me parece raro—. Ven entra en el auto y te llevo a donde sea que vayas.<< ¿Me ha tuteado? >>— No se preocupe, señor Ivanov. Me refugiaré en alguna tienda y pediré un taxi para que me lleve a casa —le respondo, imitando su tono.— No hay tiendas a kilómetros. No seas testaruda y sube al puto coche, que nos estamos empapando aquí afuera —añade alzando la voz mientras yo me quedo mirando por un segundo lo bueno que se ve con esa ropa toda mojada y pegada al cuerpo.<< ¿Qué haces? >>Sacudo la cabeza para sacarme esas ideas tontas.<&
Capítulo cincoSueños calientesDesde que mi tía murió jamás había entrado aquí, ella no era de usar esta habitación, solo era para cuando venía de visita o mamá se iba de viaje y debía quedarse con Fany a cuidarme.Solo de entrar en este cuarto la tristeza me inunda. Pienso por un momento que Tony me seguirá para intentar arreglar todo, pero me vuelvo a equivocar. Tal vez sea lo mejor, darnos un tiempo a solas para reflexionar y pensar en todo lo sucedido. Por lo menos yo lo necesito. Agradezco que mi madre esté en un viaje de negocios como casi siempre y que se llevó a mi prima con ella, así ambas no tienen que pasar por este desagradable momento.Voy camino al baño observando todo a mi alrededor y recordando cada momento que pasé a su lado, las veces que dormí en esta habitación junto a ella. Cuando llego al baño, me quito toda la ropa que ya está húmeda y no empapada como antes. Preparo la tina con agua tibia, le hecho sales y gel de rosas qu
Capítulo sieteFantasías<< ¿Desperté? >><< ¡Me he despertado! >><< ¡Malditos todos sus antepasados! >> No puedo creer que haya soñado con el neandertal, y no solo eso, también quise hacer el amor con él en mis sueños. ¡Y eso no es lo peor! Lo peor es que aún deseo hacerlo y ya no estoy soñando. Creo que me estoy volviendo loca; loca, pero excitada. Me excité con un jodido sueño. Sí, un sueño, un muy buen sueño; de hecho, el mejor de la historia.<< Pero ¿qué estoy diciendo? >>Decido dejar de pensar en mi húmedo sueño, sacudo la cabeza para dejar atrás los pensamientos e intentar olvidar el grado de excitación en el que se encuentra mi cuerpo en estos momentos. Me envuelvo en la sábana y bajo a la cocina. Ya que no pude saciar el hambre de sexo con el rusito, saciaré la de mi estómago con el pollo a la milanesa que Tony había preparado, espero que no se halla desecho de él.<
Capítulo sieteUn antes y un despuésEsa pregunta ronda en mi cabeza por varios minutos. ¿Estaré lo suficiente enamorada para dar un paso tan importante como lo es el casamiento? ¿Es Tony el hombre con el que quiero pasar el resto de mi vida? Esas y muchas más preguntas me hago, pero creo que la más importante es, ¿por qué me paré a preguntarme esto ahora?¿Me afectó tanto mi día al lado de ruso? ¿O son preguntas que siempre estuvieron ahí y yo las había ignorado por completo?Decido salir de la tina porque ya parezco una pasa de lo arrugada que estoy. Mientras voy secando mi cuerpo sigo pensando en todo lo que ha ocurrido en tan solo un día.Hoy Tony me mostró un lado de él que no conocía y creo que es hora de que él conozca esa parte de mí que dejé atrás después de la
Capítulo ochoUn clavo saca al otroDespués de lo que creo que fue una interminable y tortuosa hora, Alana termina. Al mirarme al espejo, apenas puedo reconocerme.Mis ojos pardos lucen más vivaces y pícaros con el maquillaje en color blanco y gris que me hizo una de las muchachitas que trabaja en el salón.Mi largo pelo negro azabache fue remplazado por una corta melena de color rubio platino, finalizando con un extrovertido peinado que deja ver el tatuaje de una corona que me hice cuando mi tía murió.— Muchas gracias, Ala —la abrazo una vez más llena de júbilo. Simplemente ha superado mis espectativas.— No me tienes que agradecer nada —replica ella—. Sabes que conmigo puedes contar para lo que sea y dile a la sin vergüenza de mi sobrina que me venga a visitar más a menudo. Tú también —añade a modo de reprimenda—, estamos cerca y jamás vienes.— Te prometo que ve
Capítulo nueveTrato hechoEl ruso da la vuelta y antes de montarse en el auto hace algo que me sorprende:— Adiós, Anthony, gracias por dejarla libre para mí. Te mandaremos una foto de nuestro día de diversión.Joder con el neandertal. Es mejor que yo en este juego. Eso solo me saca una sonrisa.Se sube a toda prisa, hace rugir el motor, quemando un poco de gomas y sale disparatado por la carretera.— Pero qué fanfarrón eres —río al mismo tiempo que niego con la cabeza.— Para eso me escogiste a mi, ¿no? —aunque pregunta, ambos somos conscientes de qué conoce la respuesta—. Para darle celos a quien supongo que ahora es tu ex.Me remito a sonreír con suficiencia y al parecer, con eso le hasta.Después de unos minutos llegamos a la empresa y veo al señor Weyler en la entrada. Él, junto al resto de los ejecutivos, se queda mirando el grandioso auto y el ruso como todo un fanfarrón
Capítulo diezQue comience la cacería— Señor Weyler, ¿hay algo qué hice mal? —inquiero confundida. Me he quedado de piedra con su declaración—. ¿Hubo algún fallo en la reunión de hoy? Ay, por Dios —me llevo las manos a la cabeza de forma trágica—, ¿me equivoqué al darle las carpetas para la reunión? Claro pero que tonta fui —comienzo a desvariar. Con lo despistada que soy no dudo nada—. Ayer con mi apuro no preparé todo bien para la reunión. Lo siento, señor, le juro que no volverá a suceder...Su risa ronca me interrumpe de manera repentina—. Para, mujer. Te has hecho una historia en la cabeza. No te preocupes, todo salió como estaba previsto en la junta. Y lo que te dije de que estaba molesto, era una broma —añade como si nada.&
Capítulo onceUna cita y un besoEn recepción, mi amiga me recibe con una pícara sonrisa—. El papacito del baño espera por usted, señorita afortunada.— Nos vemos más tarde Hannah, no te arregles sin mí —le tiro un beso y me dirijo hacia el centro de atención.Salgo como puedo de la empresa, pues todos se han acumulado a su alrededor como moscones y me cortan el paso. Incluso tengo que empujar a varios.«¡Pero qué público tan grande tiene el ruso!»Al llegar hasta él, me lo encuentro hablando con Cristina Meyer, la jefa de marketing de la empresa. Es una rubia oxigenada con un cuerpo perfecto a base de silicon. Tiene más cirugías estéticas en su cuerpo que cabello en