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CAPÍTULO CUATRO: UNA MALA BROMA DEL UNIVERSO Y UN NOVIO EBRIO

Capítulo cuatro

Una mala broma del universo y un novio ebrio



¿Qué  hace él aquí?

¿Qué es esto? ¿Una mala broma del Universo?

— ¿Señor… Ivanov? —le pregunto aún anonada.

— Vanessa, ¿qué haces tan tarde por estos lugares? ¿Acaso no ves que está cayendo un diluvio? —pregunta en un tono… amable, lo cual me parece raro—. Ven entra en el auto y te llevo a donde sea que vayas.

<< ¿Me ha tuteado? >>

— No se preocupe, señor Ivanov. Me refugiaré en alguna tienda y pediré un taxi para que me lleve a casa —le respondo, imitando su tono.

— No hay tiendas a kilómetros. No seas testaruda y sube al puto coche, que nos estamos empapando aquí afuera —añade alzando la voz mientras yo me quedo mirando por un segundo lo bueno que se ve con esa ropa toda mojada y pegada al cuerpo.

<< ¿Qué haces? >>

Sacudo la cabeza para sacarme esas ideas tontas.

<< ¿Pero quién se cree este pedazo de neandertal?>>

— Mira, rusito de pacotilla, a mí no me gritas. Pero… ¡¿quién te crees que eres?! —exploto—. Si te estás mojando aquí afuera, es porque conduces como un desalmado creyéndose Valentino Rossi y de contra eres ciego. ¡¿Es que piensas que eres el dueño de la calle?! ¿Que solo tú circulas por aquí? Váyanse a la m****a tú y tu estúpido coche… —detengo mis palabras de repente. Creo que me pase un poco—. Lo siento, no tenía que haberte grit…

— Sube al puñetero auto ahora, Anderson, antes de que te suba yo. Porque créeme, si lo hago te vas a arrepentir.

Ufff, creo que se enojó el rusito, pero como a mí a testaruda nadie me gana, mantengo mi actitud envalentonada—. No me da la gana, neandert…

— Tú te lo buscaste —me corta de sopetón para después agacharse y cargarme sobre sus hombros como un saco de papas.

—Pero ¿qué haces, animal?

Ignorando mis protestas, abre la puerta del carro y me arroja hacia dentro con muy poca suavidad. Cierra la puerta y rodea el coche para ir hasta su asiento de piloto.

Abro la boca para replicar, peo nuevamente soy interrumpida por él—: ¿Te puedes abrochar tú el cinturón o lo tengo que hacer yo también? —no me deja ni hablar.

<< ¡Joder!, ni mi madre me ha tratado así nunca >>

Parezco una bebé, no puedo replicar y encima me regaña. Lo odio.

Pasan algunos minutos y ninguno de los dos menciona palabra alguna. El frío de la ropa mojada se ha ido disipando con la calefacción del auto. La tensión se puede cortar con un cuchillo y para aligerar el ambiente, pongo en la radio un poco de música sin su permiso. Lo miro por el rabillo del ojo para ver si se molesta, pero solo me mira un segundo antes de volver a fijar su vista al frente. 

Así pasamos unos minutos más hasta que ponen <<Cake be the Ocean>> del grupo DNCE y comienzo a tararearla y a moverme al compás de la canción.

— Me gusta ese grupo, su solista es impresionante. Me encanta cómo canta y se mueve en el escenario —le digo tratando de sacar conversación. Se queda callado y por un momento pienso que no me responderá, pero me sorprende su comentario.

— Pues a mí me gusta su hermano Nick, ese sí es impresionante. Tiene una facilidad para tocar el piano sorprendente y además, canta muy bien —me dice tan relajado que no me lo creo. Lo observo como si le hubiera salido otra cabeza—. ¿Qué?

— Nada, tienes razón. Nick es muy bueno y su otro hermano también. La verdad es que los tres son buenos músicos.

— Concuerdo contigo —creo que por primera vez estamos de acuerdo en algo. Cuando Veo que estoy cerca de la casa, le doy la dirección exacta y después de unos breves segundos llegamos.

—Gracias por traerme. Y perdón por todas las cosas que te dije —le expreso a la vez que me quito el cinturón de seguridad.

—Perdóname a mí por haberte mojado y gritado. También por las cosas que te dije en el baño —me dice él.

— No te preocupes. ¿Qué te parece si empezamos de cero? —propongo—. Hola, me llamo Vanessa —extendiendo la mano para saludarle. 

Él se queda viéndome con fijeza y por un segundo pienso que he hecho una estupidez, pero me vuelve a sorprender devolviéndome el gesto—. Un gusto conocerte, yo soy Alexandre, pero me puedes llamar rusito, animal o neandertal. Gracias por su compañía y por el baño bajo la lluvia gratis, Bragas de Zanahoria.

Le veo sonreír y me quedo idiotizada por unos instantes.

<< ¡Joder, qué sonrisa! >> 

— Está bien…, ¿rusito? Me gusta—es lo único que digo antes de bajarme del carro y encaminarme hacia la casa sin mirar atrás. 

Cuando cruzo el umbral de la puerta principal, escucho la horrible música de rock de Tony saliendo de la cocina. A parte de pésimo gusto por la ropa interior, tiene pésimo gusto para el género musical. Entro a la cocina y lo observo cocinando lo que reconozco como pollo a la milanesa. Tengo que aceptar que la comida tiene un olor exquisito. Tony es un excelente chef, estudió varios años y se ha superado tras el paso del tiempo. 

— Hola, amor, qué rico huele —me acerco a él para besarlo, sin embargo, me sorprendo cuando me esquiva sin disimulo alguno. Entonces, me doy cuenta de que está enojado…, bastante enojado.

— ¿Dónde estabas? ¿Has visto la hora que es? ¿Quién te trajo y por qué estás toda mojada? —me lanza una sarta de preguntas en tan solo un segundo mientras yo me quedo pasmada sin reconocer a la persona que tengo delante. Tony nunca ha sido de reclamos, ni mucho menos de este tipo de actitud.

— El señor Weyler me dio la tarde libre y aproveché para ir al cementerio a ver a mi tía. Cuando estaba allá comenzó a llover y por el camino me encontré a Hannah y a Timi. ¿Recuerdas a Timi el que estaba saliendo con Hannah? —hablo sin siquiera detenerme a respirar—. Ellos me trajeron en su coche. 

No sé por qué le miento, pero ya lo hice. 

Después de explicarle, pienso que todo ha quedado solucionado, pero sus palabras me hacen percatarme de mi equivocación. Mi novio hoy quiere dar guerra.

— Sí, claro que me acuerdo, es el estúpido que se fijó en esa golfa. Y lo del cementerio no te lo creo, seguro estabas de fiesta con ellos junto a otro tipo —el tic involuntario de la mandíbula muestra con claridad su enojo—. Ve a darte una ducha para que te quites el olor a p**a de barri…

No lo dejo terminar. Le suelto una bofetada que hasta a mí me duele. Como que he dado muchas hoy. He dado más bofetadas hoy que en un año entero. Joder, si yo soy un sol y no me ha gustado nunca discutir, ni utilizar la violencia, ni meterme en problemas. ¿Por qué me pasan estas cosas a mí?

Okey, estoy siendo un poco dramática, pero es cierto. Hoy definitivamente no es mi mejor día.  

<<Ahora quisiera saber qué diablos le pasa a Tony>>

 Este no es el hombre que con solo una mirada me brinda paz, consuelo, tranquilidad y armonía. Esos ojos miel que ahora me miran con arrepentimiento mezclado con… ¡¿alcohol?!  

Me quedo meditando por unos segundos mientras lo examino de pies a cabeza.

¡Ahora lo entiendo todo! Está ebrio, bastante diría yo. Se me acerca y yo solo me alejo en respuesta. No reconozco a esta persona.

Por un momento pienso decirle todo lo que se merece, reclamarle por haberme ofendido a mí y a mis amigos…, pero mi madre me enseñó dos cosas acerca de los borrachos: 

Número uno: no se discute con ellos.

Número dos: todo lo que te digan es lo que realmente piensan. Ya que el alcohol les da la fortaleza que no tienen sobrios para decirte la verdad. 

Así que haciendo caso a los consejos que mi madre siempre me ha dado y con todo el dolor del mundo —porque sí, duele mucho—, me giro para subir a la habitación que antiguamente era de mi Marucha.

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