Un escalofrío recorrió mi espalda, encendiendo una chispa de rabia y desconcierto en mi interior. Intenté zafarme nuevamente, pero sus manos no cedieron ni un milímetro.—¿Qué clase de broma estúpida es esa? —le espeté, tratando de mantener mi voz firme aunque mi corazón latía con fuerza.Lucas alzó una ceja, inclinando apenas la cabeza hacia un lado, evaluando mi reacción.—No es una broma, Elena —respondió, y aunque su tono seguía cargado de esa arrogancia irritante, había algo diferente en su mirada. Algo que me hacía querer apartar los ojos, pero me negué a dárselo.La cercanía era insoportable. Su aliento cálido chocaba contra mi rostro, y la tensión que se acumulaba entre nosotros se sentía como una soga tirando desde ambos extremos.—Déjame ir —exigí con un tono más bajo, no porque estuviera cediendo, sino porque el nudo en mi garganta no me permitía hablar más fuerte.Él no dijo nada al principio. Sus manos todavía mantenían las mías atrapadas, pero su agarre comenzó a aflojar
Cada sonido a nuestro alrededor, como el crujido de una rama y el distante murmullo de voces me ponía en alerta. No podía evitar mirar hacia atrás de vez en cuando, esperando no encontrar a los guardias apareciendo de la nada.—¿Puedes al menos decirme hacia dónde vamos? —pregunté en un susurro, acelerando el paso para ponerme a su lado.Él giró la cabeza apenas lo suficiente para mirarme de reojo, con esa expresión que siempre parecía decir que sabía algo que yo no.—A un lugar donde no te encuentren —respondió, tan ambiguo como siempre.Rodé los ojos, reprimiendo las ganas de gritarle que dejara de jugar.Avanzamos en silencio, con cada paso volviéndose más lento, como si el camino se alargara a propósito. El aire estaba cargado de una tensión latente, esa sensación que se arrastra bajo la piel cuando sabes que algo podría salir mal en cualquier momento.—¿Vas a seguir con tu juego de misterio o me vas a dar una pista? —murmuré, sin poder contener el sarcasmo en mi tono.El ambiente
Mi silencio pareció divertirlo aún más. Lucas se enderezó, tamborileando los dedos contra el hierro frío con una calma que parecía ignorar por completo mi creciente tensión.—Ah, lo entiendo —dijo al fin, llevándose una mano al pecho como si estuviera compadeciéndome—. No es fácil enfrentarse a los fantasmas del pasado. Pero tranquila, estoy aquí para darte todo mi apoyo emocional… y un poco de sarcasmo gratis, porque soy generoso.—¿Podrías dejar de ser tan imbécil por un segundo? —contesté.Se encogió de hombros con indiferencia.—No sé, ¿podrías dejar de ser tan dramática? Igual podemos intentarlo juntos.Solté un resoplido, cerrando los ojos por un momento para juntar valor. Cuando los abrí, él seguía ahí, con la misma expresión despreocupada.—Está bien, yo toco —solté de repente, avanzando un paso.—Eso es, valiente soldado —murmuró, inclinándose teatralmente en un gesto de falsa reverencia.Lo ignoré, aunque estaba segura de que mi mandíbula se tensó al hacerlo. Con una mano fi
—Vaya, qué caballero —solté, con la voz cargada de sarcasmo—. Ofreciéndote usar tu cuerpo como una almohadilla térmica humana. Qué cortés estás siendo.La sonrisa de Lucas no hizo más que aumentar ante mi comentario mordaz, sus ojos brillaban de alegría.—Oye, un hombre debe tener claras sus prioridades —bromeó, encogiéndose de hombros con indiferencia—. Y ahora mismo, mantenerte caliente y feliz parece estar en el primer lugar de la lista.Me acerqué hasta que estuvimos a escasos centímetros y miré a Lucas con severidad, en voz baja y amenazadora.—Bájate de la nube en la que tú solito te has subido, porque ninguna de las pervertidas fantasías que estás conjurando se va a hacer realidad. No soy una participante voluntaria en tus retorcidos juegos.Su sonrisa no vaciló en ningún momento, ni siquiera cuando mi tono gélido atravesó el aire, cortando directamente el núcleo de su arrogante conducta.—Ah, pero creo que cambiarías de opinión si te mostrara lo bien que se siente —murmuró, ac
Fruncí el ceño, confundida por el tono de Sara.—¿A qué te refieres?Antes de que ella pudiera responder, el aire en la habitación cambió, como si algo invisible hubiese decidido que aquel no era mi momento para recibir respuestas. Fue entonces cuando, con la seguridad despreocupada que parecía definirlo, Lucas decidió despojarse de su camisa.Me quedé inmóvil, observando con incredulidad cómo el tejido oscuro desaparecía de su torso, dejando a la vista la ajustada musculosa blanca que había llevado durante la pelea con Manuel. Esa escena volvió a mi mente como un flash: los golpes, la rabia en cada movimiento, y sobre todo, la determinación implacable en sus ojos mientras destrozaba a su oponente.Pero no se detuvo ahí. Sus manos se movieron con calma, agarrando el borde de la musculosa, y en un movimiento fluido y deliberado, se deshizo de ella también. Mis ojos, traicioneros, siguieron el recorrido de la tela hasta quedar enredada en su mano antes de dejarla caer al suelo.Quedó fr
El vapor me envolvió mientras me apresuraba a vestirme con la misma ropa que había usado antes. La idea de salir en toalla frente a Lucas era impensable; ya le había dado suficiente material para sus perversidades por una noche.Me aseguré de que cada botón estuviera en su lugar y de que el cabello no luciera completamente desastroso. Respiré hondo, preparándome mentalmente para cualquier comentario que pudiera lanzar apenas abriera la puerta.Cuando salí, él seguía ahí, acostado en la cama como si nada en el mundo le preocupara. Sus brazos descansaban detrás de su cabeza, y esa sonrisa despreocupada, que ya se había convertido en su marca personal, apareció de inmediato al verme.—¿Y? —preguntó, girando ligeramente la cabeza para mirarme—. ¿Qué se siente estar en el baño sabiendo que yo estaba aquí, a un paso, esperándote?Me quedé quieta por un segundo, sin poder evitar soltar una risa sarcástica. ¿Qué se sentía? Ah, claro, claro.—Oh, me siento super tranquila —dije, cruzando los b
Observé la cama, quería tirarme en ella y cubrirme con el edredón; todo parecía algodón ahora mismo. Lo necesitaba, mi cuerpo pedía descanso, pero mi mente seguía calculando cómo mantener cierta distancia de él.—Esto es lo que haremos —le dije, con un tono que intentaba sonar autoritario—. Tú en un extremo y yo en el otro. Tienes completamente prohibido pasar de esta línea. —Señalé la mitad de la cama, aunque, en realidad, era una línea imaginaria que solo existía en mi cabeza—. ¿Entendido?Lucas frunció el ceño, su expresión estaba cargada de ese fastidioso escepticismo que parecía su segundo idioma.—¿De verdad crees que necesito una línea para saber dónde dormir? —replicó, cruzando los brazos mientras su sonrisa burlona se ensanchaba.Le lancé una mirada de advertencia, esperando que captara el mensaje. Me subí a mi lado de la cama y, antes de acomodarme completamente, añadí:—No es que crea que la necesitas, es que no quiero excusas si te encuentras en "mi territorio" por acciden
Estaba sentada en la cafetería, picando una ensalada que ni siquiera recordaba haber pedido. Cada bocado se sentía automático, como si mi cuerpo estuviera funcionando por inercia mientras mi mente volvía, una y otra vez, a la escena de esta mañana. ¿Qué demonios había pasado conmigo? ¿Qué me había poseído para admirarlo así, para tocarlo? Ni aunque alguien me ofreciera todo el dinero del mundo, habría creído capaz de hacer algo como eso. Y, sin embargo, ahí estaba el recuerdo, fresco y tan molesto como él."Debí haberme golpeado la cabeza al dormir", pensé, masticando con más fuerza de la necesaria. Eso tendría más sentido que la posibilidad de que, en algún rincón oculto de mi cerebro, hubiera algo que no odiaba de Lucas.—Fue un caos total, ¿no crees? —dijo una voz frente a mí.Parpadeé, sacada bruscamente de mis pensamientos. Miré a la pelirroja que hablaba, pero apenas procesé lo que había dicho.—Sí, y sin señal no podíamos saber qué estaba sucediendo realmente. Lo mismo te suced