Fruncí el ceño, confundida por el tono de Sara.—¿A qué te refieres?Antes de que ella pudiera responder, el aire en la habitación cambió, como si algo invisible hubiese decidido que aquel no era mi momento para recibir respuestas. Fue entonces cuando, con la seguridad despreocupada que parecía definirlo, Lucas decidió despojarse de su camisa.Me quedé inmóvil, observando con incredulidad cómo el tejido oscuro desaparecía de su torso, dejando a la vista la ajustada musculosa blanca que había llevado durante la pelea con Manuel. Esa escena volvió a mi mente como un flash: los golpes, la rabia en cada movimiento, y sobre todo, la determinación implacable en sus ojos mientras destrozaba a su oponente.Pero no se detuvo ahí. Sus manos se movieron con calma, agarrando el borde de la musculosa, y en un movimiento fluido y deliberado, se deshizo de ella también. Mis ojos, traicioneros, siguieron el recorrido de la tela hasta quedar enredada en su mano antes de dejarla caer al suelo.Quedó fr
El vapor me envolvió mientras me apresuraba a vestirme con la misma ropa que había usado antes. La idea de salir en toalla frente a Lucas era impensable; ya le había dado suficiente material para sus perversidades por una noche.Me aseguré de que cada botón estuviera en su lugar y de que el cabello no luciera completamente desastroso. Respiré hondo, preparándome mentalmente para cualquier comentario que pudiera lanzar apenas abriera la puerta.Cuando salí, él seguía ahí, acostado en la cama como si nada en el mundo le preocupara. Sus brazos descansaban detrás de su cabeza, y esa sonrisa despreocupada, que ya se había convertido en su marca personal, apareció de inmediato al verme.—¿Y? —preguntó, girando ligeramente la cabeza para mirarme—. ¿Qué se siente estar en el baño sabiendo que yo estaba aquí, a un paso, esperándote?Me quedé quieta por un segundo, sin poder evitar soltar una risa sarcástica. ¿Qué se sentía? Ah, claro, claro.—Oh, me siento super tranquila —dije, cruzando los b
Nunca imaginé que mi primer día en la universidad sería tan caótico. Mientras caminaba por el campus con mi mapa arrugado, tratando de encontrar el edificio de ciencias, me di cuenta de que todo esto era mucho más grande de lo que había esperado. Las personas iban de un lado a otro, hablando, riendo, como si ya pertenecieran a este sitio, mientras yo me sentía completamente fuera de lugar.Venir de un pequeño pueblo a una ciudad grande y bulliciosa era abrumador. No conocía a nadie aquí, y estar completamente sola me hacía sentir vulnerable. Todo lo que había conocido estaba a kilómetros de distancia, y aunque había estado emocionada por este nuevo comienzo, ahora solo sentía un nudo en el estómago.Finalmente, encontré el aula 203 y entré justo antes de que el profesor comenzara la clase. Busqué un asiento libre y me senté, tratando de pasar desapercibida. Sin embargo, eso fue imposible cuando una figura alta y oscura se plantó frente a mí.—Ese es mi asiento —dijo con voz grave.Lev
—¿Bienvenida? Parece más bien que están buscando a alguien a quien humillar para sentirse mejor con ustedes mismas —respondí con voz firme, mirando directamente a la chica rubia.Ella arqueó una ceja, como si no estuviera acostumbrada a que alguien le contestara de esa manera.—Oh, tenemos una valiente aquí —dijo la secuaz con tono sarcástico.En lugar de retroceder, la chica rubia dio un paso hacia mí, con una expresión desafiante en su rostro. Extendió una mano y tomó un mechón de mi cabello.—¿Por qué eres tan aburrida? —dijo, tirando ligeramente de mi cabello como si fuera un juguete.Sentí una mezcla de rabia y humillación. Nadie tenía derecho a tratarme así, especialmente no el primer día en la universidad. Sin pensar, aparté bruscamente su mano, haciendo que soltara mi cabello.—¡No vuelvas a tocarme! —exclamé, con voz tensa y mirándola fijamente a los ojos.Ella abrió los ojos con sorpresa y enojo, claramente no esperaba que le respondiera de esa manera.—¡Maldita! ¿Quién te cr
Mientras el maestro Alden hablaba, sentí una oleada de desinterés y frustración. No solo era mi primer día en la universidad y ya había tenido que lidiar con gente desagradable, sino que ahora tenía que soportar una clase sobre mitos y leyendas que no me provocaban absolutamente nada. Para mí, los cuentos de terror eran aburridos y predecibles, y no lograban emocionarme en lo más mínimo.Durante las próximas dos horas, me mantuve garabateando en mi cuaderno, tratando de encontrar la manera de hacer pasar el tiempo más rápido. Mis dibujos no tenían sentido, eran solo una mezcla de líneas y figuras abstractas que reflejaban mi deseo de escapar de aquella monótona lección.Ocasionalmente, miraba a Sara, que parecía estar bastante interesada en la clase. Le sonreía de vez en cuando, pero mi mente estaba en otro lugar, rezando para que esto terminara de una vez.En un momento, decidí mirar a través de la ventana. El cielo, que había estado despejado al inicio de la clase, ahora se había to
No me apetecía en lo más mínimo. ¿Por qué haría tal cosa? Ni siquiera sabía la finalidad de poner mi huella allí. Miré a Sara, buscando en su expresión alguna pista de lo que debía hacer, pero ella también parecía confundida y un poco inquieta.—¿Qué es esto exactamente? —pregunté, intentando mantener la calma en mi voz.Valeria sonrió de nuevo, pero esta vez había algo en su mirada que no me gustó.—Es solo un registro formal para la universidad —respondió con tono despreocupado—. Todos los estudiantes nuevos tienen que hacerlo.No estaba convencida. Algo en todo esto me parecía extraño y fuera de lugar.Pero antes de que pudiera decir algo, Sara puso su dedo índice en el huellero y luego plasmó la tinta en el papel. Me quedé sorprendida. ¿Para mi compañera era tan fácil hacer eso sin siquiera cuestionarse? Aunque, pensándolo bien, quizás solo quería evitarse problemas.—Tu turno —dijo Valeria, extendiéndome el huellero con una sonrisa que ahora parecía más forzada.Miré aquel objeto
En un primer momento, creí que la rubia era la cabecilla del grupo, pero al parecer me equivoqué, pues ahora veo que es Carolina quien está visiblemente lastimada.Me pregunto qué pudo haber ocurrido, pero claramente no es mi asunto. Me volví hacia Sara y, con una mezcla de desconcierto y desdén, le susurré:—¿Estos se creen de la alteza?A pesar de que ellos estaban a una distancia considerable, Valeria me miró con una expresión fulminante. Fruncí el ceño sin entender; si fue por mi comentario, en todo caso, no podrían haberme escuchado. Sin embargo, ella cambió rápidamente su expresión y optó por levantar la mano y saludarme con una sonrisa.Valeria continuó su camino, desapareciendo por uno de los pasillos principales. Me giré hacia Sara, aún confundida.—¿Qué demonios acaba de pasar? —murmuré, esperando que ella tuviera alguna respuesta.Sara se encogió de hombros.—No lo sé, pero no le des mucha importancia.Y así fue, porque el día se pasó en un cerrar de ojos, pero cuando estab
A la semana siguiente, decidí volver a la piscina. Pero esta vez, el lugar no estaba vacío. Un grupo de nadadores estaba entrenando y sus movimientos coordinados creaban ondas en el agua cristalina. Me acerqué al borde de la piscina, absorta en observarlos y fue allí, cuando estaba tan concentrada en el ritmo de los deportistas que no noté la presencia de alguien hasta que fue demasiado tarde.De repente, sentí un empujón fuerte y desequilibrante en la espalda, y antes de poder reaccionar, me encontré cayendo hacia adelante, sumergiéndome bruscamente en el agua fría.Con suerte, no me topé con uno de los nadadores, aunque el impacto de mi caída provocó un gran chapoteo que perturbó la práctica.La interrupción fue suficiente para llamar la atención del entrenador, un hombre corpulento con una expresión severa, quien se volvió hacia mí con el ceño fruncido y los ojos llenos de irritación.Se acercó al borde de la piscina, señalándome con un dedo acusador mientras su voz resonaba por to