El amanecer bañaba las ruinas del antiguo castillo Ghali con un calor que Skiller, el vampiro que desafió las reglas de su especie, sentía como un triunfo personal. Al caminar por los jardines cubiertos de rocío, con flores que parecían despertar a la vida bajo el sol, cada paso le recordaba lo lejos que había llegado.Dentro del castillo, su mente se debatía entre recuerdos de Aisha y la complejidad de su conexión con los hermanos Ghali. Su recorrido por los pasillos lo llevó hasta una puerta entreabierta, donde lo recibió una escena que no esperaba.Sanathiel, envuelto solo en una toalla, estaba de pie mientras Aisha despertaba en la misma habitación, sus ojos cargados de confusión y fastidio.—¡Aisha! ¿Qué está pasando aquí? —exclamó Skiller, alzando una ceja con evidente molestia.Aisha, aturdida, se incorporó de golpe.—¡¿Qué hacen ustedes aquí?! ¡Sanathiel, ¿por qué estás en mi habitación?!—Vomitaste sobre mi camisa anoche —respondió Sanathiel con naturalidad, alzando las manos
La noche descendía pesadamente sobre la mansión, mientras Rasen, perturbado y agotado, cerraba un libro antiguo sobre leyendas de criaturas nocturnas. Las palabras describen seres condenados a vivir en las sombras, alimentándose de los vivos, y, aunque solía encontrar esos relatos fascinantes, ahora le parecían espejos crueles de su propia existencia.Dejó el libro en el gabinete con un suspiro cargado de ironía. Su pecho, marcado por símbolos que ardían como brasas bajo su piel, palpitaba con un dolor extraño, una señal de la transformación que se avecinaba. Al salir al jardín en busca de aire fresco, las palabras de Cristal resonaron en su mente.—"Contigo a mi lado, nada está mal" —murmuró con voz queda, como si repetirlas le diera consuelo.Pero la realidad lo perseguía como un depredador incansable. Su cuerpo ansiaba algo que no podía contener: un deseo oscuro, violento y primitivo.Cristal estaba allí esa noche. Su presencia siempre había sido una tregua para el alma rota de Ras
La noche descendía lentamente sobre la mansión, cubriendo con su manto de penumbra el silencio tenso que reinaba en el lugar. Cristal, inquieta, sentía cómo la brisa helada penetraba hasta los huesos, pero su corazón palpitaba con una calidez que solo un nombre podía evocar: Rasen.«Le di la orden explícita de no venir, bajo ninguna circunstancia.» Las palabras aún resonaban en su mente mientras su piel reaccionaba al leve roce de unos dedos. Era un contacto que, en lugar de consolarla, provocó un temblor incontrolable. Giró lentamente para enfrentarlo, el miedo luchando por dominar su mirada.—Rasen, ¿dónde estabas? —preguntó, su voz temblorosa y cargada de reproche.La puerta se había abierto sin que ella notara su llegada. Allí estaba él, tan imponente como distante, y la mezcla de amor y dolor en su interior la impulsó a acercarse.—No debiste venir, Cristal —respondió Rasen con voz suave, desviando la mirada hacia Lionel, que permanecía a unos metros.—Fui yo quien insistió —cont
La penumbra envolvía la torre cuando Rasen arrugó otro papel manchado de tinta, arrojándolo al suelo con frustración. Su mente, una maraña de pensamientos obsesivos y emociones intensas, lo mantenía al borde de la cordura.—Han pasado demasiados días desde que escribí… —murmuró, encendiendo otra vela con manos temblorosas.Lionel, siempre atento, se acercó con una nueva hoja, pero no pudo evitar manifestar su preocupación.—Rasen, deberías salir a tomar aire. Esta noticia te ha abrumado.—¿Qué sabes tú? —replicó Rasen con irritación apenas contenida, evitando su mirada.Lionel suspiró, afligido.—Sé que ella se ha vuelto una obsesión peligrosa para ti. Es un hábito imposible de romper… por eso he callado hasta ahora.Sin responder, Rasen abandonó la torre, el peso de sus emociones presionando su pecho como un yugo. La lluvia fría comenzó a caer sobre él mientras sus pasos lo llevaban al jardín. De pronto, un pañuelo caído llamó su atención. Al recogerlo, una ola de pensamientos lo gol
Mientras Skiller recorría los pasillos del castillo Ghali, una llamada entrante en su móvil lo hizo detenerse en seco. Un número desconocido parpadeaba en la pantalla.—¿Quién demonios…? —murmuró antes de contestar.—Aisha ha sido arrestada. —La voz al otro lado de la línea era fría y calculadora.La mandíbula de Skiller se tensó.—¿De qué demonios hablas?—Intento de homicidio. Está bajo custodia. —Hubo una pausa, y luego, con un tono casi burlón, añadieron—: Parece que alguien está jugando con el destino de tu amiga.Skiller colgó bruscamente, su mente girando en mil direcciones.Mientras tanto, en otra parte de la ciudad, Sanathiel detuvo su motocicleta frente a un edificio en ruinas. Había seguido el rastro de Aisha, pero algo no encajaba. Dimitri lo estaba esperando en la entrada, apoyado contra un muro con una sonrisa cínica.—No te esfuerces, hermano. Aisha ya no es tu problema.Sanathiel se acercó con la mandíbula tensa.—¿Quién la tiene?—Las mismas personas que le tienden tr
Los pasos resonaron en el corredor, firmes, casi ceremoniales. Cuando Dimitri entró, el carnicero dio un paso atrás, inclinando ligeramente la cabeza. Aisha alzó la vista, forzándose a mantener la mirada fija en el hombre que acababa de llegar.Dimitri no tenía prisa. Su rostro, afilado como un cuchillo, estaba decorado con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.—¿Esto es lo mejor que puedes hacer? —preguntó, dirigiéndose al carnicero mientras señalaba a Aisha—. Parece que nuestro invitado aún tiene fuerzas para sonreír.—Ella es… difícil de quebrar —admitió el carnicero, tragando saliva.Dimitri se inclinó hacia Aisha, examinándola como si fuera una curiosidad en una tienda.—Interesante. Quizás tú y yo podamos divertirnos un poco más. Atenla de nuevo. Cuando Dimitri y el carnicero salieron, el silencio volvió a caer sobre la celda. Aisha respiró hondo, ignorando el ardor de las heridas. Su cuerpo estaba al límite, pero su mente seguía luchando. Cuando fue levantada con brusquedad p
La noche pesaba como un manto de plomo sobre la mansión, y Rasen sintió cómo un escalofrío recorrió su espalda. Su cuerpo reaccionó antes de que su mente pudiera procesarlo.Un dolor ardiente, afilado como un cuchillo, se alojó en su pecho. Era el mismo dolor que sintió cuando perdió a Clear… pero diferente. Más profundo.—Rasen, ¿qué ocurre? —Cristal se acercó, alarmada por el temblor inusual en su cuerpo.Él apretó los dientes, sus pupilas dilatándose, el rojo oscuro apoderándose de sus ojos. Voces. No en su cabeza, sino en su sangre. Algo lo llamaba.Un susurro, tan tenue como una brisa..."No me tendrán."El eco de Aisha.Cristal notó el cambio en su expresión, la forma en que su mandíbula se tensaba, como si estuviera escuchando algo que ella no podía percibir.—Rasen, dime qué está pasando. —Cristal le tomó las manos, pero él no respondió.Porque en lo más profundo de su ser, sabía que Aisha estaba en peligro.Por otro lado, Skiller permanecía junto a la cama de Daesa, quien des
cont.Luciano: —Es algo inevitable, Varek. Sería peor que vivieras a merced de tus hermanos. Aisha… Ella lleva en sí un poder peligroso, es la llave para revivir a tu verdadero padre. Su sacrificio es el único modo de sellar su destino.Las palabras de Luciano cayeron como un golpe, vaciando el aire en la habitación. La tensión alcanzó su punto máximo, un silencio ensordecedor se apoderó del lugar mientras Varek intentaba procesar lo que acababa de escuchar. Sus manos temblaron, cerrándose en puños mientras un torrente de emociones —furia, impotencia, traición— lo ahogaba.Para Aisha que escuchaba todo, las cadenas eran lo de menos. El verdadero tormento era saber que Varek había callado, que Skiller no llegaba, que Sanathiel... tal vez nunca la encontraría. Pero ella no era alguien que se rompía con facilidad. Nunca lo fue."Varek: —¿Un propósito? ¿La condenarás? No puedo permitirlo.Los ojos de Luciano permanecieron clavados en él, inquebrantables, como si las palabras de su hijo fue