El cielo nocturno se cubría de nubes oscuras, con la luna apenas visible tras los velos de sombras. El campamento de los Nevri estaba en un silencio inquietante, roto solo por el crujir de las ramas bajo los pasos apresurados de Zaira. Su mente era un torbellino, cada pensamiento un recordatorio de las advertencias de la bruja y de las consecuencias de lo que estaba a punto de hacer.Sanathiel apareció de repente, su figura imponente recortada contra la penumbra. La tensión en su rostro era palpable.—Zaira, detente, —ordenó con un tono cargado de autoridad, pero también de preocupación.Zaira se detuvo en seco, sin girarse hacia él. La frialdad en su voz fue como una daga al responder:—Sanathiel, no hay tiempo para preguntas. Debo regresar al campamento.La desconfianza lo invadió. Dio un paso adelante y la tomó del brazo, obligándola a enfrentarlo.—Si algo está mal, dímelo. Te protegeré, Zaira, incluso si eso significa enfrentarlo todo, —dijo, con los ojos ardiendo con un brillo i
La luna roja dominaba el cielo, bañando el bosque con un resplandor carmesí que intensificaba cada sombra y despertaba los instintos más primitivos. El aire era pesado, cargado con el aroma metálico de la sangre y el eco de los gritos de guerra. Sanathiel permanecía de pie entre las ruinas del campamento, su cuerpo tensado, sus ojos dorados brillando con un fuego que oscilaba entre la furia y el dolor.—¡No puedo confiar en ti! —rugió Salomón, con la voz desgarrada por la desesperación—. Zaira… ella me pidió que te apartara de la manada.Sanathiel se detuvo en seco, como si sus palabras fueran un golpe físico. El peso de la traición era casi insoportable.—¿Zaira...? —susurró, el nombre saliendo de sus labios como un lamento.Salomón bajó la mirada, incapaz de sostener el contacto visual.—Ella conoció a la bruja. Vio cosas que ninguno de nosotros comprende. Dice que si tomas el liderazgo… si no logras dominar tu poder, los Nevri se convertirán en monstruos.La expresión de Sanathiel
El silencio que siguió fue ensordecedor. Algunos cazadores bajaron sus arcos, sus rostros llenos de dudas, pero Falco mantuvo su postura. Su mirada fría encontró la de Zaira, y con un tono cargado de veneno, respondió:—Esto no ha terminado.Ordenó la retirada, pero no antes de lanzar una última advertencia:—Nos veremos pronto, Zaira. Y entonces, no habrá salvación para ti ni para tus preciados Nevri.Mientras los cazadores se retiraban, Zaira ayudó a Salomón a levantarse. Su cuerpo estaba cubierto de cicatrices y su respiración era pesada.—¿Estás bien? —preguntó, su voz suave pero llena de preocupación.Salomón asintió lentamente, sus ojos encontrando los de Zaira.—Gracias, Zaira. No sé cómo podré pagarte esto.Ella le dedicó una sonrisa cansada, pero llena de una extraña serenidad.—No tienes que hacerlo. Solo prométeme que encontraremos una manera de evitar esta guerra.Salomón sostuvo su mirada por un momento antes de asentir con solemnidad.Sin embargo, la tranquilidad fue efí
El aire estaba impregnado de una quietud ominosa, como si el tiempo se hubiese detenido. A lo lejos, los ecos de la batalla se desvanecían, pero en este lugar, un santuario perdido entre las sombras, la lucha no había llegado. Era un rincón que escondía más que secretos: aquí convergían pasados rotos y futuros inciertos.Transición al presenteHan pasado años desde que los Nevri se dispersaron, desde que Ibrahim desapareció entre las sombras llevándose consigo el cuerpo de Zaira. El mundo había cambiado, pero algunas heridas nunca cicatrizan. Ahora, los ecos de ese pasado volvían a retumbar en el presente, buscando la resolución que el tiempo se negó a brindar.Aisha, siguiendo los vestigios de historias y fragmentos de una profecía olvidada, llegó a un recinto perdido perteneciente a la comunidad de los trece, en el corazón de un bosque cubierto por niebla. Su búsqueda no era casual, sino impulsada por un llamado que sentía en lo más profundo de su ser, como si algo o alguien la estu
Pasé tanto tiempo sin ver mi propio reflejo que, cuando lo hice, no reconocí al hombre en el espejo. Lo que vi no era más que una sombra del joven doctor que alguna vez fui. Entonces, mi único objetivo era servir a la Comunidad de los Trece, pero esos días de ambición quedaron enterrados bajo las cenizas del arrepentimiento.La última vez que vi mi rostro en aquel reflejo roto, tomé una decisión que cambiaría mi vida para siempre: visité la planta intermedia de los laboratorios, un lugar que existía en el límite entre la ciencia y la monstruosidad.Mi tarea era ambiciosa: desarrollar un tratamiento en la “Unidad de Células Especiales” que detendría el envejecimiento humano. Pero incluso entonces sabía que mi verdadera misión era mucho más oscura.Fue allí donde vi por primera vez la foto. Una imagen borrosa, casi irreconocible, de una mujer. Zaira. Su piel irradiaba vida, y sus ojos, incluso en aquella fotografía desvaída, parecían contener una humanidad que no debería estar allí.Alg
Desde el principio, lo supe. Los ojos de Aisha tenían el brillo intenso de Louis, y su rostro era un reflejo inconfundible de Zaira. Era mi sangre, mi hija. Pero ella no había crecido conmigo; había sido criada por Falco Valuare, un cazador de linaje puro. Aunque siempre mantuvo una distancia fría hacia mí, Falco la quería como si fuera suya. Sabía que protegería a Aisha de cualquier amenaza, incluso de mí.—Ve a jugar un rato, Aisha, —le dijo Falco con una sonrisa cálida—. En un momento saldremos por los helados que prometí.Cuando ella se fue, cerró la puerta con cuidado y me miró directamente, su rostro adoptando una expresión grave.—¿Esa niña es tu hija? —preguntó, manteniendo la vista fija en la taza de café.Respiré profundamente antes de responder.—Es la niña que te entregué hace años, sí. Hoy planeo llevármela.Falco frunció el ceño, sacando de su bolsillo una foto arrugada de Zaira.—Siempre pensé que Aisha se parecía a mi hermana, pero ahora veo que también tiene mucho de
Darían había ascendido en la Comunidad de los Trece gracias a su astucia, intelecto y una falta de escrúpulos que lo convertían en una figura temida y respetada. A través de los Protectores, la élite de guerreros de la Comunidad, mantenía su influencia y aseguraba su lugar en un sistema donde la traición era moneda corriente.Durante una reunión del Consejo, Lucius Björn, uno de los miembros más influyentes, lanzó una indirecta cargada de desdén.—Doctor Darían, los informes sobre el desempeño de los Protectores son... intrigantes. Parece que incluso las sombras siguen sus órdenes.Darian respondió con su característico tono calmado, pero con una mirada afilada.—La estabilidad es el pilar de nuestra existencia, Lucius. Mis Protectores sólo reflejan el compromiso que todos deberíamos compartir.Aunque los murmullos de aprobación recorrieron la sala, Darian sabía que cada palabra dicha allí era un arma, y cada mirada, una amenaza velada.Tras la reunión, Darian regresó a su estudio, do
La primera gala de debut de Varek no solo marcaba su presentación oficial ante la Comunidad de los Trece, sino también una demostración de las habilidades que su linaje había cultivado con esmero. Bajo las luces doradas y el murmullo de música clásica, los líderes de las Casas observaban cada uno de sus movimientos, evaluándolo como si fuera una pieza en un tablero de ajedrez.Dean Björn, consejero influyente y conocido por su sarcasmo afilado, levantó su copa mientras fijaba sus ojos en Varek.—Primera gala en la que debutas, Varek. Dime, ¿qué se siente ser el centro de atención? —preguntó, sus palabras cargadas de una ironía cuidadosamente velada—. Comitas patris tui (como tu padre).Varek mantuvo su mirada firme, pero sus labios apenas se curvaron en una mueca de desafío mientras levantaba su propia copa.—Nu sunt tatăl tău (no soy tu padre) —respondió en voz baja, con una seguridad implacable.En otro rincón de la mansión, Aisha observaba la fiesta desde un balcón, ajena al bullic