El aire estaba cargado de tensión mientras la luna roja bañaba el escenario con su luz carmesí. La figura de Sanathiel, bajo el disfraz de Stefan, avanzó hacia Aisha con una calma inquietante. Su respiración era medida, cada paso resonaba como una sentencia.Con un movimiento ágil, tomó su brazo y la obligó a mirarlo. Sus ojos, brillando con un dorado sobrenatural, parecían penetrar su alma. Sin previo aviso, Sanathiel inclinó su cabeza hacia el cuello de Aisha y dejó su marca.El grito de Aisha rompió la quietud de la noche, una mezcla de dolor físico y algo más profundo, algo que no podía explicar pero que sentía en cada fibra de su ser. La marca del lobo. Era un vínculo invisible que la ataba a él de una manera irrefutable.—Ahora todos sabrán a quién perteneces, —murmuró Sanathiel, su voz grave y cargada de satisfacción. Soltó su brazo, y ella retrocedió tambaleándose, llevándose una mano al cuello.Apenas tuvo tiempo de recuperar el aliento cuando Varek emergió de entre las sombr
Presente:Sanathiel, herido tanto física como emocionalmente tras su enfrentamiento con Rasen, logró arrastrarse hasta su casa oculta. Cada paso era un recordatorio punzante de su derrota. Al llegar a su habitación, se desplomó sobre la cama, jadeando mientras la rabia latía en su pecho.—¡Esto apesta! —gruñó entre dientes, buscando un frasco de antibióticos.Con manos temblorosas, preparó una inyección y mordió un trozo de cuerina para no gritar mientras extraía el vidrio incrustado en su cuerpo. Sus labios temblaban de agotamiento, pero no podía permitirse flaquear.—Rasen, esto no ha terminado, —susurró, su voz cargada de odio.Días después, ya recuperado, de pie frente al espejo, con el torso desnudo, examinaba las marcas que quedaban en su piel. Apretó los puños, sus garras emergieron, y con un golpe brutal destrozó el espejo.—Te haré clamar mi nombre, Rasen. ¡Te retorcerás de dolor antes de morir! —gruñó con rabia.Completamente recuperado, revisaba las habitaciones vacías de s
La habitación blanca era un refugio de simplicidad, bañada por la luz matutina que se filtraba a través de las amplias ventanas. Sin embargo, para Evans, el ambiente sereno contrastaba con la tormenta que rugía en su interior mientras vigilaba el cuerpo inmóvil de su hermano menor. Rasen llevaba días sumido en un trance, y aunque su pecho subía y bajaba lentamente, parecía más un espectro que un hombre vivo.Evans, sentado al borde de la cama, reflexionaba en silencio. Las palabras de Lionel resonaban en su mente como un eco persistente:“Eres un ingrato, Evans. Sin Rasen, habrías muerto.”Afuera, Cristal manejaba la situación con su acostumbrada eficiencia, quemando periódicos que acusaban a Evans de traidor y tratando de protegerlo de la condena pública. Aunque Evans fingía no saberlo, sentía el peso de la deuda hacia ella y su hermano.Cuando Rasen finalmente despertó, sus ojos brillaron con una intensidad renovada.—¿Dónde está ella? —preguntó con voz áspera.Evans, creyendo enten
Ser el hermano mayor conlleva responsabilidades que creía enterradas con el paso del tiempo. Adoptado desde pequeño y criado en tierras extranjeras, pensé que podría olvidar mi pasado, incluso a Rasen. Pero los años pasaron y, a pesar de mis intentos, nunca pude dejar atrás el lazo que nos unía. Completé tres años de servicio militar, convencido de que la disciplina me liberaría de esa carga emocional. Sin embargo, tan pronto obtuve mi independencia, comencé a buscar información sobre él.Cada semana recibía fotos e informes. Rasen aparecía en ellas feliz, viviendo una vida ordinaria, alejado de todo lo que nos había marcado. Al verlo así, sentía alivio, aunque el peso de nuestras diferencias seguía latiendo en mi pecho. Guardaba una foto de nuestra familia en mi billetera, un recordatorio constante de lo que habíamos perdido y de lo que yo debía proteger, incluso desde la distancia.Pero el destino no me permitió mantener esa tranquilidad por mucho tiempo. El caso de la Luna Roja, un
Varek descendía las escaleras con pasos firmes, el eco de sus botas resonando en la penumbra del castillo. Sin embargo, un ruido inesperado lo alertó. Sin dudarlo, regresó sobre sus pasos y, al encontrar la puerta de Aisha cerrada, la abrió de un empujón que hizo crujir la manija, revelando una escena que encendió su furia.Aisha intentaba escapar por la ventana, aferrándose a las cortinas mientras el sol del amanecer delineaba su silueta. Varek avanzó, deteniendo su huida al sujetarla del brazo. Las cortinas cayeron con un estruendo, envolviéndolos en un silencio lleno de tensión.—¿A dónde crees que vas? —preguntó, con un tono que mezclaba amenaza y desdén—. ¿Realmente planeas protegerlos?Aisha forcejeó, pero él la empujó contra la pared, colocándole el filo de su espada sobre el cuello.—Ni lo intentes, Aisha, —advirtió Varek, sus ojos destellando con un brillo peligroso—. No saldrás de aquí.—¡Bastardo! —gritó Aisha, incapaz de ocultar su enojo.Con un movimiento brusco, lanzó el
El aire pesado de la oficina de Dimitri Snova reflejaba la opresión que él mismo proyectaba. Como nuevo director de los protectores, su influencia resonaba en cada rincón del internado, donde los futuros servidores de la Comunidad de los Trece eran entrenados. Dimitri, con una sonrisa pérfida, observó cómo Aisha ingresaba en su despacho sin invitación, su silueta oculta bajo una bufanda que apenas dejaba entrever su determinación.—Si has venido a interceder por Varek, espero que te quites esa bufanda, —dijo Dimitri con un tono burlón—. Supongo que eres la hija de Darían, ¿no?Dimitri se levantó de su asiento, rodeándola lentamente como un depredador estudiando a su presa. Sus ojos escaneaban cada detalle de la joven mientras ella permanecía inmóvil, con los puños apretados.—Rubia, de ojos claros, pero no verdes como la referencia que tengo de Aisha… —continuó, deteniéndose frente a ella.Aisha, con un movimiento decidido, se quitó la bufanda y lo enfrentó directamente.—No he venido
El suelo bajo nuestros pies se desplomó. Dimitri nos observaba desde lo alto, su risa resonando como un eco en el abismo. La oscuridad nos envolvió mientras caíamos hacia lo desconocido. Era su mundo ahora, y nosotros éramos sus piezas de juego.Aterrizamos con un estruendo en un espacio inundado, rodeados de sombras y un silencio opresivo. Una tenue luz se encendió, apenas suficiente para revelar el agua que nos llegaba a los tobillos. Al movernos, sentimos el peso de las esposas en nuestras muñecas.—Por un demonio, esto no puede ser real, —exclamó Varek, examinando fijamente las esposas—. Ishana debe estar en peligro.—No... no lo está. Confía, —traté de calmarlo, aunque mi propia voz temblaba.Arriba, en un balcón sombrío, Dimitri nos observaba fijamente. Un megáfono amplifica el sonido de su voz:—Bienvenidos, mis adorados juguetes. Aquí comienza su verdadera prueba. En este lugar, la vida y la muerte son las únicas opciones. ¿Quieren ganar su libertad? Entonces, sobrevivan. Que
Las luces verdes parpadeaban como una advertencia en las instalaciones subterráneas de Dimitri Snova. Skiller Snova, con una sonrisa cínica, se abría paso entre los cuerpos inertes de los guardias, su andar era seguro, decidido. Sabía lo que buscaba, y nada ni nadie lo detendría.Frente a él, una cámara de cristal contenía el cuerpo de Zaira, la madre de Aisha. Su piel pálida y su expresión serena parecían un eco de vida atrapado en el tiempo. Skiller rompió el cristal con un golpe certero, liberando el agua y desconectando los cables que la mantenían prisionera.—Vaya, hermano, ¿tan bajo has caído? Obsesionarte con esto... —murmuró mientras cargaba a Zaira en sus brazos.Tomando a Zaira en brazos, Skiller activó un botón oculto en la pared, desencadenando el protocolo de autodestrucción. Las alarmas comenzaron a sonar, y una serie de explosiones consumían las entrañas del lugar mientras él se retiraba con su "regalo".Horas después, Dimitri recorría los restos de sus instalaciones, s