Ignacio comienza a despertar.
«Debo ver a Jessica».
Intenta incorporarse, pero sus muñecas están amarradas a la cama.
—Ahora eres mi prisionero —dice Jason. Ignacio levanta la cabeza.
—Tú eres el del helicóptero. ¿Por qué me salvaste? ¿Por qué soy tu prisionero?
—Mi nombre es Jason y me enviaron a protegerte mientras te trasladamos a Estados Unidos. Un grupo terrorista con acceso a alta tecnología quiere matarte. Parece que les robaste muuucho dinero. Cómo fuiste tan… Cómo dicen en Chile, ¿huevón?
—¿Llevarme a Estados Unidos? Yo no he robado nada… Y ellos no son terroristas. Es mucho peor. —Ignacio deja caer su cabeza en la almohada. Jason frunce el ceño.
—¿Peor? ¿A qué te refieres?
—No lo
Ignacio está de pie junto a Jessica tomándole una mano. Ella abre los ojos y lo mira.—¿Qué pasó? —pregunta Jessica con voz débil.«Casi nos mata un dron militar con un misil y ahora nos persiguen unos asesinos contratados por un grupo terrorista». Ignacio improvisa nuevamente:—Tuvimos un accidente. Pero estaremos bien —responde, intentando no quebrarse ni dar muchas explicaciones para no estresarla—. ¿Cómo te sientes?—Estupendo. Estoy inscrita en el Fondo Ncional de Salud —dice Jessica, levantando su dedo pulgar lentamente. Ignacio sonríe.—Logramos llegar al hospital… Como te lo prometí —bromea Ignacio.—No me enojaré si no cumples tu promesa la próxima vez. ¿Qué te pasó en el cuello? Tienes sangre —pregunta ella.—Es que… Se me abrió una herida que me hice en el accidente. No es nada. —Ignacio se toca el cuello y hace una mueca de dolor. Jessica presiona un botón junto a su mano. Una enfermera ingresa a la sala, seguida por Jason que entra sigilosamente. Hay dos hileras de camas
Jason camina con su arma en alto por el pasillo hacia el ascensor, seguido por Charly que va empujando a Jessica en una silla de ruedas, e Ignacio que camina con la ayuda de Tony, llevándolo sujeto por un costado, mirando de vez en cuando hacia la retaguardia para evitar sorpresas. Jason presiona el botón del ascensor y todos toman posición a los costados de la puerta. Tony deja a Ignacio apoyado en una pared, saca su arma y apunta en sentido contrario cubriendo las espaldas del grupo. El indicador de piso muestra el piso 2, luego el 3 y acercándose. Jason apunta el arma hacia la puerta esperando que se abra. Los soldados se ven concentrados, pero no tensos. El indicador muestra el piso 4 y la puerta se abre. El ascensor está vacío.—Tony, por la escalera —ordena Jason. Tony asiente y se mueve velozmente. Jason ayuda a Ignacio
El Black Hawk se mueve bruscamente con las ráfagas de viento. La lluvia dificulta la visión, pero los relámpagos permiten ver con cada resplandor, partes de una pequeña isla sobre la que están descendiendo.—¡Estamos aterrizando en medio de la nada! —grita Ignacio. Nadie responde. Carol, con lentes de visión nocturna, es la única que puede ver un grupo de luces que brillan en el espectro infrarrojo sobre una explanada. Con gran maestría maniobra el helicóptero hasta que toca tierra. Activa su micrófono y se comunica con el grupo en inglés.—Buenas noches a todos. Siendo las 4:28 de la madrugada, hemos llegado a nuestro destino. Hacen tres grados y tenemos algo de lluvia. Si usted tiene alguna queja, métasela por el culo. Gracias por viajar con nosotros.Ignacio se asoma por la ventanilla lateral. Dos hileras de pequeñas luces led naranja se enciende
—Señora presidenta. Uno de los líderes del grupo de los Liberadores, Daniel Trunk, ha hecho un llamado a la desobediencia civil en Florida. Los pocos miembros de la policía que quedan en la zona están colapsados. Hemos enviado a la Guardia Nacional para apoyarles, pero descubrimos que muchos de sus miembros son leales a Trunk y se han unido a sus filas —dice Harry Bennet.—¿Me dices que hemos perdido Miami? —pregunta la presidenta Castillo enfadada.—Estamos desplegando soldados del 75º Regimiento Ranger para recuperar el control, pero hay muchos civiles armados que no quieren aceptar las medidas de confinamiento y se han tomado la ciudad por la fuerza. Lo mismo está ocurriendo en varias ciudades del Este y el centro.Los altos mandos del gobierno de los Estados Unidos están reunidos en la sala de crisis de la Casa Blanca. La adrenalina flota en el aire. Todos parecen perdidos en sus laptop, alterados y sin respuestas, excepto Alexander Wood, secretario de defensa, que se mantiene con
Jessica acaba de despertar. Se siente desorientada. Mira a su alrededor buscando algo que le indique su ubicación, pero lo único que encuentra es una pantalla sobre su cabeza mostrando sus signos vitales. La habitación de cristal está completamente opaca. Busca algún timbre para llamar a alguien. Pero no hay ningún tipo de cable. Es todo muy limpio, silencioso y sin más elementos que la cama y la pantalla.—¿¡Hola?!Se levanta de la cama. El monitor cardíaco deja de funcionar al igual que el resto de las señales en la pantalla. Camina descalza hacia la puerta.—¿¡Hola?! —repite golpeando. No se escucha ningún sonido desde el exterior. Al no haber respuesta, da media vuelta y se sienta en la cama. Los signos vitales aparecen nuevamente en la pantalla. Jessica la observa sorprendida. En eso la puerta se abre.—¿Cómo estuvo la
Media hora más tarde el sol comienza a salir por el Este, iluminando el interior del Black Hawk que vuela sin rumbo.—¿A dónde vamos? —pregunta Carol, piloteando el helicóptero hacia el continente. Charly mira a Jason, que a su vez mira a Ignacio.—¿Por qué me miras? No tengo idea a donde ir. —Ignacio observa a Jessica que parece estar en shock, mirando por la ventanilla a su derecha, con la vista perdida en el horizonte.—No tengo combustible para volar todo el día —dice Carol.—¿Cómo podemos detener a Rea? —le pregunta Jason a Charly, el experto en electrónica e informática del grupo.—Necesito saber primero cómo es que Rea se comunica con el pasado.—Lo hace a través de un servidor cuántico ubicado en el CERN, en Suiza. Desde ahí accede a internet y al resto del mundo —r
Los trabajadores de la gasolinera que se encuentran cerca de la playa, observan como el helicóptero Black Hawk aterriza muy cerca de ellos, esparciendo arena por todo el lugar. El primero en descender es Joe, con su fusil de asalto colgando del hombro. Toma una posición táctica observando atentamente el entorno en busca de amenazas, mientras desciende el resto. Lo siguen Jason e Ignacio, que ayuda a bajar a Jessica. Una vez que todos han descendido, comienzan a avanzar. Todo se ve tranquilo. Caminan hasta los trabajadores de la gasolinera que les miran con la boca abierta bajo las mascarillas. Carol se acerca a uno de ellos.—Llénelo por favor.—Es que… ¿Se refiere al helicóptero? —pregunta el trabajador asustado.—Es broma —dice Carol riendo y dándole una palmada en la espalda que casi lanza de bruces al hombre—. ¿Las cámaras de la gasolinera funcionan? &md
En la sala no hay cámaras. Por razones de seguridad, normalmente los consejeros y la presidenta de los Estados Unidos tienen prohibido ingresar a la sala de crisis de la Casa Blanca con sus teléfonos celulares y laptops. Esto se debe a que estos dispositivos podrían ser vulnerables a piratería y ser utilizados para espiar o comprometer la seguridad de la sala de crisis. Sin embargo, existen excepciones en casos específicos en los que se permite el uso de dispositivos electrónicos, siempre y cuando estén debidamente protegidos y autorizados por el personal de seguridad. Esto se hace para permitir la comunicación segura y la toma de decisiones en situaciones de emergencia o crisis.Ron Klaim, Jefe de Gabinete de la Casa Blanca; Alexander Wood, secretario de defensa; Harry Bennet, Secretario de Seguridad Nacional; Antony Garland, director de inteligencia nacional y la presidenta Anna Castillo tienen sus laptops sobre la mesa. Las únicas cámaras por donde podrían estar espiando a los cons