El jet privado Cessna Citation Longitude se detiene en una zona exclusiva del aeropuerto El Tepual de Puerto Montt. La puerta se abre y una escalera desciende hasta quedar dispuesta para la bajada de sus pasajeros. El primero en aparecer desde el interior es un hombre fornido, tez blanca, una tupida barba oscura, camisa negra de manga corta y pantalón cargo color caqui. Los anteojos deportivos negros no permiten ver sus ojos. Camina portando un pesado bolso que cuelga desde su hombro derecho. Tras él, desciende otro hombre de similares características, pero perfectamente afeitado, con una camiseta azul de cuello polo que resalta sus bíceps. Más atrás desciende un hombre afroamericano más delgado, vestido más casual, con una camisa floreada y pantalones cortos, llevando también su bolso. Dos personas más descienden al final. Uno de ellos es mujer. Su cuerpo atlético, cabello negro hasta los hombros, su gran
—¡Newen!... ¡Mucho newen! —se despide la mujer de origen mapuche con su mano en alto. Jessica e Ignacio sonríen y responden con sus manos desde la barcaza que cruza el río Palena gratuitamente, desde Puerto Raúl Marín Balmaceda hacia la ruta X-12 que les llevará al pueblo La Junta.—¡Gracias por su hospitalidad! —le grita Jessica.—¡Qué buena onda la señora! ¡Y que cocinaba rico! —Después de un merecido almuerzo y de hacer nuevos amigos, ambos continúan su camino cruzando un corto trayecto en la barcaza Palena.—Parece que alguien viene atrasado —dice Ignacio. El motor de la embarcación está encendido y lleva varios minutos a la espera.Por un alto parlante se escucha “¡Falon… Falon!”. Ignacio y Jessica se miran desconcertados.—¿Quién será la Falon para tenernos aquí esperando diez minutos? —se pregunta Jessica.A 30 metros se ve una perrita blanca que viene corriendo hacia la barcaza.Jessica abre sus ojos sorprendida.—¿Es en serio?—Esto es surrealista —dice Ignacio. La perrita su
—Señor, tenemos una situación —dice en inglés por radio, el piloto del dron MQ-9 Reaper desde su estación en tierra, ubicada en la base estadounidense Creech, en Nevada.—Qué situación —responde un oficial.—El reaper que tenemos en la operación Newen… Hemos perdido el control señor.—¿A qué te refieres con “perder el control”?—Pues eso… No tengo control. Y está siendo controlado por alguien más.—¡Eso es imposible! Nuestros sistemas de comunicaciones son inviolables. Debe ser una falla.—Señor, es una falla que sabe pilotear drones tan bien como nosotros.—¿Tienes visual de la cámara?—Sí señor. En este momento está siguiendo a un vehículo todo terreno por un camino al sur de Chile.—Vo
—Don Luis, tenemos que detenernos —dice Ignacio.—No se preocupe, si voy bien —responde Luis.—No es por eso. Estamos en peligro por favor. ¡Detenga el auto! —Ignacio reconoce el dron que ha visto en innumerable juegos de combate en su computadora.—¿Qué pasa? —pregunta Jessica que despierta por los gritos.Ignacio mueve el volante del Suzuki hacia un lado, tratando de orillarlo.—¡¿Pero qué le pasa?! —Luis tira del volante en la otra dirección y frena. En ese instante una luz inunda la cabina, acompañado de un poderoso estruendo. El vehículo se eleva y gira en el aire. La explosión y el sonido del metal del techo al golpear el suelo quedaron grabados a fuego en la mente de Ignacio.Abre lentamente los ojos. Ve borroso. Se escucha el sonido de un monitor cardíaco.—Doctor, el joven está de
Marco enciende la radio que se conecta por bluetooth a su celular. Elije la canción “Mr. Blue Sky” de Electric Light Orchestra y avanza confiado sin percatarse de que lo siguen. Al llegar a su casa, detiene el auto frente al portón de acceso y lo abre con un mando a distancia. El sujeto que le sigue se detiene unos metros más atrás y apaga las luces. El portón se abre, Marco estaciona el vehículo en el interior de la casa y presiona nuevamente el mando para cerrarlo. Toma su celular que está en el asiento de al lado, levanta un maletín del piso y abre la puerta del Audi para descender. Una pistola Taurus aparece frente a sus ojos. El médico queda congelado y levanta las manos.—Llévate el auto. Las llaves están puestas —dice entrando en pánico.—¡Baja ya! —ordena el sujeto con una mascarilla negra, que tiene estampada una sonrisa macabra que mue
Ignacio comienza a despertar. «Debo ver a Jessica».Intenta incorporarse, pero sus muñecas están amarradas a la cama.—Ahora eres mi prisionero —dice Jason. Ignacio levanta la cabeza.—Tú eres el del helicóptero. ¿Por qué me salvaste? ¿Por qué soy tu prisionero?—Mi nombre es Jason y me enviaron a protegerte mientras te trasladamos a Estados Unidos. Un grupo terrorista con acceso a alta tecnología quiere matarte. Parece que les robaste muuucho dinero. Cómo fuiste tan… Cómo dicen en Chile, ¿huevón?—¿Llevarme a Estados Unidos? Yo no he robado nada… Y ellos no son terroristas. Es mucho peor. —Ignacio deja caer su cabeza en la almohada. Jason frunce el ceño.—¿Peor? ¿A qué te refieres?—No lo
Ignacio está de pie junto a Jessica tomándole una mano. Ella abre los ojos y lo mira.—¿Qué pasó? —pregunta Jessica con voz débil.«Casi nos mata un dron militar con un misil y ahora nos persiguen unos asesinos contratados por un grupo terrorista». Ignacio improvisa nuevamente:—Tuvimos un accidente. Pero estaremos bien —responde, intentando no quebrarse ni dar muchas explicaciones para no estresarla—. ¿Cómo te sientes?—Estupendo. Estoy inscrita en el Fondo Ncional de Salud —dice Jessica, levantando su dedo pulgar lentamente. Ignacio sonríe.—Logramos llegar al hospital… Como te lo prometí —bromea Ignacio.—No me enojaré si no cumples tu promesa la próxima vez. ¿Qué te pasó en el cuello? Tienes sangre —pregunta ella.—Es que… Se me abrió una herida que me hice en el accidente. No es nada. —Ignacio se toca el cuello y hace una mueca de dolor. Jessica presiona un botón junto a su mano. Una enfermera ingresa a la sala, seguida por Jason que entra sigilosamente. Hay dos hileras de camas
Jason camina con su arma en alto por el pasillo hacia el ascensor, seguido por Charly que va empujando a Jessica en una silla de ruedas, e Ignacio que camina con la ayuda de Tony, llevándolo sujeto por un costado, mirando de vez en cuando hacia la retaguardia para evitar sorpresas. Jason presiona el botón del ascensor y todos toman posición a los costados de la puerta. Tony deja a Ignacio apoyado en una pared, saca su arma y apunta en sentido contrario cubriendo las espaldas del grupo. El indicador de piso muestra el piso 2, luego el 3 y acercándose. Jason apunta el arma hacia la puerta esperando que se abra. Los soldados se ven concentrados, pero no tensos. El indicador muestra el piso 4 y la puerta se abre. El ascensor está vacío.—Tony, por la escalera —ordena Jason. Tony asiente y se mueve velozmente. Jason ayuda a Ignacio
El Black Hawk se mueve bruscamente con las ráfagas de viento. La lluvia dificulta la visión, pero los relámpagos permiten ver con cada resplandor, partes de una pequeña isla sobre la que están descendiendo.—¡Estamos aterrizando en medio de la nada! —grita Ignacio. Nadie responde. Carol, con lentes de visión nocturna, es la única que puede ver un grupo de luces que brillan en el espectro infrarrojo sobre una explanada. Con gran maestría maniobra el helicóptero hasta que toca tierra. Activa su micrófono y se comunica con el grupo en inglés.—Buenas noches a todos. Siendo las 4:28 de la madrugada, hemos llegado a nuestro destino. Hacen tres grados y tenemos algo de lluvia. Si usted tiene alguna queja, métasela por el culo. Gracias por viajar con nosotros.Ignacio se asoma por la ventanilla lateral. Dos hileras de pequeñas luces led naranja se enciende