Stefan. Ya habían pasado tres meses, tres largos meses en los que no había podido sacarme a Renata de la cabeza en ningún momento, tres meses en donde he buscado desesperadamente la manera de matar a Armando para poder ir por ella y tenerla a mi lado, pero he fallado. Estoy parado en medio del jardín, observando fotos... fotos que le tomaron mis hombres hace unos días, normalmente las personas que cuidan esa zona la siguen a su trabajo y cuando sale hasta que regresa a su casa, me da gusto y a la vez tristeza verla mejor que antes, la parte que me causa tristeza es pensar que me está dejando atrás, que ya se olvidó de mí... pero era lo justo, no podía mantenerla atada a mis cadenas, en encierro total en casa, sin libertad de poder amarnos como me gustaría. Dejo caer la mano y mi mirada se va las Dalias rojas que Renata plantó antes de partir, mi último regalo para ella, curiosamente comenzaron a salir más, los jardineros querían quitarlas porque las dejó justo al centro del jardín,
Armando. Es una broma, debe de ser una jodida y puta broma del destino. Renata esta embarazada... Se supone que Renata es estéril... hay un mar de pensamientos y emociones que golpean mi cabeza en este momento, pero hay algo entre todo eso que sale a flote de golpe. — ¿Quién es el padre?.- mi voz sale en un tono bajo lleno de curiosidad, los ojos de Renata están repletos de lágrimas y algo que no había visto en ella desde que la traje conmigo los primeros días, vulnerabilidad. — De Alessandro, es obvio, ese hombre se tira a cualquier mujer. — Tú cállate... Le digo a Isa molesto, mi paciencia tiene límites y ella ya lo pasó desde hace mucho, estoy a nada de explotar contra ella, lo único que me importa en este momento es Renata, no puedo evitar que cierto dolor y melancolía se filtre en mi mirada mientras observo el pequeño bulto de su abdomen, ningún embarazo logró pasar de los dos meses... — Oye a mí no me estés callando, ya te he dicho... Levanto la mano y le doy un
Renata Estoy temblando, la tela de ropa que cuelga a mis lados dejando ver mi vientre un poco abultado me está pesando bastante, lloro desconsolada, aterrada, solo bastó que Armando descubriera mi secreto y ver como trató a su actual mujer para que me derrumbara a su merced, él lo sabe, lo vi en su mirada, solo necesitaría usar a esta criatura en mi contra para que yo haga lo que él me pida, para derrumbarme a sus pies rogando por piedad. Mantengo la cabeza agachada, las muñecas me duelen al estar colgada de esta manera, Armando salió y su mujer se fue tras de él, sudé frío al pensar que me mataría... me mira con un odio que no logro comprender, no tengo idea de quién es, pero me imagino que me mira como una amenaza, es obvio que se quiere deshacer de mí. La puerta se abre levanto el rostro y veo a esa mujer de nuevo, cierra la puerta tras de ella, cuando sus ojos se encuentran con los míos un escalofrío me recorre el cuerpo, jamás me había topado con una mirada tan cruda en los oj
Lloro con intensidad, grito con desespero, hasta desgarrarme la garganta, mi vista está nublada a causa de las lágrimas calientes que se me escapan de los ojos sin control, una tras otra ..."No por favor... sé que deje de hablarte hace tiempo, sé que desde hace años no te pido nada, pero por favor ayúdame" Con el rostro lleno de lágrimas levanto la cabeza al techo, no quiero seguir viendo para abajo, un río de sangre corre por mis piernas, la sensación de esta con mi piel me está descontrolando, no puedo respirar bien, a pesar de mis gritos es como si pudiera escuchar con claridad como cae cada gota de sangre y crea un eco al golpear el suelo. La puerta de la bodega se abre de golpe, aterrada busco con la mirada a Isa, pero es un hombre, agarra un banco y lo arrastra hasta donde estoy y se para en él para llegar a mí, sus ojos... son marrones de un color opaco, apagado, pero siempre que me miraban lograba encontrar una calidez en ellos que no tenía con nadie más. — Doctor Gutiérre
El doctor y yo permanecemos varios minutos en silencio, minutos en los que solo tengo la cara agachada y miro mis manos entrelazadas sobre la sábana percudida y amarillenta, la puerta que se encuentra al frente se abre, no me molesto en levantar la mirada. — ¿Cómo está?.- la voz de Armando choca con las 4 paredes de este diminuto cuarto, el doctor se pone de pie, el rechinido de la silla hace eco en mi cabeza. — La traté con los mejores medicamentos y ungüentos, su herida ya ha cicatrizado perfectamente, aún tiene que tomar pastillas para el dolor. — Déjeme solo con ella.Mi espalda se pone rígida, escucho los pasos del doctor mientras se aleja de mi lado, la puerta se abre y cierra, de pronto el aire en este lugar me parece tan insuficiente, los resortes viejos del colchón rechinan cuando él se sienta a mi lado de la cama, sus dedos fríos toman mi barbilla y me obligan a levantar la cabeza, su mirada indiferente se une con la mía, de pronto el fuego infernal se desata en mi interi
Un soplido frío me roza la mejilla, poco después puedo sentir la suave caricia de la brisa fresca acariciándome los brazos y piernas, abro los ojos y me encuentro con una tenue oscuridad, en esta ocasión la bombilla se encuentra apagada; por la pequeña ventana de la parte superior entra la luz de la luna y brinda una iluminación tenue en el lugar, solo puedo abrir un ojo, el otro se encuentra bastante dolorido e hinchado.Siento presión en las muñecas, levanto la cabeza y me doy cuenta de que me han atado a la cabecera de la cama, y no solo las muñecas, sino también las piernas, estoy como una rana a punto de ser diseccionada, jalo mis extremidades para intentar liberar alguna, pero todas están muy bien sujetas y con una soga que me muerde la piel cada que intento zafarme, solo llevo encima una bata que Armando por lo menos se tomó la molestia de serrar, además de ponerme una delgada y vieja sábana arriba. Miro a mi alrededor, es un cuarto pequeño, en el centro está la cama vieja en
Stefan"Morir en vida", creo que era lo que mejor se acercaba a lo que me estaba pasando a mí... desde que esa mujer nos dijo que Armando se la había llevado algo se rompió dentro de mí y volvía a sentir el golpe de todas esas emociones que había experimentado antes cuándo perdí a MarisaCulpa... Culpa... Culpa...Los hubiera no dejaban de llegar a mi cabeza, las imágenes de todo lo lindo que había pasado al lado de Renata me golpeaban la cabeza, no lograba comer, no podía dormir, no hacía más que intentar buscarla con desespero... estaba sobreviviendo a base de energéticos y siestas repentinas de una hora cuando mi cuerpo ya no aguantaba el cansancio. Esta vez no había nada, ya habían pasado 5 días y Armando no se había comunicado para por lo menos restregarme en la cara que la tenía, no sabía si estaba viva o muerta y la incertidumbre me estaba matando. — ¿Por qué no tenemos ni una pista? ¡No se la pudo tragar la tierra!.- me quejo mientras camino de un lado a otro, mi ofici
Renata Despierto, con el amargo sabor metálico de la sangre en la boca y mi cuerpo gritando porque acaba de experimentar un nivel de dolor no conocido. Fueron muchos hombres los que entraron por esa puerta, muchos cuerpos sobre mí, muchas manos y bocas recorriendo y lastimando mi piel.Mis gritos parecían disfrutarlos, mis súplicas los incitaban a seguir, pero llegó un punto en que ya no grité más, ya no luché por lo que era inútil, solo estaba consiguiendo lacerarme la piel de las muñecas y tobillos con las sogas que me mantenían inmovilizada, expuesta e indefensa para ellos. Algunos comenzaron arañar mi piel, morderme, presionarme con fuerza, para lograr conseguir de mí un gemido de dolor o por lo menos un grito que les recordara que estaban con una mujer viva, no con un cadáver. Tengo los labios heridos de tanto morderlos en mi intento de no dejar escapar ni un sonido, me dejaron tendida en la cama con la bata abierta, mi cuerpo desnudo al descubierto, en mi piel pálida es imposi