Tobías —Deja tus mierdas en la cajuela—, se dirige de manera despectiva hacía mí—, y no tardes, tengo prisa—. Se adentra en el vehículo y posteriormente la cajuela se abre.—Claro, queridísimo tío—, susurro aquello mientras dejó mi mochila dentro de la cajuela. Cierro esta con cierta brusquedad y me encamino al asiento del copiloto. — ¿Qué mierda haces?— Golpea con su puño el volante e involuntariamente me estremezco. Odio la violencia, la odio porque mi cuerpo reacciona a esta y me aterro.—Solo me estoy acomodando—, enfrento su mirada, mas no puedo dejar de frotar mis manos y pellizcar mis dedos, buscando mediante esta acción algo de tranquilidad.—Este lugar solo mi hermano Vincent, puede ocuparlo—, comienza a mover una de sus manos, gesto con el cual remarca sus palabras y hecharme de manera tan humillante.—No es necesario que sea tan despectivo, basta con pedirlo de buena manera—, resoplo fastidiado y bajo del automóvil para acomodarme en los asientos traseros. — ¿ES EN SERIO
Tobías. Esto es extraño, más que extraño, retorcido. Por lo que entiendo Vincent, es mi otro tío, ¿entonces por qué demonios se hacen este tipo de dedicatorias entre hermanos? Realmente da mucho que pensar. Por ahora prefiero no entrometerme en asuntos que no me corresponden, por lo que con cierta prisa intento guardar todo dentro de la guantera. Grande es mi sorpresa al encontrarme con una pistola 9mm, balas y una bolsita transparente herméticamente sellada con un polvo rocoso de color blanco dentro.Siento mi corazón latir con prisa y la adrenalina a tope recorriendo mi cuerpo. ¿Qué clase de persona es Isaac Bauer? Un grito ahogado escapa de mis labios al sentir un brusco agarre sobre mi muñeca, dejo caer las cosas al piso y volteo a ver, encontrándome con los ojos inyectados de odio de mi tío. Con cada segundo que transcurre la presión sobre mi muñeca se torna más violenta, por lo que dejo escapar un agudo chillido al momento que intento zafarme. Sus dedos queman y su mirada impet
Tobías —En esta casa existen reglas, las cuales debes respetar estrictamente—, la gélida voz de mi tío retumba en mi cabeza, de pronto enciende la luz y lo encuentro recargado contra la puerta de brazos cruzados—. Te lo explicaré solo una vez, no me gusta repetir más de una vez las cosas, ¿entendido?— Esboza una sonrisa hiriente, cruel, la cual me hiela la sangre.—No necesita repetir las cosas, tendré la cara, pero no soy estúpido—. Dejo mi mochila sobre el polvoriento sillón rojo que adorna la sala.— ¡Oh, que alegría, de seguro heredaste la inteligencia de tu padre!— Comienza a reír, ríe de manera ruidosa, tosca y por sobre todo, burlesca. —A lo mejor no, en una de esas herede su inteligencia tío—, contraataco inmediatamente.—Ya quisieras tener solo un misero porcentaje de mi inteligencia—. Arquea una de sus cejas sin dejar de reír—. Primera regla, Tobías, jamás vuelvas a sentarte en el asiento del copiloto. Ese sitio tiene exclusividad. Segunda regla, jamás te sentarás junto a
Tobías Perro... Es una excelente palabra para definirme en este momento, en mis dieciocho años me he sentido de muchas maneras, pero jamás como un perro..., ¿quién mierda se cree para tratarme de esta forma? Se supone que es mi tío y que ha tomado mi custodia para brindarme una familia, una nueva oportunidad, se supone que peleo por mi tutela porque me quiere, o al menos, desea aprender a quererme. Pero la realidad está muy lejos de eso. Cuando Isaac me mira, solo puedo ver odio, rabia, celos. ¿Qué mierda tenía el juez en la cabeza para darle la custodia de un joven que recién cumple la mayoría de edad y debe ser reintegrado a la sociedad a un enfermo como este? Mi divagación mental acaba al sentir sus manos posarse con pesadez sobre mis hombros zarandeándome un poco.—Deja de perder el tiempo y ve a preparar algo de comer, he estado todo el día fuera y muero de hambre—. Entierra sus dedos con furia en mis escuálidos hombros.— ¡Suéltame! —Me zafo de su agarre para escabullirme por s
Tobías Al fin me queda la última olla, solo deseo acabar con esto y poder descansar. Miro de reojos y noto como tira la colilla del cigarrillo al piso para luego aplastarla con su pie. En ese momento, algo explota dentro de mí. ¡Ya no puedo más! No me siento capaz de lidiar con este hombre por dos largos años, enjuago mis manos y giro la perilla del surtidor para cortar el agua. Giro rápidamente y avanzo decidido hacía donde él está sentado, sin embargo, a cada paso que doy mi valentía desaparece, Isaac me escudriña con la mirada y de pronto me paralizo frente a él.—Me largo—, mi voz tiembla al igual que mis piernas, definitivamente soy un cobarde sin remedio—. No podemos seguir de este modo, me haces sentir humillado y todo lo que haces no es correcto—. Mis palabras desbordan inseguridad.—Adelante, Tobías. La puerta es muy ancha y si deseas irte puedes hacerlo, yo no voy a rogar por tu presencia—. Se levanta de la silla para comenzar a rodearme, como un depredador haría con su pre
Tobías En este momento me siento presa del pánico, me retuerzo bajo su agarre e intento liberarme. Todo esfuerzo es inútil, él es más alto que yo por una cabeza y su complexión corporal me duplica. Es una gran masa de fibra y músculos, mientras que yo, solo soy un debilucho chiquillo de dieciocho años que aparenta mucho menos, a medio desarrollar por la pésima alimentación que ha recibido los últimos diez años de su jodida vida.Deseo gritar por ayuda, a pesar de ser consciente que estamos solos en medio de la nada. Necesito hacer algo, pero él no da tregua. Dejo de pelear, mis brazos caen pesadamente a mis costados y las ganas de toser se vuelven insostenibles. A mi alrededor todo pierde nitidez y poco a poco mi entorno se transforma en una masa gris con puntos de colores. Al parecer, mi verdugo se apiada, retira su mano de mi cuello y caigo al piso, ya que mis piernas no responden. La tos provoca que mi cuerpo convulsione y a mi alrededor todo gira con una desagradable rapidez, in
IsaacEstuve tan cerca de acabar con todo, tan cerca de estrangular a ese chiquillo que es el vil recuerdo de la existencia de Jonathan, su padre. Necesitaba sentir su frágil cuello entre mis dedos y apretar con todas las fuerzas que poseo, apretar y disfrutar de la vulnerabilidad que me ofrece tan placentera situación. Por momentos no lograba ver a Tobías, solo veía el rostro del bastardo que arruinó mi vida. Era como si la vida me premiara, entregándome una segunda oportunidad para ejecutar tan dulce venganza.De pronto, me perdí en sus ojos, en la negrura de estos, en la desmedida dulzura que estos reflejan. Fue en ese preciso momento en que me retracté, él es Tobías, alguien completamente ajeno a todo lo que su padre hizo en el pasado.Debatiendo con mis demonios, llegué a la triste conclusión de dejarlo en paz, Tobías era inocente, ni siquiera era consciente de la clase de monstruo con el que estaba viviendo, ni mucho menos, la clase de monstruo que alguna vez fue su padre. No im
IsaacEs difícil fingir y hacer de cuenta que nada ha pasado, el fingir no es algo que se me dé muy bien y Vincent nota que algo me pasa. Como siempre intenta arreglar todo con un beso, posa sus labios sobre los míos y ese contacto tan intimo me sabe amargo. Siento el perfume de aquel hombre impregnado en su ropa por lo que en un arranque de celos le tomo de la barbilla para luego devorarle la boca de un beso.Tiempo atrás él hubiese correspondido con la misma intensidad, más ahora solo busca separarse de mis brazos. Lo dejo ir, no quiero forzarlo a nada y tampoco estoy dispuesto a mendigar las migajas que el otro deja. Vincent, rápidamente se separa de mis brazos y frota sus manos con insistencia, señal de que está nervioso. Se mantiene en silencio y su mirada se pierde en las líneas del piso, se siente incómodo, lo noto con solo mirarlo y su lejanía me carcome por dentro.—Estoy cansado Isaac, ha sido un día largo y los ojos me pesan—. Bosteza sin ganas y se encamina a su habitación