Tobías.
Esto es extraño, más que extraño, retorcido. Por lo que entiendo Vincent, es mi otro tío, ¿entonces por qué demonios se hacen este tipo de dedicatorias entre hermanos? Realmente da mucho que pensar. Por ahora prefiero no entrometerme en asuntos que no me corresponden, por lo que con cierta prisa intento guardar todo dentro de la guantera. Grande es mi sorpresa al encontrarme con una pistola 9mm, balas y una bolsita transparente herméticamente sellada con un polvo rocoso de color blanco dentro.Siento mi corazón latir con prisa y la adrenalina a tope recorriendo mi cuerpo. ¿Qué clase de persona es Isaac Bauer? Un grito ahogado escapa de mis labios al sentir un brusco agarre sobre mi muñeca, dejo caer las cosas al piso y volteo a ver, encontrándome con los ojos inyectados de odio de mi tío. Con cada segundo que transcurre la presión sobre mi muñeca se torna más violenta, por lo que dejo escapar un agudo chillido al momento que intento zafarme. Sus dedos queman y su mirada impetuosa logra cohibirme.De pronto, a su lado me siento pequeño, demasiado pequeño, es como volver a ser ese niño chiquito del cual abusaron sin piedad en el pasado. Durante meses creí que al alcanzar la mayoría de edad me sentiría diferente, más fuerte, más libre, sin embargo el sentimiento que me embarga en este momento está muy lejos de aquellos. Ahora, en este momento frente a él, me siento jodidamente insignificante.—No vuelvas a tocar mis cosas, no recuerdo haberte dado permiso de inmiscuirte en mis asuntos personales—, mientras dice aquellas palabras con extrema monotonía aprovecha para retorcer mi brazo.—Lo siento mucho tío, le prometo que no volverá a suceder—, sumisamente agacho la cabeza, su mirada es tan imponente que no puedo mirarlo a los ojos sin ponerme a llorar.—Si yo hablo, tú te limitas a mirarme a la cara y obedecer. No tolero a las personas como tú—. Suelta mi muñeca para coger con la misma brusquedad mi mentón, levantando mi cabeza con brusquedad—. ¿Queda claro, querido sobrino?—Si—, decenas de lágrimas se amontonan en mis ojos y sin importar el esfuerzo que hago para retenerlas, estas terminan de igual modo rodando por mis pálidas mejillas.Él me suelta, rápidamente me aparto de su lado y me acomodo en los asientos traseros, recargando mi mejilla sobre la ventanilla y masajeo con insistencia mi muñeca derecha, miro de reojos y noto que sus dedos han quedado tatuados en mi piel, señal suficiente para anteponer que mi estadía con él será todo un infierno. Isaac, levanta las cosas que minutos antes tiré y las deja dentro de la guantera. Sobre el asiento del copiloto deja las bolsas con víveres que compró, se acomoda en su asiento y reactiva el viaje. Aprovechando que él va concentrado en la carretera descargo mi tristeza y frustración en modo de lágrimas.Lloro en silencio, sintiéndome impotente ante la frustración. De pronto me siento cansado y el movimiento del vehículo me arrulla, de manera suave y reconfortante. De pronto, el cansancio me gana y todo se torna negro para mí.Abro mis ojos, no sé cuánto tiempo a transcurrido, sin embargo, él sigue conduciendo. ¿Dónde vive? Noto como sale de la carretera y se adentra en un camino de tierra bastante inhóspito. Me sostengo del asiento delantero, ya que, el automóvil salta a causa del mal estado del camino. A donde sea que mire solo hay árboles, inmensos y frondosos árboles. Todo esto comienza a inquietarme, cuando se me anunció que me iría con un tío paterno, creí ilusamente que viviría en la ciudad, asistiría a la universidad y a lo mejor podría hacer amigos. Nunca esperé esto.Se detiene de pronto y apaga el motor del vehículo, observo a mi alrededor, solo diviso una pequeña cabaña de dos pisos, la cual se encuentra rodeada de árboles, una superficie de madera la cual sostiene un gran estanque de agua y del otro lado una caseta con un generador dentro. Las ventanas por fuera están selladas con tablas, lo que impide que la luz del sol ingrese dentro del inmueble. Su aspecto externo es realmente escalofriante, parece la fachada digna de una película de terror.—Baja—, ordena de manera seca, él rápidamente sale del automóvil llevando las bolsas de las compras con él.No respondo, realmente no me apetece hacerlo. Simplemente me limito a obedecer y bajo del automóvil con prisa. Con pasos torpes me encamino a la cajuela y saco mi liviano equipaje. Sigo los pasos de mi tío adentrándome en la cabaña. Me sobresalto al estar dentro, todo está oscuro y él cierra la puerta con un estruendoso golpe. Guiándome por mi oído noto que está cerrando la puerta con llave y el sentirme encerrado provoca que me estremezca. Nervioso comienzo a frotar mis manos y una gota de sudor resbala por mi cien, sentirme de este modo revive fantasmas del pasado, fantasmas, que creí enterrados.Tobías —En esta casa existen reglas, las cuales debes respetar estrictamente—, la gélida voz de mi tío retumba en mi cabeza, de pronto enciende la luz y lo encuentro recargado contra la puerta de brazos cruzados—. Te lo explicaré solo una vez, no me gusta repetir más de una vez las cosas, ¿entendido?— Esboza una sonrisa hiriente, cruel, la cual me hiela la sangre.—No necesita repetir las cosas, tendré la cara, pero no soy estúpido—. Dejo mi mochila sobre el polvoriento sillón rojo que adorna la sala.— ¡Oh, que alegría, de seguro heredaste la inteligencia de tu padre!— Comienza a reír, ríe de manera ruidosa, tosca y por sobre todo, burlesca. —A lo mejor no, en una de esas herede su inteligencia tío—, contraataco inmediatamente.—Ya quisieras tener solo un misero porcentaje de mi inteligencia—. Arquea una de sus cejas sin dejar de reír—. Primera regla, Tobías, jamás vuelvas a sentarte en el asiento del copiloto. Ese sitio tiene exclusividad. Segunda regla, jamás te sentarás junto a
Tobías Perro... Es una excelente palabra para definirme en este momento, en mis dieciocho años me he sentido de muchas maneras, pero jamás como un perro..., ¿quién mierda se cree para tratarme de esta forma? Se supone que es mi tío y que ha tomado mi custodia para brindarme una familia, una nueva oportunidad, se supone que peleo por mi tutela porque me quiere, o al menos, desea aprender a quererme. Pero la realidad está muy lejos de eso. Cuando Isaac me mira, solo puedo ver odio, rabia, celos. ¿Qué mierda tenía el juez en la cabeza para darle la custodia de un joven que recién cumple la mayoría de edad y debe ser reintegrado a la sociedad a un enfermo como este? Mi divagación mental acaba al sentir sus manos posarse con pesadez sobre mis hombros zarandeándome un poco.—Deja de perder el tiempo y ve a preparar algo de comer, he estado todo el día fuera y muero de hambre—. Entierra sus dedos con furia en mis escuálidos hombros.— ¡Suéltame! —Me zafo de su agarre para escabullirme por s
Tobías Al fin me queda la última olla, solo deseo acabar con esto y poder descansar. Miro de reojos y noto como tira la colilla del cigarrillo al piso para luego aplastarla con su pie. En ese momento, algo explota dentro de mí. ¡Ya no puedo más! No me siento capaz de lidiar con este hombre por dos largos años, enjuago mis manos y giro la perilla del surtidor para cortar el agua. Giro rápidamente y avanzo decidido hacía donde él está sentado, sin embargo, a cada paso que doy mi valentía desaparece, Isaac me escudriña con la mirada y de pronto me paralizo frente a él.—Me largo—, mi voz tiembla al igual que mis piernas, definitivamente soy un cobarde sin remedio—. No podemos seguir de este modo, me haces sentir humillado y todo lo que haces no es correcto—. Mis palabras desbordan inseguridad.—Adelante, Tobías. La puerta es muy ancha y si deseas irte puedes hacerlo, yo no voy a rogar por tu presencia—. Se levanta de la silla para comenzar a rodearme, como un depredador haría con su pre
Tobías En este momento me siento presa del pánico, me retuerzo bajo su agarre e intento liberarme. Todo esfuerzo es inútil, él es más alto que yo por una cabeza y su complexión corporal me duplica. Es una gran masa de fibra y músculos, mientras que yo, solo soy un debilucho chiquillo de dieciocho años que aparenta mucho menos, a medio desarrollar por la pésima alimentación que ha recibido los últimos diez años de su jodida vida.Deseo gritar por ayuda, a pesar de ser consciente que estamos solos en medio de la nada. Necesito hacer algo, pero él no da tregua. Dejo de pelear, mis brazos caen pesadamente a mis costados y las ganas de toser se vuelven insostenibles. A mi alrededor todo pierde nitidez y poco a poco mi entorno se transforma en una masa gris con puntos de colores. Al parecer, mi verdugo se apiada, retira su mano de mi cuello y caigo al piso, ya que mis piernas no responden. La tos provoca que mi cuerpo convulsione y a mi alrededor todo gira con una desagradable rapidez, in
IsaacEstuve tan cerca de acabar con todo, tan cerca de estrangular a ese chiquillo que es el vil recuerdo de la existencia de Jonathan, su padre. Necesitaba sentir su frágil cuello entre mis dedos y apretar con todas las fuerzas que poseo, apretar y disfrutar de la vulnerabilidad que me ofrece tan placentera situación. Por momentos no lograba ver a Tobías, solo veía el rostro del bastardo que arruinó mi vida. Era como si la vida me premiara, entregándome una segunda oportunidad para ejecutar tan dulce venganza.De pronto, me perdí en sus ojos, en la negrura de estos, en la desmedida dulzura que estos reflejan. Fue en ese preciso momento en que me retracté, él es Tobías, alguien completamente ajeno a todo lo que su padre hizo en el pasado.Debatiendo con mis demonios, llegué a la triste conclusión de dejarlo en paz, Tobías era inocente, ni siquiera era consciente de la clase de monstruo con el que estaba viviendo, ni mucho menos, la clase de monstruo que alguna vez fue su padre. No im
IsaacEs difícil fingir y hacer de cuenta que nada ha pasado, el fingir no es algo que se me dé muy bien y Vincent nota que algo me pasa. Como siempre intenta arreglar todo con un beso, posa sus labios sobre los míos y ese contacto tan intimo me sabe amargo. Siento el perfume de aquel hombre impregnado en su ropa por lo que en un arranque de celos le tomo de la barbilla para luego devorarle la boca de un beso.Tiempo atrás él hubiese correspondido con la misma intensidad, más ahora solo busca separarse de mis brazos. Lo dejo ir, no quiero forzarlo a nada y tampoco estoy dispuesto a mendigar las migajas que el otro deja. Vincent, rápidamente se separa de mis brazos y frota sus manos con insistencia, señal de que está nervioso. Se mantiene en silencio y su mirada se pierde en las líneas del piso, se siente incómodo, lo noto con solo mirarlo y su lejanía me carcome por dentro.—Estoy cansado Isaac, ha sido un día largo y los ojos me pesan—. Bosteza sin ganas y se encamina a su habitación
IsaacHoy ha sido un día especial, casi mágico, como el señor Maxwell se encuentra con licencia médica ha llegado un profesor de reemplazo. Su nombre es Sebastián Weber, es joven y demasiado atractivo. Ambos hemos conectado casi de inmediato, no me importa que arrastre tras él, ese hombre será mío.Han trascurrido dos semanas desde que Sebastián ha llegado al instituto, dos semanas que han sido más que suficientes para que volteé completamente mi pequeño universo. Puede sonar algo enfermo, pero sostengo una relación incestuosa con mi hermano mayor, lo nuestro viene desde hace muchos años atrás y creí que lo amaba, pero no, el conocer a Sebastián me hizo entender que estaba confundido. Confundí el amor fraternal que nos teníamos con la carencia de atención y de un núcleo familiar bien constituido. Isaac, fue mi escape, me aferré a él para poder tolerar los maltratos de nuestro padre, él hacía mi dolor llevadero, sin embargo, ahora realmente he conocido el amor.Hoy Sebastián me a besado
Isaac.Sin esperar a que responda sale de la casa, me quedo sentado en medio de la cocina completamente solo y con el alma desecha. Ahogo un suspiro de frustración, no me queda más que recoger los fragmentos de mi roto corazón. Dejo pasar alrededor de unas dos horas, mil ideas cruzan por mi mente y a la vez ninguna termina de convencerme. Fuera de sí, me encamino al despacho que fue de mi padre y del cajón de su escritorio extraigo la pistola que él utilizaba para corregir errores. Guardo el alma entre mi pantalón y abdomen bajo, tomo las llaves del auto y salgo de casa.En el trayecto me encuentro con demasiada congestión vehicular, sin embargo, no me encuentro alterado, extrañamente me siento calmado, como quién sabe de ante mano que le depara el destino y espera pacientemente que todo acontezca. Pasados unos cuarenta y cinco minutos llego a la dirección señalada, busco donde estacionar, decidiendo hacerlo en la parte trasera del edificio. No quiero que, por esas malas casualidades