Isaac.Sin esperar a que responda sale de la casa, me quedo sentado en medio de la cocina completamente solo y con el alma desecha. Ahogo un suspiro de frustración, no me queda más que recoger los fragmentos de mi roto corazón. Dejo pasar alrededor de unas dos horas, mil ideas cruzan por mi mente y a la vez ninguna termina de convencerme. Fuera de sí, me encamino al despacho que fue de mi padre y del cajón de su escritorio extraigo la pistola que él utilizaba para corregir errores. Guardo el alma entre mi pantalón y abdomen bajo, tomo las llaves del auto y salgo de casa.En el trayecto me encuentro con demasiada congestión vehicular, sin embargo, no me encuentro alterado, extrañamente me siento calmado, como quién sabe de ante mano que le depara el destino y espera pacientemente que todo acontezca. Pasados unos cuarenta y cinco minutos llego a la dirección señalada, busco donde estacionar, decidiendo hacerlo en la parte trasera del edificio. No quiero que, por esas malas casualidades
Isaac.Desde este momento, todo transcurre como en cámara lenta, me aparto del cuerpo de quién fue mi rival y con pasos torpes comienzo a buscar el baño. El departamento no es muy grande, por lo que rápidamente doy con el lugar. Me encierro con pestillo, enciendo la luz y me miro al espejo asustándome de mi propio reflejo. Gotas de sangre salpicaron mi rostro y mis manos están completamente teñidas de rojo. Efusivamente lavo mis manos y dejo que el agua limpie mi culpa, para luego proseguir con mi rostro. Sin rastro de sangre en mi piel abandono el cuarto de baño, encontrando a Vincent tirado en el piso, sosteniendo la inerte mano de quien fue su amado.—Llamé a la policía, no dudaré en contar toda la verdad—. Sus palabras están cargadas de profundo odio—, será mejor que te vayas y que no vuelvas jamás.—No te preocupes, Vincent— me detengo junto a la puerta de salida—. No volveré, pero él tampoco lo hará—. Sin más que hacer o decir salgo del interior y cierro la puerta con un sonoro
Isaac.Una voz bastante familiar, taladra mis tímpanos y logra sacarme de estos dolorosos recuerdos, recuerdos, que hasta el día de hoy pesan y supongo que así será por el resto de mi vida. Ladeo el rostro levemente encontrándome con Vincent. ¡Mi pequeño y amado, Vincent! Ya no es un adolescente, es todo un hombre, padre de familia y con una vida perfecta, o es lo que él desea aparentar. Estuve tantos años sin verlo que me derrito de solo mirarlo, sin embargo, él no siente lo mismo. Supongo que aún no me perdona por arrebatarle la vida a su amante y conociéndolo, jamás me va a perdonar. — ¿Qué mierda haces aquí, Isaac? —Hace un mohín con los labios, manifestando de ese modo su inconformidad.—Necesito que saques a ese mocoso de mi casa, no lo soporto y será imposible convivir durante dos largos años—. Elevo la voz, alterado—. Me sacó de mis casillas, estuve a punto de asesinarlo, ¿comprendes la gravedad del asunto? ¿O tu diminuto cerebro no logra procesar está información? — Masajeo
IsaacMe estaciono fuera de un bar de mala muerte que se encuentra en medio de la desolada carretera y con pasos desganados me encamino a su interior. El recinto no es muy grande, poca iluminación y un par de camioneros sentados junto a la barra y uno que otro sujeto sentado en mesas apartadas. Me encamino hasta el final, una mesa apartada y entre penumbras me espera, me acomodo y hago un ademán con la mano para llamar la atención de la mesera.—Hola precioso, ¿qué vas tomar? — Apoya sus manos sobre la mesa y se inclina hacia delante, dejando ver su pronunciado escote que lamentablemente no tenía nada para enseñar.—Quiero una botella de whisky y un poco de hielo—. Digo sin mirarla si quiera, no me interesa responder a sus provocaciones, definitivamente no es mi tipo, nadie que no tenga una semejanza a Vincent, me interesa.— ¡A la orden, precioso! —Se encamina hacia la barra moviendo exageradamente las caderas, llamando de ese modo la atención del resto de los presentes.Paciente esp
IsaacMe siento algo mareado aún, por lo que estaciono más allá y de la guantera extraigo mi infalible medicina para la resaca. Con manos temblorosas y una creciente ansiedad derramo el polvo blanco sobre la tapa de la guantera y con una de mis tarjetas de crédito organizo tres gruesas líneas. Relamo mis labios, para luego inclinar mi torso hacia delante y esnifar una de las líneas. Presiono mi tabique con mis dedos y aspiro reiteradas veces por la nariz. Realizo el mismo proceso con las otras dos líneas y espero un par de minutos para que haga efecto. Más despabilado y enérgico enciendo el motor y me encamino a la cabaña, deteniéndome solamente en la bencinera, para comprar comida y combustible para el generador. Luego de una hora de conducir sin detenerme, llego finalmente al único sitio que considero hogar. Estacionó a un lado de la cabaña, al bajar del auto lo primero que hago es llenar el tanque del generador y volver a encenderlo. Con eso listo, saco las bolsas de víveres de la
TobíasUn intenso aroma a café inunda mis fosas nasales, mi estómago gruñe en respuesta y me remuevo incómodo, sintiendo cada músculo agarrotado. Abro los ojos con pereza y me siento con dificultad, dejando escapar un lastimero quejido. Cada centímetro de mi cuerpo me duele, el solo respirar me resulta un gran desafío y lo único que deseo en este momento es cerrar mis ojos y no volver a abrirlos jamás. El sonido de tasas y ollas provenientes de la cocina logran sacarme del patético estado de autocompasión en el cual me estaba sumergiendo.Sin lugar a dudas, la actitud de Isaac, me desconcierta. Es un hombre extraño, su sola presencia impone y admito que le temo. No sé de qué sería capaz, cuando algo lo altera pierde totalmente la cordura, y eso, me hace sentir en exceso inseguro. Me levanto del duro sillón y me inclino ligeramente al sentir un punzante dolor en mis costillas, conteniendo el aliento me enderezo y contengo el dolor que siento. Después de todo, el dolor físico no se com
Tobías Ahora soy yo quién lo observa, se que no debo inmiscuirme, pero no puedo dejar de mirarlo. Isaac Bauer, definitivamente es un hombre extraño y si tuviese que clasificar su personalidad con solo una palabra, la que encabeza la lista es "loco", tengo más de una razón para creerlo. Algo incómodo me remuevo en el duro sillón, siento algunos resortes encajarse en mis costillas y maldigo por lo bajo. Lo escucho insultar entre dientes, acción que capta nuevamente mi atención. Él nota que lo observo y desafiante me sostiene la mirada, sus ojos irradian altanería y la postura de su cuerpo es amenazante. Sin apartar la mirada me dedica una macabra sonrisa, a la cual, correspondo con una difusa mueca.¡Está situación es jodidamente incómoda! Aparto bruscamente la mirada y me levanto del sillón. Mis movimientos son torpes e inseguros y con manos temblorosas hurgueteo dentro de mi equipaje. Él sigue observando cada uno de mis movimientos, mientras que yo, finjo no darme cuenta. Finalmente
TobíasMe limito a guardar silencio, espero a que salga de la cocina y se pierda escaleras arriba. Una vez a solas me dejo caer sobre el duro sillón y me permito llorar hasta el cansancio. Fuí demasiado ingenuo al pensar que de ahora en más todo estaría bien, creí que el vivir con un familiar sería distinto, sin embargo, es mucho peor que convivir con extraños. Ladeo el rostro y observo los trozos de fotografías esparcidos por el piso, ver mis recuerdos destrozados provoca una gran opresión en el centro de mi pecho y aunque no quiera, las lágrimas vuelven a deslizarse por mis palidas mejillas.Era tan solo un niño cuando mi padre fue asesinado, y mi madre tomó la egoísta desición de quitarse la vida, sin importarle que atrás, dejaba a su pequeño hijo, solo y desamparado. A veces, creo que el amor que sentía por papá era mucho mayor que el amor que sentía por mí. Por eso, para ella no fue difícil tomar su desición. Vagamente recuerdo su rostro y el timbre de su voz a estas alturas me r