IsaacEs difícil fingir y hacer de cuenta que nada ha pasado, el fingir no es algo que se me dé muy bien y Vincent nota que algo me pasa. Como siempre intenta arreglar todo con un beso, posa sus labios sobre los míos y ese contacto tan intimo me sabe amargo. Siento el perfume de aquel hombre impregnado en su ropa por lo que en un arranque de celos le tomo de la barbilla para luego devorarle la boca de un beso.Tiempo atrás él hubiese correspondido con la misma intensidad, más ahora solo busca separarse de mis brazos. Lo dejo ir, no quiero forzarlo a nada y tampoco estoy dispuesto a mendigar las migajas que el otro deja. Vincent, rápidamente se separa de mis brazos y frota sus manos con insistencia, señal de que está nervioso. Se mantiene en silencio y su mirada se pierde en las líneas del piso, se siente incómodo, lo noto con solo mirarlo y su lejanía me carcome por dentro.—Estoy cansado Isaac, ha sido un día largo y los ojos me pesan—. Bosteza sin ganas y se encamina a su habitación
IsaacHoy ha sido un día especial, casi mágico, como el señor Maxwell se encuentra con licencia médica ha llegado un profesor de reemplazo. Su nombre es Sebastián Weber, es joven y demasiado atractivo. Ambos hemos conectado casi de inmediato, no me importa que arrastre tras él, ese hombre será mío.Han trascurrido dos semanas desde que Sebastián ha llegado al instituto, dos semanas que han sido más que suficientes para que volteé completamente mi pequeño universo. Puede sonar algo enfermo, pero sostengo una relación incestuosa con mi hermano mayor, lo nuestro viene desde hace muchos años atrás y creí que lo amaba, pero no, el conocer a Sebastián me hizo entender que estaba confundido. Confundí el amor fraternal que nos teníamos con la carencia de atención y de un núcleo familiar bien constituido. Isaac, fue mi escape, me aferré a él para poder tolerar los maltratos de nuestro padre, él hacía mi dolor llevadero, sin embargo, ahora realmente he conocido el amor.Hoy Sebastián me a besado
Isaac.Sin esperar a que responda sale de la casa, me quedo sentado en medio de la cocina completamente solo y con el alma desecha. Ahogo un suspiro de frustración, no me queda más que recoger los fragmentos de mi roto corazón. Dejo pasar alrededor de unas dos horas, mil ideas cruzan por mi mente y a la vez ninguna termina de convencerme. Fuera de sí, me encamino al despacho que fue de mi padre y del cajón de su escritorio extraigo la pistola que él utilizaba para corregir errores. Guardo el alma entre mi pantalón y abdomen bajo, tomo las llaves del auto y salgo de casa.En el trayecto me encuentro con demasiada congestión vehicular, sin embargo, no me encuentro alterado, extrañamente me siento calmado, como quién sabe de ante mano que le depara el destino y espera pacientemente que todo acontezca. Pasados unos cuarenta y cinco minutos llego a la dirección señalada, busco donde estacionar, decidiendo hacerlo en la parte trasera del edificio. No quiero que, por esas malas casualidades
Isaac.Desde este momento, todo transcurre como en cámara lenta, me aparto del cuerpo de quién fue mi rival y con pasos torpes comienzo a buscar el baño. El departamento no es muy grande, por lo que rápidamente doy con el lugar. Me encierro con pestillo, enciendo la luz y me miro al espejo asustándome de mi propio reflejo. Gotas de sangre salpicaron mi rostro y mis manos están completamente teñidas de rojo. Efusivamente lavo mis manos y dejo que el agua limpie mi culpa, para luego proseguir con mi rostro. Sin rastro de sangre en mi piel abandono el cuarto de baño, encontrando a Vincent tirado en el piso, sosteniendo la inerte mano de quien fue su amado.—Llamé a la policía, no dudaré en contar toda la verdad—. Sus palabras están cargadas de profundo odio—, será mejor que te vayas y que no vuelvas jamás.—No te preocupes, Vincent— me detengo junto a la puerta de salida—. No volveré, pero él tampoco lo hará—. Sin más que hacer o decir salgo del interior y cierro la puerta con un sonoro
Isaac.Una voz bastante familiar, taladra mis tímpanos y logra sacarme de estos dolorosos recuerdos, recuerdos, que hasta el día de hoy pesan y supongo que así será por el resto de mi vida. Ladeo el rostro levemente encontrándome con Vincent. ¡Mi pequeño y amado, Vincent! Ya no es un adolescente, es todo un hombre, padre de familia y con una vida perfecta, o es lo que él desea aparentar. Estuve tantos años sin verlo que me derrito de solo mirarlo, sin embargo, él no siente lo mismo. Supongo que aún no me perdona por arrebatarle la vida a su amante y conociéndolo, jamás me va a perdonar. — ¿Qué mierda haces aquí, Isaac? —Hace un mohín con los labios, manifestando de ese modo su inconformidad.—Necesito que saques a ese mocoso de mi casa, no lo soporto y será imposible convivir durante dos largos años—. Elevo la voz, alterado—. Me sacó de mis casillas, estuve a punto de asesinarlo, ¿comprendes la gravedad del asunto? ¿O tu diminuto cerebro no logra procesar está información? — Masajeo
IsaacMe estaciono fuera de un bar de mala muerte que se encuentra en medio de la desolada carretera y con pasos desganados me encamino a su interior. El recinto no es muy grande, poca iluminación y un par de camioneros sentados junto a la barra y uno que otro sujeto sentado en mesas apartadas. Me encamino hasta el final, una mesa apartada y entre penumbras me espera, me acomodo y hago un ademán con la mano para llamar la atención de la mesera.—Hola precioso, ¿qué vas tomar? — Apoya sus manos sobre la mesa y se inclina hacia delante, dejando ver su pronunciado escote que lamentablemente no tenía nada para enseñar.—Quiero una botella de whisky y un poco de hielo—. Digo sin mirarla si quiera, no me interesa responder a sus provocaciones, definitivamente no es mi tipo, nadie que no tenga una semejanza a Vincent, me interesa.— ¡A la orden, precioso! —Se encamina hacia la barra moviendo exageradamente las caderas, llamando de ese modo la atención del resto de los presentes.Paciente esp
IsaacMe siento algo mareado aún, por lo que estaciono más allá y de la guantera extraigo mi infalible medicina para la resaca. Con manos temblorosas y una creciente ansiedad derramo el polvo blanco sobre la tapa de la guantera y con una de mis tarjetas de crédito organizo tres gruesas líneas. Relamo mis labios, para luego inclinar mi torso hacia delante y esnifar una de las líneas. Presiono mi tabique con mis dedos y aspiro reiteradas veces por la nariz. Realizo el mismo proceso con las otras dos líneas y espero un par de minutos para que haga efecto. Más despabilado y enérgico enciendo el motor y me encamino a la cabaña, deteniéndome solamente en la bencinera, para comprar comida y combustible para el generador. Luego de una hora de conducir sin detenerme, llego finalmente al único sitio que considero hogar. Estacionó a un lado de la cabaña, al bajar del auto lo primero que hago es llenar el tanque del generador y volver a encenderlo. Con eso listo, saco las bolsas de víveres de la
TobíasUn intenso aroma a café inunda mis fosas nasales, mi estómago gruñe en respuesta y me remuevo incómodo, sintiendo cada músculo agarrotado. Abro los ojos con pereza y me siento con dificultad, dejando escapar un lastimero quejido. Cada centímetro de mi cuerpo me duele, el solo respirar me resulta un gran desafío y lo único que deseo en este momento es cerrar mis ojos y no volver a abrirlos jamás. El sonido de tasas y ollas provenientes de la cocina logran sacarme del patético estado de autocompasión en el cual me estaba sumergiendo.Sin lugar a dudas, la actitud de Isaac, me desconcierta. Es un hombre extraño, su sola presencia impone y admito que le temo. No sé de qué sería capaz, cuando algo lo altera pierde totalmente la cordura, y eso, me hace sentir en exceso inseguro. Me levanto del duro sillón y me inclino ligeramente al sentir un punzante dolor en mis costillas, conteniendo el aliento me enderezo y contengo el dolor que siento. Después de todo, el dolor físico no se com