Cuando recibí esa rosa solamente pude pensar en verla de nuevo, aquella idea obsesiva y perjudicial se instaló por completo en mi cabeza, necesitaba saber como estaba ella, que era de su vida, y que estaba haciendo en Italia...
Mentiría si dijese que no había hecho mis propias averiguaciones, cuando recibí el mensaje de Dalia contacté a Massimo para que la vigilase, ¿Debía mentir? No estaba loco, no era un controlador que solo deseaba controlar cada uno de sus movimientos y de sus acciones, unicamente queria protegerla, solamente quería estar seguro de que se encontraba bien y de que mi hermano estaba completamente alejado de ella. Y fue así, me dijo que Elisabeth estaba mucho tiempo en la villa que le había dejado su padre, aquel lugar era enorme, lo recordaba de alguna vez que había ido de niño, extensos metros de terreno, con un jardín precioso repleto de rosas y otras flores de distintos tipos muy hermosas, una piscina más grande que la mía y una gran casa familiar con paredes externas de un blanco brillante.
Massimo dijo que no había visto a su madre por lo que pensaba que estaba bastante enferma y quizás por eso ella a penas la dejaba sola, solamente para hacer de vez en cuando compras semanales o salir a veces al gestor o abogado a resolver documentos familiares.
Cuando recibí aquel mensaje de Dalia pensé cientos de veces en ir a Italia y reencontrarla, pero fui un completo cobarde y me quité aquella idea de la cabeza, lo nuestro había sido demasiado intenso y era una realidad que había imaginado muchas veces como sería mi vida si ella hubiese decidido darme una oportunidad y empezar de verdad algo especial conmigo, pero nuestro final había sido muy distinto. Amargo y muy doloroso. Pero ella me había enviado aquella rosa y deseaba con todas mis fuerzas verla en persona, no podía reprimirme más, así que después de meditarlo aquella misma noche y no ser capaz de apenas poder dormir, y cuando conseguí hacerlo... soñar solo con ella... decidí finalmente ir a su villa para encontrarla.
Cogí uno de los coches familiares, el blanco, que era el menos llamativo en las calles de la ciudad y el que más me gustaba también y conduje por la autopista a toda velocidad mientras sonaba la canción Linda de Emis killa que me recordó enseguida a ella.
Al entrar en aquella zona exclusiva me costó diferenciar su casa de la de los demás vecinos, todas eran igual de grandes e impresionantes, y con el mismo tono de blanco brillante. Pero después de diez minutos dando vueltas encontré el número veinte y el apellido ... en la puerta principal de la casa, de su padrastro.
Toqué varias veces y nadie contestó pero seguí insistiendo varios minutos, hasta que al fin una voz femenina preguntó que deseaba por el telefonillo.
_Hola, me gustaria ver a Elisabeth, soy un buen amigo suyo...
_Ahora mismo no está, ha salido un momento a comprar unas medicinas.
_¿Sabes apoximadamente cuando volverá?
_Creo que estará a punto de volver _ dijo sin más.
_Perdona ¿Quién eres tú? _ pregunté con curiosidad, no tenía ningún acento latino o español.
_Soy la enfermera, me encargo de los cuidados de su madre.
_Ah vale.
_¿Te gustaria que le diga algo de tu parte cuando vuelva?
_No, creo que la esperaré aquí.
_Está bien, como prefieres. Siento no poder dejarte esperarla dentro de laa casa, pero es por seguridad, normas del hogar.
_Tranquila, lo entiendo perfectamente. Gracias.Me quedé en la puerta varios minutos, cinco, diez, quince, veinte o incluso mas, no sabia exactamente cuanto tiempo habia pasado, pero era mas del que esperaba inicialmente. Asi que termine pensando que quizás era mejor idea marcharme o incluso volver al día siguiente... pero fue entonces cuando un coche negro de cristales tintados apareció justo enfrente mío y se detuvo con el motor encendido. Entonces por fin la vi, Elisabeth bajó de aquel coche, estaba exactamente tan preciosa como la recordaba, su piel estaba más bronceada, seguramente por el sol intenso del sur de Italia, y su cabello negro estaba recojido en una cola larga que le llegaba hasta las caderas. Iba vestida con unos jeans oscuros y una camiseta blanca apretada y me fije en su bonita figura, su cuerpo estaba tan perfecto como lo tenía en mi mente, y en ese momento sus ojos de color miel se encontraron con los míos, y estaba sorprendida de verme, impactada... pero no parecía enfadada en absoluto.
_Marco... tú... ¿Qué haces aquí? _ me preguntó con un italiano perfecto, ella jamás me había hablado en mi idioma, pero enseguida entendí porque no se dirigió a mi en español. No quería que su acompañante entendiese sus palabras o nada de ese encuentro.
Fue entonces cuando fui consciente que dentro del coche había un muchacho joven atractivo, bronceado, de cabello corto negro y ojos claros que miraba desconfiado, intentando comprender quien era yo. Y por lo que parecía la primera impresión mía le había parecido algún tipo de amenaza y creado una clara desconfianza.
_Es mejor que entres, no tardaré, es un primo mío lejano.
_Oh, bien, te esperaré dentro mi amor _ dijo relajándose por completo al descubrir que yo era un familiar y que podía estar tranquilo de que su chica se quedase a solas conmigo. Su chica... porque le había llamado mi amor, y aquello no lo esperaba y había acabado de hundirme. Me molestaba mucho, joder, escuchar que alguien le llamase así me destrozaba totalmente que no había superado en absoluto nuestra historia.
Y aún me cabreaba más que dijese que era un familiar, primero de todo en Barcelona decía no tener familia y aparte, no compartíamos la misma sangre. Pero estaba claro que me había presentado así para que su novio, seguramente celoso como lo era yo con una mujer como ella, que te cautiva y te atrapa de mil maneras con tan solo dirigirte una mirada fugaz y desinteresada, entrase a su casa tranquilo.
Cuando aquel chico se fue, Elisabeth y yo nos observamos mutuamente sin decir nada durante algunos segundos. _¿Un primo lejano? _ pregunté bastante indignado. _¿Qué querías que le dijese? Que nos acostamos juntos un par de veces en el pasado _ dijo claramente haciéndose la fuerte, fingiendo que yo era solamente eso para ella. Aunque yo sabía que no era así en absoluto. _No hacía falta decir del todo la verdad... _¿Entonces? _Me hace gracia como puedes ser tan cinica cuando en Barcelona decías que tú no tenías familia. ¿Hablas en italiano ahora de repente solo en frente de tu nuevo novio? _¿Para que has venido? _ me dijo seria, se notaba que no le gustaba nada aquella situación , le incomodaba que yo estuviese así y aquello me hacía sentir aún peor de lo que me había hecho sentir que hubiese rehecho su vida sin problemas con otra persona. Me quedé callado varios segundos, decir la verdad era claramente mejor opción. Y necesitaba para ser sinceros decir la verdad de una puta vez.
Era horrible pensar en Elisabeth a todas horas, realmente no quería hacerlo, sentía que estaba haciendo algo muy malo... Yo ya había rehecho mi vida con una chica maravillosa. Ella me cuidaba, se preocupaba por mí y paarecia comprenderme sin juzgarme por nada de lo que le había contado. Y yo, en cambio, en vez de centrarme en esta nueva relación... lo que hacía era no podía parar de imaginarme con Elisabeth. Me imaginaba constantemente junto a ella, y repasaba cientos de momentos que habíamos vivido juntos en el pasado e incluso revivir también miles de veces en mi cabeza, nuestro primer beso o cuando la había hecho mía por primera vez en el cuarto que tenía en Barcelona. Aquel día acudimos muy temprano al notario, era el momento de leer el testamento que había dejado mi difunto padre y, tambien desafortunadamente yo volvería a encontrarme con mi hermano Savio en esa reunión. Enseguida, siendo súper puntuales, llegamos con Massimo, mi madre y yo, en aquel coche lujoso negro con todo
Intenté quitarme de la mente que ir a buscarla estaba mal, ya lo estuvo en el pasado, comenzar algo intenso con ella, que realmente ni siquiera en Irlanda había podido olvidar junto a Jennifer. Pero después de conocer la verdad, aún era peor sentir aquello por Elisabeth, suponía que no era correcto desear verla y estar a solas con ella, pero mi cuerpo y mi corazón me pedían aquel encuentro con todas mis fuerzas, y yo era italiano, y por lo tanto salvaje e impulsivo, y me dejaba guiar más por lo que sentía que por lo que era racional... grave error que no era capaz de dominar ya siendo un adulto y no un muchacho. Así que cuando fui a buscarla, esta vez con mi coche azul habitual, ella estaba esperándome en la puerta. Era temprano, apenas llegaba a las ocho y media de la mañana, ella iba vestida casual y sencilla, con unos jeans oscuros y una chaqueta de cuero negro. Pero como siempre estaba impactante, su color bronceado podía llamar la atención incluso en ese sur de Italia, que nos se
Nuestras miradas se encontraron y simplemente nos encontramos de aquel modo el uno al otro durante varios segundos. Yo quería besarla, pero no estaba seguro de si ella aceptaría, y aquella inseguridad solo resurgía con ella, nunca antes me había pasado con ninguna otra mujer. Como ocurrió la primera vez ella fue quien dio el primer paso, acercó sus labios a los míos y dio pie a aquello. Tuve que controlarme cuando sentí sus labios sobre los míos de nuevo, para no lanzarla a la cama y tirarme sobre ella como la bestia que eran estando a su lado. Puse mis brazos alrededor de ella y la apreté contra mi cuerpo, oliendo su perfume exótico, pasando una de mis manos por su cabello negro, y no evitando practicamente comérmerla besos mientras poco a poco nos conducía a ambos hacia la cama y la hacia caer lentamente sobre el colchón. Cogí sus piernas y me deshize de sus zapatos, y luego directamente dirigí a mis manos a sus vaqueros dispuesto a desabrocharlos, pero ella paró la acción con una
Sabía que volver a vernos me traería problemas, estar junto a él siempre había sido demasiado tentador y peligroso. Lo nuestro era demasiado intenso, y me culpé a mi misma por haber accedido a aquel encuentro, aunque hubiese sido la primera que desease hacer el amor con él con todas mis fuerzas. Yo sabía que volver a encontrarlo no era lo correcto, y como terminaría estar los dos solos de nuevo, pero no podía negar que algo dentro de mi me incitaba a hacerlo y no pensar en nadie más, en que podía dañar con esa acción... realmente solo quería pensar en lo que deseaba solo yo por una sola vez en mi vida. Podía verme a mi misma reflejada en sus hermosos ojos azules mientras me observaba fijamente, al mismo tiempo que desarrollaba con cuidado mi suéter fino. Mi corazón palpitaba tan fuerte que parecía estar a punto de salirse de mi pecho, había llorado prácticamente cada noche después de como habíamos terminado nuestra historia, y después lo había extrañado como nunca antes me había oc
Sabía que con ella nada era fácil, con Elisabeth desde el principio fue así. Lo nuestro comenzó muy mal en el pasado, con engaños, mentiras y una intención oculta por parte mía y de mi familia, de que conseguir que ella nos vendiese la villa familiar que heredó de su padrastro a un precio realmente bajo, que incluso podria calificarse de e****a. Y después... lo que teníamos entre nosotros continuó siendo una relación con continuos altibajos, nunca habíamos estado estables ni comprometidos y extrañamente nos atraídos intensamente el uno al otro, ella encendía un fuego intenso en mi interior que jamás otra mujer había conseguido provocar en mí. Y no conseguía deshacerme de aquella sensación, del calor especial que me provocaban sus labios y de la huella y necesidad que dejaban sus caricias en mi piel . Jennyfer se comportaba desde hacía días de manera desesperada, y yo sabía que mi comportamiento era diferente con ella, apenas contestaba a sus mensajes y no porque no sintiese nada por e
Fue extraño no recibir ninguna llamada o mensaje de él después de aquello, yo tampoco lo contacté, era una orgullosa, pero para mí nuestro encuentro había sido especial y algo que mi interior había estado esperando y no entendía porque después de aquello Marco había desaparecido. Había conseguido de nuevo engancharme a él para desaparecer como hice yo en el pasado ...¿ Era eso lo que buscaba herirme ? ¿ Destrozarme el corazón? No podía creer que hiciese eso conmigo, sabía que él era así pero pensaba que lo nuestro era diferente, alo verdadero y puro, más haya del sexo intenso que teníamos cada vez que habíamos estado a solas en una habitación cerrada. Aquel día decidí salir por el centro de Napoles a hacer unas compras, mi prima Luciana me acompañó, era bonito ver a mi familia de nuevo, aunque aquel lugar solo me trajese malos recuerdos. El sol fuerte se pegaba en mi espalda y el olor a pizzas de distintas clases salían de la mayoría de tiendas que inundaba las calles céntricas
Dejar a Jennifer a la mañana siguiente de aquella llamada en el aeropuerto y darle un beso frío y distante mientras ella me repetía que me amaba, no me hacía sentirme por supuesto un gran ser humano. ¿Verdaderamente no sé daba cuenta de que algo me estaba sucediendo? Nunca fui realmente cercano con ella, pero en aquellos momentos desde que Elisabeth y yo habíamos vuelto a encontrarnos mi actitud era completamente distinta y no podía evitarlo, porque yo no era un gran actor. - El lugar está despejado - Massimo había seguido nuestros pasos en todo momento mientras Jennifer me había visitado, no quería que le sucediese nada y menos que yo fuese culpable de ello. Por eso compré su billete de avión yo mismo y le dije que debía quedarme más tiempo junto a mi familia, ella se había ddado cuenta enseguida por la villa en la que vivía, mi familia y sus condiciones de vida de lujo que no era un muerto de hambre del sur de Italia como había creído su padre irlandés conservador, o incluso ella m