Marino salió enojado, ¿Por qué le causaba tanta molestia a Karina? Se preguntaba. Al parecer sentía un odio no justificable contra él, pero ella no sabía lo que le esperaba, ellos habían creado un reto, pues estaba dispuesto a cumplirlo, le demostraría a la potra Guaraní, que no era ningún hombre frágil y que ese trabajo de campesino, era pan comido para él. Y sobre todo estaba dispuesto a enamorarla, iba a hacer que lo deseara con tanta intensidad que estaba dispuesto a convertirla de una tigresa a una cariñosa gatita que ronronearía bajo su cuerpo deseosa de sus caricias.
—Marino—se dijo—. L
Karina lo observó con burla, ante la respuesta de Marino por sus palabras.—¿Quieres aprender las labores del campo o ya renunciaste al reto sin empezarlo? Si es así, para mi mejor porque no me haces perder el tiempo, por lo cual solo te quedaría irte de La Italianera, porque aquí no tendrías nada que hacer —sondeó con una sonrisa de suficiencia, la cual molestó a Marino y lo llevó a tomar una decisión, si tenía que recoger excremento para ganar su reto ¡Lo haría!—No estoy diciendo que voy a renunciar, soy un hombre que nunca se da por vencido y no será por esto que lo vaya a hacer. ¿Qué hago?—Recoger la bosta, ya te lo dije —expresó riéndose del hombre.—¿Pero no hay una pala, un rastrillo metálico para utilizarlos en esa tar
Marino se indignó ante el papel de víctima que ella quería representar y no pudo evitar reclamarle.—¿Te parece que el maldito soy yo? ¿Cómo te puedo llamar a ti que a sabiendas de que había herramientas para recoger la boñiga, permitiste que lo hiciera con la mano? Claro porque buscabas que la tarea me resultara más desagradable de lo que es, para que renunciara a hacerlo. Pues recuerda esto india, cada vez que me hagas una, te la voy a devolver con creces, así que ve bien la barrabasada que quieras hacerme, porque siempre buscaré la manera de cobrártela doble.Marino, de inmediato escaló por la pared del hueco hasta salir de allí, Karina aún permanecía dentro molesta; se sintió tentado en dejarla en ese lugar y que ella resolviera, pero de inmediato se arrepintió, pues una imagen de un par de pequeñas l
Marino se levantó del suelo, sentía que su rostro y las manos le ardían por el picoteo de las gallinas, que aún seguían atacándolo, se levantó corriendo mientras sentía lo baboso de los huevos correrle por el rostro, cuando salió se quedó viendo a Karina acusatoriamente.—¿Te diviertes mucho? —La interrogó molesto, mientras ella seguía carcajeándose—, a mi me encanta ser tu payaso personal. No te olvides que te dije que por la que me hicieras, te la duplicaría.—¡Lo siento! No puedes molestarte de que me cause risa como te picotearon las gallinas, te resbalaste y los huevos te chorrean por todo el cuerpo, eso es cómico, no puedes enfadarte porque algo gracioso provoque que naturalmente me ría, pero esta vez no tuve que ver.—¡Me imagino! Las cosas te salieron muc
Karina volteó y se quedó sorprendida al verlo, pues no se lo esperaba, estaba totalmente desnudo, la toalla descansaba en su cuello, mientras exhibía el cuerpo más hermoso que había visto en su vida, sólo comparado con un fibroso equino, «Por Dios Karina», se dijo «estás loca como vas a comparar la humanidad de ese hombre con un caballo», se sonrió nerviosa.Pero no pudo dejar de observarlo, con cada vista que le daba, sus pezones se erguían y su centró palpitaba humedeciéndola, pudo ver su miembro semi erecto, se veía inmenso y pensó si así era semi dormido, como sería despierto, sacudió su cabeza con vergüenza.—¿Te gusta lo que ves? —La interrogó alzando sus cejas mientras se acercaba a ella.—Pues no, no me gusta lo que veo—. R
Su descuido de un momento casi le cuesta una cornamenta, sino es por una chica cabello castaño, ojos verdes que llegó con una especie de vara a alejar el macho cabrío de él.Cuando lo alejó, le dio la mano para hacerlo subir por las varas del corral —Hola—dijo de manera coqueta.—Hola. Gracias—respondió Marino desconcertado.—Soy Laura Benítez Giménez, soy hija de Don Antonio Benítez, el fundo que colida con La Italianera por el lado Oeste.—Soy Marino Russo—. Señaló extendiendo la mano, ella se la tomó pero se quedó más tiempo sosteniéndola, él intento liberarse, pero ella se la retuvo con mayor fuerza.Karina los vio y la rabia empezó a bullir en su interior, a su parecer era él quien estaba coqueteando, lamentab
Karina salió de prisa, por lo cual no pudo ver cuando Marino alejó a Laura de él.La apartó con delicadeza y la colocó en el suelo—. Lo siento Laura, pero no puedo corresponder a esto, porque me gusta otra mujer.—¿Quién? ¿Karina?—Interrogó ella interesada.—Creo sin ánimos de ofenderte, que eso no es tu asunto—. Indicó con tranquilidad, ante la mirada sorprendida de la chica.—Entonces mejor será que regresemos, pero te advierto no soy una mujer que se por vencida rápidamente, soy bastante persistente—. Confesó Laura.Regresaron ambos montados en el caballo en silencio, pero esta vez Marino iba detrás de ella, lo que aprovechó la chica recostándose en su pecho y moviendo excesivamente su trasero sobre él.&
Al terminar de escucharlo, Karina no solo tuvo la impresión de que su corazón se rompía, sino que de inmediato las lágrimas brotaron de sus ojos, sintió rabia e impotencia al no poder controlar sus emociones frente a Marino, pero se las pagaría bien caro, no volvería a ceder ni un ápice frente a él. Pensó, alejándose de la puerta y caminando hacia el jeep para ir a buscar a Katherine, bueno también a Tara, porque así tuviese a un padre despreciable, ella amaba a esa pequeña.Martín se quedó viéndolo incrédulo, le costaba creer lo que Marino estaba diciendo.—¿Es en serio?
Marino sostenía a Karina, pero ella estaba hecha una fiera, debió hacerlo con un poco más de fuerza de lo que quería, para evitar que siguiera encarnecida golpeándolo, pero en vez de molestarse por su actitud, le causó no solo risa, sino que lo excitó su rebeldía, no pudo evitar que su pantalón se colocara en modo de carpa, debido a su erección, como ella seguía tratando de liberarse, se acercó más y apretó su cuerpo, sintiendo de inmediato la chica la rigidez de su miembro, lanzó un pequeño grito de sorpresa, mientras sentía como las terminaciones de su cuerpo reaccionaban a ese gesto, sus pulsaciones se aceleraban como una manada de caballos salvajes.
Último capítulo