CAPÍTULO 11. ARDIENTE DESEO

Karina volteó y se quedó sorprendida al verlo, pues no se lo esperaba, estaba totalmente desnudo, la toalla descansaba en su cuello, mientras exhibía el cuerpo más hermoso que había visto en su vida, sólo comparado con un fibroso equino, «Por Dios Karina», se dijo «estás loca como vas a comparar la humanidad de ese hombre con un caballo», se sonrió nerviosa.

Pero no pudo dejar de observarlo, con cada vista que le daba, sus pezones se erguían y su centró palpitaba humedeciéndola, pudo ver su miembro semi erecto, se veía inmenso y pensó si así era semi dormido, como sería despierto, sacudió su cabeza con vergüenza.

—¿Te gusta lo que ves? —La interrogó alzando sus cejas mientras se acercaba a ella.

—Pues no, no me gusta lo que veo—. R

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